sábado, 30 de mayo de 2015

Diez cosas que odia Carla Plaza


1. Que se metan conmigo.
2. Odio a las personas que se creen mejores que nadie.
3. Odio los anuncios de política.
4. Odio las clases de piano.
5. Odio las películas de dibujos.
6. Odio las camisetas de rayas.
7. Odio los miércoles.
8. Odio el fútbol.
9. Odio a los cerdos.
10. Odio el color rosa palo.

Diez cosas que odia Lucía Marcos


 1. Odio que me mientan.
2. Odio que me insulten.
3. Odio a los envidiosos.
4. Odio a los mariachi de los bares.
5. Odio los anuncios de la tele.
6. Odio la música heavy.
8. Odio el tenis.
9. Odio hacer los deberes.
10. Odio la Fanta de limón.

Diez cosas que odia Alejandro García Quiroga


 1. Odio los anuncios largos de Ia televisión.
2. Odio que la gente me llame con sonidos.
3. Odio la gente que va de amigo.
4. Odio la alta mar.
5. Odio a la gente que va de chulo por la vida.
6. Odio que algunas cosas me salgan mal.
7. Odio las lentejas.
8. Odio estar castigado.
9. Odio los insectos que te pican.
l0. Odio los días de diario excepto el viernes.

jueves, 21 de mayo de 2015

Concurso de enigmas: adivina y pide tu premio

Estrenamos este curso, aquí y ahora, un nuevo concurso, inspirado en los clásicos de la televisión educativa. Se trata de adivinar el nombre de un personaje o de una obra, a partir de varias pistas. En este caso, vamos a proceder de este modo:

a) A partir de hoy, iremos publicando cada día una pista que os permita adivinar la respuesta a tres enigmas. (Habrá, pues, una pista para cada uno.) (Las pistas irán apareciendo en esta misma entrada, que se actualizará a diario.)
b) Las respuestas tenéis que enviarlas a través de los comentarios de la web, indicando vuestro nombre y curso.
c) La primera persona que resuelva correctamente un enigma, tendrá un punto. Quien logre resolver dos de ellos (o los tres), ganará el concurso.
d) Si después de dar todas las pistas, nadie adivina ninguno de los enigmas, el concurso quedará desierto.

Los tres enigmas, con sus pistas correspondientes, son los siguientes:

ENIGMA 1

1. Nací en marzo de 1879 en un país cuya capital es Berlín.
2. Se cuenta que tardé mucho en hablar.
3. El director del colegio le dijo a mi padre que no se preocupara por la profesión que iba a estudiar, pues yo nunca tendría éxito en nada.
4. No soy escritor, sino científico.

ENIGMA 2

1. Soy una novela cuyo título es un símbolo popular en España.
2. La persona que me escribió era, en cierto modo, transexual, aunque a pesar de ello ¡contrajo matrimonio tres veces y enviudó otras tantas!
3. Los padres de mi autor (o autora) eran de nacionalidades distintas, por lo que viajó y vivió en varios continentes y hablaba varias lenguas. Ni que decir tiene que con tanto casorio y tanto viajar, llevó una vida de lo más intensa.
4. Aparte de fértil novelista, quien me escribió se interesó por el folklore, afición que heredó de su padre.
5. Mi autora nació en 1796 en un país famoso por sus vacas y por sus bancos, y en 1877 murió en la ciudad en la que vivió Carmen, la de Merimée.

ENIGMA 3

1. Soy un cuadro, pintado entre 1482 y 1484.
2. Actualmente, estoy en la galería de los Uffizi de Florencia.
3. Se dice que mi autor quemó algunos de sus cuadros de tema mitológico, influido por un monje integrista muy carismático.
4. La diosa que aparece en mí da nombre a un día de la semana.

¿Y el premio? El premio esta vez lo eliges tú: el ganador podrá pedir el libro, DVD o disco que prefiera, y el centro adquirirá una copia para él y otra para la Biblioteca. (Se aplican las restricciones propias del sentido común: no pidáis productos descatalogados, de precio desorbitado o no aptos para lectores en edad escolar.)

viernes, 15 de mayo de 2015

Segundo concurso de manifiestos: Diez cosas que odio con toda el alma

Diez cosas que odio con toda mi alma.

