lunes, 25 de marzo de 2024

II Concurso de relatos cortos: Kairós

 KAIRÓS


Había una vez un chico llamado Hudson al que le encantaba la historia, leer sobre ella e imaginar cómo sería conocer a esos guerreros y dioses que tanto admiraba. También le encantaban los objetos antiguos, se podía pasar todas las tardes de tienda en tienda de antigüedades buscando reliquias de épocas muy arcaicas. Solía ir a casa de sus abuelos y explorar el desván polvoriento que tenían. Solo había cajas antiguas y recuerdos olvidados bajo capas de polvo.

Un día encontró una llave muy extraña, tenía forma alargada y con detalles muy finos, su peso era sorprendentemente ligero, pero su presencia era imponente, como si llevara consigo los secretos de siglos pasados. Llamó la atención de Hudson que mientras sostenía la llave entre sus manos pensaba qué podría abrir. Esa misteriosa llave provocaba en él curiosidad.

Decidió llevársela e investigar qué podría abrir. Abrió su ordenador y encontró información sobre una caja de ébano con una especie de dibujo de un reloj de arena en el centro. En la página web ponía que se encontraba en una tienda de antigüedades cerca de su casa, así que decidió ir.

A la vez que pasaba todo esto, en otra época muy muy antigua, concretamente en la época de los dioses, Ares (dios de la guerra) se encontraba en las lúgubres profundidades del templo, aburrido de las batallas constantes y anhelando algo más allá de la violencia. Sus ojos se posaron sobre una especie de caja negra de ébano que brillaba y parecía pedir que la abriese. Ares decidió llevársela y preguntar a los demás dioses.

Hudson llegó a la tienda de antigüedades; esta tienda se encontraba en una esquina de un callejón muy aterrador. Se quedó unos minutos en la puerta pensando en si era buena idea entrar, ya que la tienda no tenía muy buen aspecto. Reunió el valor necesario y entró.

Al entrar observó muchas estanterías colocadas de forma desordenada y creando pasillos por donde poder pasar. También vio muchos objetos que nunca había visto antes, eran raros y despertaban en él miedo. Siguió caminando y mirando a su alrededor, por instinto permanecía alerta. Llegó al mostrador de la tienda pero no había nadie ,solo una pequeña campanita se encontraba en el mostrador. Cogió la campana y la tocó. De repente salió de la trastienda una mujer, tendría unos 70 años, y se le quedó mirando. Detrás de ella también salía un gato negro al que le faltaba un ojo.

Se quedaron en silencio unos segundos hasta que Hudson decidió hablar , pero antes de soltar alguna palabra la mujer empezó a hablar y le dijo:

—Enséñame la llave. 

Hudson se quedó sorprendido y decidió enseñarle la llave. La anciana se quedó unos minutos observando la llave. Unos minutos después volvió a la trastienda y trajo la caja negra. Lo último que dijo antes de volver a la trastienda fue:

—Tik tak.

Ares fue preguntando a cada uno de los dioses pero ninguno sabía nada o no querían saber nada de aquella caja. Solo Cronos (el dios del tiempo) le advirtió sobre la caja, le dijo que tuviera cuidado porque el contenido de la caja podría ser peligroso y que se alejara de ella. Ares decidió hacerle caso y se deshizo de la caja pero a la mañana siguiente se encontró la caja en su dormitorio. La caja había vuelto a él por alguna razón desconocida. Probó de todas las maneras posibles para deshacerse de la caja pero nada, ella volvía a él.

Un día Ares estaba sentado en el río Aqueronte pensando en la caja, de repente un destello salió del fondo del río y una voz desconocida empezó a hablar. La voz decía:

—Ven, Ares.

Ares saltó al río y siguió la voz. La voz venía del fondo del río así que Ares cogió aire y bajó, seguía esa dulce voz que le llamaba, hasta que en el fondo encontró una llave brillante, la cogió y volvió a la superficie.

Una vez en tierra, se quedó observando aquella llave alargada que ya no le llamaba ni soltaba ningún sonido. Pensó que podría abrir aquella llave. Cayó en la cuenta de que era mucha coincidencia que hace unos días se encontrara con una caja negra cerrada con llave y a los días siguientes se encontrara con la llave, así que pensó que esa llave podría abrir aquella misteriosa caja negra. Volvió rápidamente a sus aposentos donde tenía la caja , la cogió e introdujo la llave y en efecto la llave entraba.Giró la llave y abrió la caja.

En su interior se encontraba una especie de reloj con muchos engranajes. El reloj estaba hecho con un oro muy antiguo. El marco del reloj estaba adornado con unas runas mágicas que se entrelazaban entre ellas. El reloj estaba cubierto por un cristal que, en lugar de mostrar la hora normal, mostraba los ciclos de la luna y los símbolos astrales cambiando todo el rato. De repente el reloj empezó a brillar demasiado y por arte de magia Ares había desaparecido.

