Hay historias que la gente cuenta y uno no sabe si son reales o inventadas. Pero igual, te dejan una sensación rara. Esta es una de esas historias. Todo empieza de forma simple: un día estás en tu casa y notas que hay una puerta que nunca antes habías visto. Un cuarto que no debería estar ahí. Al principio, piensas que estás despistado, que simplemente no te habías fijado. Pero hay algo extraño. La puerta es antigua, el pomo está un poco oxidado… y, sin saber por qué, te da mala espina. Como si siempre hubiera estado allí, pero tú no la hubieras notado hasta ahora. La mayoría de la gente la ignora. Pero si prestas atención, empiezan a suceder cosas raras.
Olivia era una chica que se mudó a otra ciudad. Encontró un piso pequeño y asequible que tenía salón, cocina, baño y dormitorio. Pero, dos semanas después, apareció la puerta. Estaba en el pasillo, justo frente al baño. Era una puerta vieja, blanca, con el pomo oxidado.
Olivia sabía que esa puerta no estaba allí antes. Al principio, no le dio mucha importancia. Pensó que probablemente no se había fijado bien, que a lo mejor estaba tan cansada de mudarse que no había reparado en ese pequeño detalle. Pero, al abrir la puerta, se encontró con algo aún más extraño. El cuarto estaba completamente vacío. Un suelo de madera, paredes blancas, sin muebles, sin ventanas.
Esa misma noche, Olivia oyó un pequeño golpecito, como si alguien tocara la puerta desde dentro. Se levantó rápidamente y fue a abrir, pero no había nadie dentro del cuarto. Al principio, pensó que todo había sido fruto de su imaginación.
Pero al día siguiente, el pomo estaba caliente, como si alguien lo hubiera tocado. A veces, Olivia sentía una respiración suave cuando pasaba cerca de la puerta o notaba una corriente de aire frío saliendo de allí.
Pasaron
los días y empezaron a suceder cosas aún más extrañas. Un día, cuando
entró al cuarto, vio que algunos objetos estaban fuera de lugar o que no
estaban allí antes. Otro día, se dio cuenta de que su reflejo en el
espejo se movía un segundo después que ella.
Olivia, como muchos antes que ella, intentó ignorar la puerta durante un tiempo. Pero una noche, se dio cuenta de que ya no podía seguir así. Así que, aunque su corazón latía con fuerza, reunió valor y decidió abrirla de nuevo.
En el momento en que dio un paso adentro, una ráfaga de aire frío la envolvió. Se le erizó la piel y un escalofrío recorrió su cuerpo. Entonces, en una esquina del cuarto, vio algo. Era una figura, una persona quieta, mirándola. Olivia sintió que esa figura le resultaba familiar, pero no podía entender por qué.
La figura comenzó a girarse lentamente. Fue entonces cuando Olivia se dio cuenta de que era su propio reflejo, pero sin cara. No tenía ojos, ni boca, ni nada.
La figura empezó a acercarse a ella. Olivia seguía paralizada, incapaz de moverse. De repente, esa figura habló:
—Nunca saldrás de aquí.
Olivia estaba completamente congelada. Quiso gritar, pero no podía emitir sonido alguno. De pronto, la puerta se cerró de golpe, dejándola atrapada en la oscuridad del cuarto. La figura se acercaba más y más, hasta que todo se volvió completamente negro. Lo último que sintió fue que le faltaba el aire.
Al día siguiente, alguien fue a buscarla. Llamaron, pero no hubo respuesta. La puerta estaba cerrada, como si nunca se hubiera abierto. Y nadie volvió a ver a Olivia.
Así que, si algún día estás en casa y ves una puerta que no habías visto antes... no la abras. Y, sobre todo, no entres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario