sábado, 9 de febrero de 2013

Diez poetas americanos hablan de amor


Siguiendo con la serie de poemas de amor, los diez que siguen son de otros tantos poetas hispanoamericanos del siglo XX (ya XXI). ¡Buen provecho y feliz conjetura!

1. Yo tuve, en tierra dentro, una novia muy pobre:
ojos inusitados de sulfato de cobre.
Llamábase María; vivía en un suburbio,
y no hubo entre nosotros ni sombra ni disturbio.
Acabamos de golpe: su domicilio estaba
contiguo a la estación de los ferrocarriles,
y ¿qué noviazgo puede ser duradero entre
campanadas centrífugas y silbatos febriles?

2. Ella se puso muy pálida; yo me quedé taciturno;
fue a suspirar a la luna mi vaguedad metafísica...
Se extenuaba en un sollozo la evocación del Nocturno...
Y ella engarzó su cabeza entre sus manos de tísica.

Un frío de tempestades nevó el recuerdo en su frente:
—¡No llores —le dije—, ven! —¡y yo lloraba también...!
—¿Qué te ha herido? —¡y en la sombra destacose fieramente
la dentadura del monstruo que despedazó a Chopin!

3. ¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía,
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
¡Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la Fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió ...como gota que se vuelve a la mar!

4.  La buena estación los junta
con una lánguida ebriedad de instinto.
Ella tiene la cabeza hecha un laberinto.
Él le ve a cada lápiz un soneto en la punta.
Ella es blonda y un poco cejijunta.
Él es moreno y se llama Jacinto.

5. Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso. 

6. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor y tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el último dolor que ella me causa
y estos sean los últimos versos que yo la escribo.

7. A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: la amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡La quiero tanto!
A veces tengo ganas de ser niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor rompiéndome el pecho,
una flor, y decir: esta flor,
para usted. 

8. Tal vez amar es aprender
a caminar por este mundo.
Aprender a quedarnos quietos
como el tilo y la encina de la fábula.
Aprender a mirar.
Tu mirada es sembradora.
Plantó un árbol. Yo hablo
porque tú meces los follajes. 

9. Yo que tantos hombres he sido, no he sido nunca
aquel en cuyo amor desfallecía Matilde Urbach.

10. Cuando apoyo mi oído
en el caracol de tu oreja,
escucho el mar de tu corazón.




5 comentarios:

  1. 1. Ramón López Velarde.
    2. Rubén Darío.
    3. Amado Nervo.
    4. Leopoldo Lugones.
    5. César Vallejo.
    6. Pablo Neruda.
    7. Nicolás Guillén.
    8. Octavio Paz.
    9. Jorge Luis Borges.
    10. Jairo Aníbal Niño.
    Mar Sánchez, 4º B.

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  2. ¡Casi perfecto! Falla uno: el 2 no es Rubén Darío, aunque sí un poeta muy admirado por este (y por Juan Ramón Jiménez).

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  3. Entonces, es Julio ¨Herrera y Reissig.

    Mar Sánchez,

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  4. Ahora sí. ¿Y la autora del texto 7, en la otra entrada?

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  5. Silvia Ugidos.
    Mar.

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