Cap. 1. Futbolista frustrado.
Cuando
eres niño y no tienes preocupaciones la vida te da la posibilidad de pensar y,
sobre todo, soñar. Como a muchos niños de mi edad, a mi me encantaba hacer
deporte y gracias a que no me costaba
mucho estudiar y tenía buenas notas, podía sacar tiempo para practicarlo. En
concreto, el que más me gustaba era el fútbol; de hecho, hoy en día me acuerdo de
cuando me iba a jugar por las tardes con mi padre, incluso habiendo días que él
venía solamente para hacerme feliz. Es cuando te haces mayor cuando te das cuenta
de lo importante que es vivir el presente.
Una
vez empecé a crecer, mi gran afición por el deporte llevó a mis padres a
apuntarme a un equipo de fútbol sala, allí conocí a muchos chicos con los
cuales sigo manteniendo relación en la actualidad. La verdad es que por aquel
entonces era muy feliz, pues en mi caso los mejores días de la semana llegaban
cuando tenía entrenamiento por la tarde, aunque a veces fuese algo aburrido (ya que
jugaba de portero). No obstante, la vida nunca es tan bonita como crees, y es
que debido al trabajo de mi madre yo no podía asistir a la mayoría de los
partidos que mi equipo jugaba porque pasaba los fines de semana en Madrid.
Personalmente
esto fue un poco duro para mí, porque siempre me esforzaba en los entrenamientos y
casi nunca podía estar en los partidos disfrutando con mis amigos. Sin embargo,
no todo fue tan malo, pues en esa época recuerdo que empecé a conocer más a mis
primos y hoy en día uno de ellos se ha convertido prácticamente en un hermano
para mí, por lo que pese al mazazo que suponía tener que perderme esos
partidos, no cambiaría esos momentos que viví con él por nada.
Al
año siguiente, el problema de la temporada anterior no significaría nada con el
que estaba a punto de llegar. Este nuevo problema eran las clases extraordinarias
de inglés, y el conflicto estaba en que estas coincidían con el horario de
entrenamiento de fútbol sala. Sin pensarlo ni un segundo, mis padres
“decidieron” por mí y me apuntaron a las clases de inglés. Se podría decir que
en ese momento dentro de mí se esfumó el sueño de ser futbolista. Me acuerdo de
que ese año estuve algo enfadado con ellos, pero con el tiempo me he dado
cuenta de que esas clases me han venido muy bien para el futuro.
Cap 2. Una nueva ilusión
Tras
mi desilusión con el fútbol seguí mi camino. Estuve prácticamente 1 año seguido
sin hacer nada de deporte. Lo máximo a lo que aspiraba era a ir a tirar tiros
con mi padre a las pistas de mi antiguo colegio (siempre que me lo permitiese
el horario de mis clases). El hecho de no poder practicar fútbol no me apartó
completamente de él. De hecho, desde ese momento me enganché realmente al
fútbol y se convirtió en mi deporte preferido. En la actualidad soy un férreo
fanático de él, y en concreto del Atlético de Madrid, siguiendo una tradición
familiar.
Tras
el año sabático que me tomé en el ámbito deportivo surgió una nueva ilusión, el
baloncesto. Yo nunca había pensado en esta opción pero cuando mis padres me
dieron la posibilidad acepté sin pensarlo dos veces. Así, empezé mi andadura en
el basket. Muchos compañeros de mi clase lo practicaban, por lo que adaptarme no
supuso ningún problema para mí; además, el hecho de que practicar deporte en sí
me gustaba sirvió de mucha ayuda a la hora de aprender a jugar. Poco a poco fui
cogiendo nivel hasta incluso superar a muchos de mis compañeros que llevaban
jugando mucho más tiempo que yo.
El
baloncesto se convirtió en mi nuevo deporte favorito, no obstante, en el
horizonte acechaba el mismo problema que me apartó del fútbol años antes. Pues
al igual que ocurría unos años atrás, yo casi no podía acudir a jugar ningún
partido con mi equipo. Este caso me dolió mucho más que el que sucedió con el
fútbol, pues el baloncesto nunca se me hizo aburrido y además hice muy buenos
amigos (que aún conservo hoy). Los años fueron pasando y fui evolucionando y
mejorando en este deporte. El equipo era extenso, pero éramos unos pocos los que
destacabamos sobre el resto.
De
repente, después de llevar unos años seguidos sin problemas, en los que podía
ir a entrenar con mi equipo con total normalidad (aunque no pudiera acudir a
los partidos), mis padres me anunciaron que mis nuevas clases de inglés
coincidían de nuevo con los entrenamientos. Fue duro tener que decir adiós al
baloncesto también, pues en él había consolidado muchas amistades y había
tenido entrenadores que me habían marcado y enseñado mucho en aspectos que
traspasaban el ámbito deportivo.
Me
acuerdo que el siguiente año pasó rápido, y pese a no poder practicar con mi
equipo no me desentendí de ellos y fui a verles prácticamente siempre que
podía. Cada vez que les veía jugar me sentía mal de no poder estar con ellos,
pero al igual que Michael Jordan, solo se trataba de mi primer retiro.
Al
año siguiente, mis compañeros decidieron irse del equipo y fichar por uno nuevo
que entraba al pueblo, esta vez las condiciones de mi vida me permitían volver
a jugar. Volví con la misma pasión que me caracterizaba y recuerdo que incluso
habiendo estado 1 año fuera, la conexión en la pista con muchos de mis
compañeros no se había perdido, al igual que mi nivel, que sorprendentemente,
tras un año sin practicar, todavía se mantenía.
Hasta
el día de hoy he seguido jugando al baloncesto y las circunstancias de mi vida
han cambiado. Pues en nada cumplo 18 años y durante este último año mis padres
me han empezado a dejar quedarme solo en casa los fines de semana para así
poder jugar y disfrutar esta última temporada con mi equipo.
Cap 3. Todo tiene un final
Al
igual que la vida misma, todo tiene que acabar. Todos sabemos que los 18 es una
edad muy bonita pero a la vez muy complicada, pues algunas consideran que es el
momento donde realmente empieza tu vida pero al mismo tiempo, es la hora de
dejar atrás muchos recuerdos vividos. Este es probablemente el último año que
pase con mis amigos de toda la vida. Es cierto que si uno quiere, las amistades
duran para siempre, pero en nuestro caso, por lo que sé, cada uno vamos a ir a
ciudades distintas a estudiar y es posible que solamente nos veamos unas pocas
veces al año (como en carnavales y en verano) y encontremos unos nuevos amigos
y vayamos olvidándonos progresivamente de los anteriores.
Si
todo sale bien, yo iré a estudiar a Madrid. Allí espero encontrar buenos amigos
y disfrutar de lo que me queda de juventud, sin embargo, tengo un dilema en el
pensamiento y es que no sé si continuar mi carrera en el baloncesto o volver a
probar suerte apúntandome de nuevo al equipo de futbol de mi barrio. En todo
caso, escoja lo que escoja lo daré todo e intentaré llegar lo más lejos
posible, porque al fin y al cabo si haces algo debes ponerle empeño y
dedicación, ya que como dice el dicho “si haces algo, hazlo bien”.
Bueno
ya para terminar, solo quería decir que tanto el sueño de ser futbolista como
el de llegar a ser alguien en el deporte en general, no se pueden comparar con
mi verdadero sueño, el de volver a mi infancia y regresar a los momentos donde
fui feliz.