lunes, 25 de marzo de 2024

II Concurso de relatos cortos: He vendido todos mis sueños a Morfeo

 


¿Alguna vez os habéis preguntado que ocurriría si el hijo de dos dioses tuviese que convivir y adaptarse a nosotros? Unos simples mortales.

¿Y si esos no fuesen dioses cualquiera, si no que eran aquellos cuya singularidad es tan propia como la forma que tienen de criar a sus hijos? ¿Cómo soportaría el hijo de estos dioses la vida en la actualidad?

Pues bien, ahora lo sabréis, porque estoy a punto de contaros su historia, bueno, o la mía, o... la nuestra, si así lo preferís.

Todo comenzó hace 17 años, cuando Hipnos, el dios del sueño, y Nyx, la diosa de la noche, decidieron tener un hijo.

Cabe explicar que los dioses no conciben hijos de la misma manera que los humanos. En lugar de ello, su descendencia es a menudo producto de su propia voluntad divina o de su naturaleza primordial.

En el caso de Morfeo, se dice que nació como uno de los Oneiroi, los dioses primordiales de los sueños, y por lo tanto, este nació como una personificación del sueño y la capacidad de dar forma a los sueños en el mundo humano.

Pero, como ya sabréis, a los dioses nunca se les dio bien ocuparse de sus hijos, sino que la mayoría de las veces tenían poco o ningún papel en la crianza de ellos, ya que estaban ocupados con sus propios asuntos relacionados con el gobierno del cosmos.

En lugar de eso, eran criados por otros seres, a veces ninfas, en ocasiones centauros... ya sabéis, dependiendo.

Pero en este caso sus padres decidieron que Morfeo crecería en una familia de humanos, aunque recibiendo un entrenamiento adecuado para potenciar sus habilidades como dios.

Así podría convertirse en un ser muy poderoso, sin tener la soberbia de la que a menudo pecaban los dioses.

Y así sucedió: el 13 de julio de 2006 una pequeña criatura se hizo presente de la forma que más le caracterizaba en la vida de quienes se convertirían en sus madres.

Una cálida noche, un matrimonio formado por dos mujeres llamadas Calista y Althea salía a pasear bajo el comienzo de una ligera y agradable brisa.

Tras largas horas de conversaciones interminables, estas llegaron por fin a su pequeño hogar, una casita en la que pusieron todos sus ahorros y esfuerzos. Y tras mucha actividad en el día, decidieron meterse en la cama, en la cual quedaron dormidas casi al instante.

Althea al poco rato comenzó a soñar, mientras que Calista se despertó a tomar un vaso de leche caliente, debido a que padecía de un insomnio que, aunque intermitente, era horrible.

Althea soñaba y soñaba, estaba inmersa de tal manera en su sueño, que parecía tan real que casi pudiese tocarse, y todo el sueño en sí giraba entorno a una sola idea constante.

Un niño.

La idea de cómo ellas dos tenían la suerte de criarle, de quererle, de cuidarle, le complacía más que  nada en el mundo.

Y entre tan increíble deseo, despertó.

Al abrir los ojos, se puso sus zapatillas y acudió junto a su esposa, quién sorprendentemente se encontraba con un niño entre los brazos.

Ella le explicó que mientras bebía su vaso de leche, empezó a escuchar un llanto, y siguiendo el estruendo, le encontró bajo la intemperie de la noche en el patio, junto con una carta que exponía la situación del muchacho.

Ellas gozosamente y sin ningún tipo de duda aceptaron y criaron al niño de la mejor forma que supieron, con un amor inmarcesible.           

Morfeo creció feliz bajo los entrenamientos que los dioses habían encomendado a sus madres, y a su vez recibiendo la educación de un niño de su edad yendo al colegio.

El problema se presentó cuando aquel niño inocente entró en la adolescencia, y todas las virtudes que creía tener fueron transformándose en diversos excesos y vicios.

Sus madres hicieron de todo por ayudarle, pero sin embargo él nunca se dejó ayudar, a lo que ellas solo pudieron responder limitando su acceso al dinero.

A lo que él tristemente solo pudo reaccionar sacándole provecho a sus dotes como dios.

Morfeo comenzó un negocio de tráfico de sueños.

Pronto se corrió la voz de las cosas que podía realizar y comenzó a conseguir dinero de la forma más bonita y triste según quien lo desease.

Los sueños son lo más personal que tiene una persona, son sus ambiciones, sus metas, las cosas más privadas guardadas en los rincones de su mente, que incluso en ocasiones no sabemos ni nosotros mismos.

 Pues él decidió que si podía acercar a las personas a eso que tanto ansiaban, podría sacar una compensación económica de esto.

