jueves, 19 de enero de 2012

Para que chupes la carne fría

Como bien sabían los surrealistas, esos frikis del siglo pasado, echarse a escribir sin rumbo fijo conduce siempre a hallarse: tropezar con las cosas que nos pasan por la cabeza y que inevitablemente tienen que ver con nuestras preocupaciones, deseos y obsesiones.

Los alumnos de 2º E del Augustóbriga, conducidos por su profesor Juan Carlos Díaz Barquilla, se han animado a este peculiar deporte de riesgo. Aquí traemos algunos de los hallazgos, comenzando por lo que parecen dos versiones de una canción pop más o menos underground (¿un rap, quizá?) bien conocida en según qué círculos (aunque Google guarda un prudente silencio, o casi, sobre el tema). Así la recuerda Salama:

Nunca me han disparado,
pero me han pegado
en el cuello y en la cabeza,
escúchalo, escúchalo.

Te llevaré a la carnicería

para que chupes la carne fría,
nena, sé que te gustan las costillas;
si no quieres carne, tengo pescadilla.


Y así le suena a Mbark:

Casi me disparan,
pero por los pelos no me pegan
con una palanca,
escúchalo, escúchalo.

Me llevaron a la carnicería

porque me pegaron con carne fría;
a ellos sé que les gusta la costilla,
si no me pegan con carne fría,
me dieron pescadilla. ¡Eh, eh!

No sabemos en qué ciudad estamos; pero se reconoce el paisaje: violencia callejera (¿bronca entre bandas?, ¿malos tratos en comisaría?), equívocos con la carne fresca y el chupeteo (decía Félix de Azúa que todas las generaciones creen haber inventado el sexo oral) y apelaciones al auditorio cómplice (eh, eh), ropa nueva de las viejas fórmulas juglarescas.

Aunque se trate del recuerdo más o menos infiel de una canción grabada, con letra fija (no nos consta), la memoria introduce variaciones de evidente interés: la canción suena en labios de Salama a vacile macho dirigido a una hembra (una nena) impresionable; el narrador que habla por boca de Mbark presume, en cambio, de haber pasado con valentía por el mal trago (lo que enlaza mejor con la paliza de la que empieza hablando la canción).

Si pasamos a la página que firma Adrián Gómez (una carta a un amigo, Miki), nos aparece una curiosa propuesta para empezar noviembre:

Voy a ir a tu casa a la fiesta y voy a ir vestido de vampiro como tú y vamos a beber coca-cola con azúcar al estilo Halloween y te vas a cagar de miedo, luego quiero que hagamos juegos como dijiste y al siguiente día par kú, ja ja, cómo lo vamos a pasar de bien.

¿Cola-cola con azúcar al estilo Halloween? ¡Pesadilla de dietistas! Endulzar lo dulce y tunear lo que el mercado te ofrece, dándole tu sello personal: nada que convenga hacer todos los días, en cualquier caso.

El gramático aficionado se detiene también en la construcción, que nunca es inocente. La lengua normativa quiere que juguemos a algo; incluso a un juego (sin temor a la redundancia: jugar a un juego). Adrián habla de hacer juegos: una idea más sugerente y activa, que nos hace pensar en chavales acostumbrados a montarse sus propios juegos, más que a utilizar los que se les dan ya hechos.

Hay, también, quejas. A Jonathan le parece mal que en el recreo tengan que estar vigilando quién entra o sale del baño; a Borja, que no les dejen meternos en los ordenadores; a Mohamed, que las mesas de clase sean las viejas del colegio. Nunca llueve a gusto de todos: vivir dentro de un orden es vivir según y cómo, sujetos a normas, limitaciones y rémoras que vienen pegados a las comodidades que disfrutamos, como la etiqueta al bollo. De todas formas, no conviene exagerar: en la Biblioteca, Borja, tienes seis ordenadores a tu disposición para entrar en ellos y hacer los trabajos e investigaciones que necesites; y de las viejas mesas verdes de las que habla Mohamed apenas quedan unas pocas en el centro, más entrañables que otra cosa.

*

Hallada. La canción aparece en la película Little Man (Pequeño pero matón). Es una parodia de esta canción, de 50 Cent:




Así suena en inglés:



Y así en español:




El caso es que parece que menudean las versiones, y no hay dos iguales. Por ejemplo:

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