Como el título indica, se trata de localizar diez elementos que tienen la virtud de sacarte de tus casillas, ofendiendo tu sentido de la justicia y la estética o poniendo a prueba tu paciencia. Aunque no está prohibido, pocas veces necesitarás razonar qué es lo que vuelve insoportable lo que denuncias: tu declaración apasionada bastará para que el lector te entienda perfectamente.

Puedes entregar tu trabajo a la persona que te dé clase de Lengua o dejarlo en conserjería, en un sobre. También puedes enviarlos a la dirección de correo bibaugustobriga@gmail.com Los trabajos pueden ir firmados con nombre y apellidos o con algún pseudónimo.

El texto tendrá la longitud que necesite. Se ruega utilizar procesador de textos, pues los manifiestos se irán publicando a medida que lleguen en este blog, para que los lectores puedan comentarlos y valorar anónimamente los que deseen, concediéndoles entre tres y diez puntos.
 
La fecha de entrega concluirá el día 1 de junio. En la semana siguiente, se hará recuento de las valoraciones recibidas y se premiarán los dos trabajos más notables.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Club de lectura: Marchando una de dragones



Marchando una de dragones


 I desired dragons with a profound desire.
(J.R.R. Tolkien)

Los dragones son fascinantes: atraen y aterran, al mismo tiempo. De hecho, su nombre procede de un verbo griego, dérkomai, que significa 'mirar fijamente'. Esta mirada draconiana, que paraliza a su presa, se aplica en la literatura griega a las serpientes, pero también a otras criaturas, como las águilas, la Gorgona Medusa o los terribles guerreros griegos y troyanos que se enfrentan en la Ilíada.

En griego antiguo, un drákon es una serpiente real, de las de verdad; pero también esas otras serpientes que aparecen en los cuentos, leyendas y mitos, y que sobrepasan lo real: serpentones grandes como castillos, a menudo dotados de alas y de patas, que arrojan fuego por la boca.

Los dragones suelen entrar en contacto con los hombres para apoderarse de lo que estos más valoran y desean: las jóvenes hermosas, las joyas y monedas y el acceso a recursos naturales (sobre todo, el agua). Se trata, pues, más que de un encuentro, de un encontronazo en toda regla. 

A menudo, como la Mafia y los estados modernos, el dragón propone a sus vecinos humanos un acuerdo, que consiste en no devorarlos o reducirlos a cenizas siempre y cuando le paguen puntualmente cierto impuesto, que suele ser una joven de gran hermosura. Una de las historias más conocidas sobre dragones, la de san Jorge, de origen medieval, cuenta precisamente cómo el héroe rescata a la doncella ofrecida al dragón dándole muerte a este, y después se casa con ella. En la mitología griega tenemos una historia muy similar, la de Perseo y Andrómeda. 

Al quedarse con algo que pertenece en justicia a los hombres, el dragón actúa como un usurpador: alguien que detenta un poder que no le corresponde legítimamente. Al enfrentarse con él, el héroe restituye por tanto el orden correcto de las cosas y devuelve a los hombres lo que es suyo. Sin embargo, es frecuente que las riquezas que han estado mucho tiempo bajo el dominio de un dragón queden por ello malditas, y que en vez de traer felicidad a los que las reciben, ocasionen infinidad de conflictos y muertes. Esto es particularmente cierto si lo que se rescata de las garras del dragón es precisamente un arma (generalmente, una espada), que todos los valientes del reino intentarán conseguir, matándose unos a otros para intentar establecer quién es el único que la merece.
El poder del dragón no reside solo en su enorme fortaleza: el poder fascinante de su mirada se extiende también a sus palabras, que suelen estar cargadas de una gran sabiduría, pero también de maldad. El dragón es un ser mucho más longevo que sus enemigos humanos, y por eso conoce a menudo muchos detalles sobre la historia del reino y la familia del héroe, que puede revelar cuando le conviene, generalmente para sembrar discordia y confusión. Si el héroe se deja dominar por su mirada hipnótica, el dragón puede convencerle para que ataque a los que hasta entonces eran sus aliados o seres queridos, o hacerle olvidar su propia identidad. 

