jueves, 27 de septiembre de 2012

Un sueño tonto y no más


Vaya pesadilla, corriendo
con una bestia detrás....
(Nacha Pop, Lucha de gigantes)

¿Varían los sueños según las diversas épocas y las culturas? Luis Gil, uno de los mejores conocedores de la Grecia antigua, aborda este tema en su libro, excelente aunque no muy conocido, Oneirata. Esbozo de oniro-tipología cultural grecorromana (2002).  Su conclusión es que los sueños están relacionados de manera inevitable con la concepción del mundo de quien los vive, y esta a su vez depende de la civilización en que el soñador haya crecido.

Sin embargo, hay ciertos sueños que parecen producirse en las épocas y civilizaciones más diversas. Citemos dos de ellos: en el primero, el soñador descubre que puede volar (sale, quizá, por la ventana de su habitación, no sin dudar un instante si se arriesga o no a dar el salto). Esta movilidad mejorada contrasta con el segundo sueño, no menos común: el soñador intenta avanzar (huyendo de alguien o dirigiéndose a algún lugar deseable), pero el camino parece estirarse indefinidamente, y por muchos esfuerzos que haga viene a encontrarse en el mismo sitio, incapaz de todo progreso.

En los mitos griegos sobre el Hades encontramos un desarrollo imaginativo de esta escena en el castigo eterno que sufren ciertos criminales, como Sísifo y las Danaides: si el primero se esfuerza en vano por subir una piedra hasta lo alto de una colina, las segundas tratan de sacar el agua de un pozo con la única ayuda de un colador. Otros mitos menos conocidos insisten en la misma idea: Ocnos (que dio nombre a un libro de Luis Cernuda) teje eternamente una cuerda de junco, y su asno se la va comiendo a la misma velocidad que él la teje. Incluso el tormento de Prometeo (al que un águila le come cada día el hígado; pero la víscera vuelve a crecer durante la noche) parece un eco de este movimiento del sueño, que nunca llega a completarse.

Luis Gil cita como ejemplo de este tipo de sueño unos versos de la Ilíada de Homero. Sueños banales como los que puede tener el hombre moderno, los llama (página 15), y puede que el soñador, ya despierto, los considere en efecto banales, aunque la angustia y el terror con que se viven en el momento de la verdad no sean nada desdeñables.

Describe Homero cómo Aquiles persigue a Héctor alrededor de Troya: el héroe troyano sabe que va a morir y se deja llevar por la tendencia, muy comprensible, a escapar de la encerrona. Por muy pies ligeros que sea Aquiles, el miedo torna liebre a su adversario:

Y tal como en sueños no puede uno a otro seguirlo que escapa
(ni puede escapar el que huye ni el otro tampoco lo alcanza),
tal él no podía atraparlo ni aquél zafarse a su ansia. 
(Ilíada 21: 199-201, tr. García Calvo).









1 comentario:

  1. Hola!! Qué agradable sorpresa ver que el IES Augustóbriga tiene un blog!! Y además, tan interesante...
    Enhorabuena
    Un saludo

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