De regreso a casa, Hudson le dio vueltas a lo que había sucedido en la tienda con la anciana.

Al llegar a su casa sus padres le preguntaron dónde había estado y él les dijo que había estado en una librería que solía visitar muy a menudo. Subió las escaleras rápidamente y se metió en su habitación. Se sentó en su cama, metió la llave en la cerradura de la caja, giró la llave y la caja se abrió. En el interior de la caja había un reloj. Hudson se quedó maravillado, era un reloj precioso.

De repente las manecillas del reloj empezaron a girar y a girar. Hudson no sabía qué estaba ocurriendo, cerró los ojos y cuando noto que el reloj dejaba de dar vueltas, abrió los ojos y delante de él apareció un hombre vestido con una armadura de bronce, un escudo, un casco y una lanza en su mano. Hudson pensaba que estaba disfrazado de dios griego. Los dos se quedaron atónitos. Hudson le preguntó quién era y él le respondió: 

—Soy Ares, dios de la guerra. Y tú ¿quién eres y cómo he llegado hasta aquí?

—Yo soy Hudson y no sé cómo has llegado hasta aquí.

Ares y Hudson llegaron a la conclusión de que todo lo ocurrido fue por culpa de la maldita caja. Hudson le contó de dónde sacó la caja pero Ares no entendía nada, así que decidieron volver a la tienda de la anciana para que les dieran una explicación y para averiguar cómo volver al Olimpo.

Ares se cambió de ropa, Hudson le dejó ropa vieja de su padre y salieron a la calle.

Se quedó impresionado con cómo era ese mundo, cajas con ruedas (coches), edificios altísimos... Todo era nuevo para él. Pasaron delante de un museo y justo había un gran letrero que anunciaba que había una nueva exposición sobre Grecia.

Por fin llegaron al callejón siniestro donde se encontraba la tienda, y entraron. Ares miraba hacia todos los lados preguntándose qué tipo de sitio era ese. Los ojos de Ares se posaron en una antigua espada forjada en oro. Se acercó para verla más de cerca pero de repente la anciana salió de la trastienda y dijo:

—Bienvenido, poderoso dios de la guerra. La espada que observas ha visto muchos conflictos a lo largo de los siglos.

Hudson se acercó a la anciana y le pidió explicaciones, le contó todo lo que había sucedido y le pidió que les ayudara para que Ares pudiera volver al Olimpo.

La anciana volvió a la trastienda y sacó otra caja, pero esta vez era de madera de pino. La caja tenía el mismo dibujo que la otra, un reloj de arena. Les entregó la caja y les dijo que tenían que encontrar la llave. Ares y Hudson le preguntaron a la anciana dónde podían encontrar esa llave. Y la anciana les dijo que tendrían que investigarlo ellos, pero que comenzaran su búsqueda en la antigua biblioteca, que se encontraba al lado del parque del lago.

Ares y Hudson se marcharon de la tienda con la caja. Más tarde llegaron a la biblioteca y entraron. Ares se dirigió a las estanterías llenas de libros polvorientos. Sin embargo, su instinto lo llevó a sumergirse en los textos antiguos.

Pasaron allí gran parte del día, hasta que Hudson encontró un libro en el que salían las cajas. El libro decía que el objeto que se encontraba dentro de la caja podía variar. La caja mágica, como guardiana de secretos y posesiones especiales, tenía la capacidad de adaptarse a los deseos y necesidades de quien la abriera.

Como el deseo de Hudson de conocer a algún dios era tan grande, la caja lo escuchó y lo hizo realidad. Al final del libro había un sobre y dentro del sobre estaba la llave. Cogieron la llave y salieron de la biblioteca.

Llegaron a un parque en el que había un gran lago , se sentaron y se plantearon si era buena idea meter la llave en la cerradura de la caja, pensaron que podría ser una trampa de la anciana. Al final decidieron probar a introducir la llave. Antes de girarla Hudson se despidió de su nuevo amigo. Al girar la llave todo empezó a girar y se escuchaba muy fuerte el tik tak del reloj. Cuando el tik tak dejó de sonar, Hudson abrió los ojos y se encontraba en su habitación y la caja y Ares ya no estaban.

Ares cuando también dejó de escuchar el tik tak del reloj abrió los ojos y se encontraba en el río Aqueronte con la llave en la mano. Tiró la llave al río y volvió al templo donde estaban los demás dioses. Decidió no contar nada a nadie, pero Cronos parecía saber todo lo ocurrido. Este viaje le ayudó a aprender cosas nuevas sobre los mortales y a no coger objetos mágicos del suelo.

En cuanto a Hudson , él tampoco contó nada a nadie y de vez en cuando volvía a aquella biblioteca antigua.

FIN

 

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