Su comercio fue aumentando ampliamente y pudo meterse en los sueños de prácticamente todos los chicos de su instituto.

Hasta que un día se le acercó una chica, la cual nunca había acudido a él.

Su belleza era propia de un ser sobrenatural, sus ojos eran de un verde cristalino en el que podías verte reflejado, y sus labios eran tan irresistibles que estaba seguro de que ningún mortal podría besarlos sin fallecer tras el intento.

Pero ella era completamente diferente al resto.

No podía descifrarla, era como un laberinto sin entrada ni salida, todo un misterio para él.

Se quedó paralizado tras escuchar la musicalidad de su voz salir al exterior y dirigirse hacia su persona.

La muchacha le pidió que penetrase en sus sueños, pero con una singularidad, le ofreció una cantidad inmensa de dinero y no le dijo que debía de buscar o hacer, simplemente debía realizarlo.

Al llegar la noche ella fue a dormir, y por lo tanto él procedió a adentrarse en esa mente que tanto le intrigaba.

Pero sin embargo, le ocurrió algo que nunca se hubiese planteado.

Todo se tornó de color negro. Morfeo se encontraba ante el mayor bloqueo jamás vivido hasta el momento, no sabía qué hacer y tras muchos intentos, finalmente se dio por vencido y dejó de intentarlo.

A la mañana siguiente fue a hablar con la chica, de la que por cierto desconocía hasta su nombre.

Él le pidió disculpas y le prometió que no descansaría hasta poder cumplir con su cometido, y si no lo conseguía, le devolvería su dinero.

Ella rápidamente se rindió, le dijo que podía quedarse con el dinero, que simplemente valoraba el esfuerzo, y que no tenía por qué ponerle tanta insistencia.

Esto a Morfeo le acabó de romper por completo los esquemas, y le hizo poner más empeño aún en conseguir lo que la chica le había pedido.

Era tal su decepción que le devolvió su dinero y decidió hacerlo desinteresadamente.

Pasó noche tras noche intentándolo una y otra vez, pero no importaba todo el esfuerzo que pusiese,  siempre resultaba en vano.

La parte positiva era que a medida que pasaba el tiempo, la relación entre estos dos se iba forjando. Ella le dijo su nombre, era Thanatos y le contó que de hecho era en honor a una diosa, lo que a él le dejó más perplejo todavía.

Los días transcurrieron e irrevocablemente terminaron enamorándose.

Una noche, al intentar entrar de nuevo en los sueños de ella algo había cambiado, ya no era todo de color negro, sino que en la infinitud de aquel angustioso lugar parecía verse un punto de luz.

Esto motivó mucho a Morfeo, y aunque le dio muchas esperanzas, decidió que era mejor no comentárselo aún, pretendiendo darle una sorpresa, ya que si había habido avances, había posibilidades de poder cumplir finalmente con su objetivo.

Noche tras noche siguió intentándolo, hasta que una de ellas decidió pasarla a su lado, disfrutando de su realidad, del gusto de poder presenciar tal placer como podía ser acariciar su piel, ya que de acariciar su psique no era capaz.

El sentimiento era demasiado fuerte, y aquella noche el pequeño dios y la misteriosa mortal pecaron de vicios carnales.

Morfeo dedicó toda la sensiblidad que en él residía para poder cumplir los delicados estándares que ella merecía.

Le desprendió toda la ropa que llevaba y se fundieron en un solo cuerpo.

Sus dedos recorrieron todo su cuerpo, que para su sorpresa fueron a parar en las montañas de relieve que se hallaban en su piel.

La partida al tres en raya a la que podía jugarse en sus brazos y muslos.

Las besó, pero no las comprendió.

Él había estudiado anatomía, conocía la fisionomía de una mujer, y jamás había escuchado hablar de tales cosas.

Así es que sin darle más importancia, con toda la pureza que en su ser habitaba, las besó y no vaciló ni un instante en admirarlas.

Al día siguiente ella no acudió a clase y no podía evitar pensarlo, ¿qué era aquello?

Así es que se dispuso a ir a la biblioteca, encendió un ordenador y se dispuso a investigar.

Para su sorpresa, las atrocidades que leyó le horrorizaron a tal punto que no pudo contener su desayuno en su estómago.

 Saltó el muro del instituto y corrió.

Corrió y corrió sin parar hasta llegar a la casa de ella, pero no estaba, solo encontró un mensaje en su espejo escrito con pintabios.

Gracias por haberle dado sentido a mi existencia, ojalá hubiesemos podido encontrarle un fin a esto. Descansaré junto a la cabaña del parque para que así podáis comprender lo que nunca supe explicar. Te quiero, Morfeo, y en un mundo en el que no hubiese estado tan rota, quizás en el que me encuentre cuando leas esto, te hubiese enseñado que no hace falta dinero a cambio para entrar en los sueños de alguien, pues tú podrías haber sido el protagonista de cada uno de los míos.

Nadie pudo pararle, sus piernas cobraron una vida aparte de su cuerpo poseídas por sentimientos que jamás le hubiese deseado a nadie.

Finalmente llegó, pero la dureza de cómo la persona que amaba observaba mi cuerpo sin vida es demasiado para cualquiera que pueda escucharlo, igual que lo fue para todo el que lo presenció.

Sus delicadas manos quitaron la soga de mi cuello y acariciaron el color morado de mi piel.

Sus lágrimas le hacían competencia al lago que estaba a nuestro lado.

Al menos, pudo comprender el foco de su frustración, y supo entonces que el color negro de mis sueños no era procedente de que hubiese perdido facultades, sino de que procesar el anhelo de querer morir era físicamente imposible, puesto que si no estás muerto, no puedes saber qué te depara.

Y aquel punto de luz, mi vida, no se si llegaste a comprenderlo pero fuiste tú.

Enloqueció.

Agarró mi mano y sosteniendo mis delicadas uñas puntiguadas de porcelana se hizo incisiones en su piel hasta hacerle un concurso a mis heridas sobre quién ganaría la partida.

Finalmente procedió a cogerme en brazos y seguir mis pasos.

Compartimos amor, compartimos pasión y los dos sufrimos las consecuencias de una decisión mal tomada.

Metió su blanco cuello en la soga, y terminó lo que yo nunca debí de empezar.

Y así, un dios enviado a la tierra para evitar las desdichas de los suyos, terminó pagando el precio de los desvaríos de los míos.

                                FIN

II Concurso de relatos cortos: Romeo y Julieta

 


¿Te imaginas a Romeo y Julieta conduciendo su coche hacía Barcelona?

Pues sí, Romeo y Julieta van a pasar las vacaciones del verano en Barcelona después de celebrar su boda en Madrid, ciudad capital de España, ya que ellos son de Verona, en Italia. Romeo y Julieta son dos jóvenes que, a pesar de la oposición de sus familias, rivales entre sí, deciden casarse de forma ilegal y vivir juntos; sin embargo, la presión de esa rivalidad y una serie de fatalidades conducen a que la pareja elija escaparse antes que vivir separados. Las vacaciones van a terminar antes de que empiecen, ya que el primo de Julieta se ha enterado de que Romeo está en España y ha venido en su busca para hacerse con su vida. El primo de Romeo, Benvolio, le llama por móvil y le dice que la familia Capuleto viene en su busca junto a su familia, la familia Montesco.

Romeo era un chico muy listo y muy hábil y le surgió un plan: dirigirse de nuevo hacia Madrid para despistarlos un poco; y el plan sale bien, hasta que sonó el móvil de Romeo y era su primo diciéndole que las cámaras de una gasolinera les han pillado dirigiéndose hacia Madrid y que vienen para allá. Julieta le dice a Romeo que nada les va a separar, ni siquiera sus familias, y Romeo le promete que todo esto acabará y que vivirán felices. Romeo y Julieta van al hotel de Madeira a pasar ahí la noche y él le dice que por la mañana buscarán una solución para este gran problema y le promete que todo terminará; pero la promesa de Romeo no se va a cumplir, ya que las familias invaden el hotel y entran a la habitación de los dos jóvenes y para estos no les queda ninguna solución ni salida. 

Romeo le pide a Julieta perdón y le dice que no fue capaz de protegerla y esta le dice que nada les separará, ni siquiera la muerte. Salen al balcón del hotel, que estaba en la planta novena, y se sujetan de las manos, se tiran del balcón y se suicidan. Y la historia de Romeo y Julieta acaba en tragedia.                                                                                          

FIN

He elegido el cuento de Romeo y Julieta porque me parece un cuento muy bonito y que nos dice que el amor y la felicidad no son imposibles.

II Concurso de relatos cortos: Los tres cerditos y el lobo

 


Érase una vez tres cerditos que eran hermanos, y cada uno quería ser independiente del otro, así que decidieron hacer esto: cada uno se haría su propia casa.

—Yo la haré de madera —dijo el primero.

—Yo, de paneles de yeso —dijo el segundo.

—Yo, de hormigón —dijo el tercero.

Y habiendo decidido los materiales de su futura vivienda, se pusieron a ver un video en Internet sobre cómo hacerlo.