En el Silmarillion de J. R. R. Tolkien se cuenta la historia de Glaurung, un dragón particularmente malvado que hace que una joven muy hermosa, Nienor, pierda totalmente la memoria; más tarde, ella se encuentra con su hermano, el gran héroe Túrin, pero ninguno de los dos conoce la verdadera identidad del otro. Los dos hermanos se enamoran y ella se queda embarazada. Túrin acaba matando al dragón, pero este, antes de morir, devuelve la memoria a Nienor: esta comprende entonces que ha concebido un hijo de su propio hermano, e incapaz de soportarlo, se suicida. Túrin la sigue poco después. 

En otra obra de Tolkien, El hobbit, un dragón (Smaug) se ha apoderado del tesoro que pertenece a una familia noble de enanos. Al intentar recuperarlo, los enanos provocan sin querer que el dragón ataque a una ciudad cercana, que resulta destruida casi por completo. Aunque el dragón muere durante esta incursión, las riquezas que han estado bajo su poder causan después la locura del rey de los enanos y un enfrentamiento horrible entre varios pueblos (humanos, enanos, elfos) que deberían ser aliados.

Como los héroes, los dragones, por poderosos que sean, suelen tener un talón de Aquiles (llamado así porque, efectivamente, el único punto donde se podía herir de muerte a Aquiles era el talón). Su cuerpo suele estar cubierto de escamas duras como el metal (o metálicas, directamente), pero hay algún punto que estas no cubren. Otra posibilidad es que el héroe introduzca su espada a través de la boca abierta del dragón, llegando así hasta su cerebro.

El hecho de que el dragón exija como víctima a una joven hermosa (y virgen) sugiere que no pretende devorarla, sino convertirse en su esposo, algo que no nos resulta tan extraño si pensamos en la larga tradición de historias sobre bellas amadas por Bestias que las tienen prisioneras (una historia que tiene también su versión realista: pensemos en Átame, de Pedro Almodóvar, donde un loco rapta a su actriz favorita para que llegue a conocerle mejor y se enamore de él). 

Luis Alberto de Cuenca da una vuelta de tuerca inteligente y muy divertida a estos amores entre la princesa y el dragón en este poema, incluido en su libro de 1996 Por fuertes y fronteras


LA PRINCESA Y EL DRAGÓN

Ataban a unos postes de madera
a las chicas más guapas del país
para aplacar la cólera del monstruo.
El pueblo andaba muy soliviantado,
y el rey, que era bastante más demócrata
de lo corriente, dijo a la princesa:
«Te toca, niña mía. No te oculto
que es duro para mí, pero la patria
te llama y no hay remedio. Así que ponte
el traje blanco de los cumpleaños
y ¡a la estaca!» Eso dijo, y la verdad
es que el dragón andaba últimamente
de lo más desalmado: una princesa
tal vez podría sosegarlo un poco.
Dicho y hecho. La niña, en plan Angélica,
pero sin esperanza de Ruggiero,
subió al cadalso que su patriotismo
le imponía. La gente de la calle
dejó de protestar. Y desde entonces
el dragón no salió de su caverna.

Veinte años después, el rey moría
sin descendencia, y el dragón, ya viejo,
se presentó en la corte con su esposa,
dos hijas (rubias como el trigo rubio,
con la piel escamosa y negras alas)
y un grupo de vistosas treintañeras.
Alegaba derechos sucesorios
al trono del país y prometía
cosas como el sufragio universal,
la igualdad ante la ley, las reformas
fiscal y agraria, la enseñanza pública...
El pueblo le entregó inmediatamente
las riendas del Estado. Y la princesa,
más hermosa que nunca, se miraba
en los ojos saltones de su esposo
y se sentía la mujer de Dios.