domingo, 19 de mayo de 2013

Formas vienen, formas van (III)


 Seguimos recorriendo con Marina y Laura la galería de transformaciones. Esta vez nos fijamos en dos novelas: una de la Antigüedad y otra del siglo XIX.


NOVELA


El asno de oro de Apuleyo

Lucio es un hombre sumido en toda clase de vicios con un acusado interés por la magia. En castigo por sus desórdenes se ve metamorfoseado es asno hasta que, al cabo de cierto tiempo, en el que vive toda clase de aventuras, vuelve a su figura humana. 
La transformación del personaje es un castigo. Lucio busca fervientemente la oportunidad de ser testigo del uso de la magia. Su entusiasmo desmedido lo lleva a verse transformado en asno. El protagonista es convertido en asno por equivocación, ya que aunque él le había pedido a la criada de cierta bruja que lo transformase en búho, esta se equivocó de hechizo y lo transformó en el animal más inútil y menospreciado de todos.
Clasificamos esta transformación como involuntaria: se trata de un castigo impuesto a Lucio por indagar indebidamente en el tema de la magia; regresiva, pues nuestro protagonista se convierte en el animal más inútil de todos, el asno; sobrenatural, dado que Lucio, un ser humano, se convierte de la noche a la mañana en un animal por medios mágicos; repentina, ya que no se sigue ningún proceso de transformación; significativa, puesto que es un hecho que marca la historia entera; y accidental, ya que la criada no pretendía transformarle en un asno en un principio, sino que se trató de un accidente.

Pinocho, de Carlo Collodi

Gepetto, un viejo carpintero, deseaba que su última creación, “Pinocho”, una bonita marioneta de madera, pudiera convertirse en un niño de verdad. El Hada Azul le concedió el deseo, no sin antes advertir a Pinocho que para ser un niño de verdad debería demostrar que era generoso, obediente y sincero. Pepito Grillo le ayudaría en esta labor, él sería su conciencia.

Los días siguientes, en vez de ir al colegio, Pinocho se verá envuelto en una serie de malas aventuras llenas de desobediencias y mentiras. Pero en el fondo Pinocho tiene un buen corazón y gracias a Pepito Grillo se dará cuenta de todos sus errores. Al fin Gepetto consigue su anhelado deseo, que Pinocho se convierta en niño y Pinocho no vuelve a ser desobediente ni a portarse mal, ni a decir mentiras.

En Pinocho, se producen dos transformaciones: la primera de ellas, cuando el muñeco de madera toma vida propia, por el encantamiento del Hada Azul; y la segunda cuando esta lo transforma en un niño de verdad, tras el compromiso de Pinocho de ser un buen niño.
La transformación de Pinocho en niño de verdad es voluntaria, puesto que el deseo de Gepetto era que Pinocho se convirtiese en niño; de avance, ya que un muñeco de madera llega a ser un niño de verdad; definitiva, puesto que se hace humano para siempre; sobrenatural, ya que no es algo común que un pedazo de madera logre cobrar vida gracias a la intervención de un poder sobrenatural (el del Hada Azul); gradual, hasta llegar a ser un niño de verdad, antes se convierte en un muñeco con vida; significativa, porque marca el paso de ser un muñeco a un niño de verdad cumpliendo los deseos de su creador de ser padre; y accidental, ya que Gepetto no sabía que su deseo de que el muñeco se transformase en un niño de verdad se iba a hacer realidad.

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