5 horas después…

—¡Por fin he terminado mi maravillosa casa de madera! Ahora, a ver Instagram y Facebook —dijo el más pequeño y el más vago.

12 semanas después

—Por fin acabé mi casa de paneles de yeso… Ahora me pondré a estudiar, que tengo examen de física y química y de… NO PUEDE SER, ¿desde cuándo hay examen de tecnología de mecanismos? Manos a la obra —dijo el mediano, que priorizó sus estudios antes que tener un lugar estable para dormir.

 1 mes después

—Después de estar más de un mes construyendo mi casa, por fin la he terminado, pero… no me ha dado tiempo de estudiarme los números de oxidación de física y química y la profesora me ha suspendido —dijo apenado el mayor—. Al menos, mi casa de hormigón durará muchísimo tiempo y aguantara el calor extremo que hace en este pueblo donde no vive ni el Tato —añadió mientras se reía.

Al caer la noche, un lobo que había visto el directo de instagram que había hecho el menor de los hermanos, pasó por allí y por el olor a cemento fresco, madera recién cortada y paneles de yeso blancos, corroboró que habían terminado hace relativamente poco sus casas.

 —Esta noche me pongo las botas, JAJAJAJAJAJAJ —se rió el malvado lobo—. Solo tengo que encontrar la manera de entrar a cada casa...

Llegó a la casa de madera y la prendió fuego, empezó a oler a tocino y luego salió el hermano menor corriendo a la casa de yeso para refugiarse del lobo. Cuando llegó a la siguiente casa, notó el material con el que estaba hecha y prácticamente no tuvo que hacer nada: como si de un Iphone se tratase, solo le hizo falta rasguñar un poco para que las paredes y las casa se vinieran abajo.

—¡Ayuda, hermanoooo! —gritaron los dos al unísono mientras corrían a la última casa

Al llegar a la última casa, el lobo tuvo que pensar más y se acordó de las clases de formulación que tuvo con esa misma mañana.

—A ver… para destruir el hormigón, no se pueden usar ácidos, ni óxidos ni peróxidos ni nada por el estilo, MADRE MÍA, formulación me va a matar de hambre —y pasó a la fuerza bruta—. A ver… creo que el Coldpol me podrá ayudar —cogió un balón oficial y lo lanzó repetidamente hacia la pared y obviamente no funcionó.

—Qué lástima, tenía la esperanza de que este maravilloso deporte me ayudaría a no morirme de hambre.

Sacó su calculadora de matemáticas y se puso a hacer ecuaciones de segundo y primer grado de todos los tipos, con fracciones, tipo 1, completas incompletas… Para sorpresa de todos, no funcionó.

—Las matemáticas me van a matar de hambre, si tan solo se pudieran comer los números... —dijo mientras golpeaba el suelo.

Sacó los apuntes de tecnología e hizo algunos cálculos, cuya solución era que la fuerza se tenía que dividir en cuatro partes: R dividido entre cuatro.

Cogió la rama de un árbol y fabricó un polipasto factorial y aplicó la fórmula. La casa no cedió.

—¡Maldita sea, este ámbito de tecnología me va a matar de hambre! ¿Por qué no nos enseñan en el instituto cosas que de verdad sean útiles? —dijo cabreado, y mucho.

—Los idiomas mejor ni los pruebo, porque… Bueno, ni lo voy a pensar.

Pensó y pensó pero una solución no halló.

—Que les den a las fórmulas, que me matarán de hambre —y del enfado, llamó a todos los animales del bosque, herbívoros y carnívoros y pidió ayuda a los fuertes toros bravos para derribar la pared y… funcionó.

—¡DIOS TE SALVE MARÍA, LLENA ERES DE GRACIA! —gritó mientras corría detrás de los tres cerditos; pero estos se refugiaron en otro edificio, una carnicería.

El lobo gritaba:

—No tienen compasión, para qué estudiar tanto, si al final me voy a morir de hambre —lloraba y lloraba.

El Lobo al final falleció, y en su lápida pusieron: El inteligente más tonto.

—¡Ay, ay, ay, mi nieto! —gritaba una anciana.

—Abuela, no es tu nieto, es un lobo que intentó comerme y que te comió —contestó Caperucita.

—Me da muchísima pena el Señor Lobo, puesto que de tanto estudiar, su salud mental no fue una prioridad y de hambre se murió aplicando lo que aprendió —dijo sabiamente la anciana—. Que te sirva, Caperucita, para entender que tu valor en la sociedad y como persona no lo define lo mucho que hayas estudiado, si no si has aprendido algo útil y cómo lo has aplicado en tu vida.

—Muchas gracias abuela.

—Te quiero muchísimo nieta, que Dios nos bendiga a todos.