viernes, 22 de enero de 2016

La Belle au bois dormant: dos rasgos de estilo en los cuentos de Charles Perrault

Hace unos días, el 12 de enero de 2016, google le dedicaba el siguiente doodle a Charles Perrault, el escritor francés que popularizó cuentos como La bella durmiente, Caperucita Roja o El gato con botas. Hacía 388 años de su nacimiento, un 12 de enero de 1628:

En el club de lectura hemos hecho nuestro pequeño homenaje a Perrault leyendo, en versión original y sin censura, La bella durmiente del bosque, que apareció publicado en su compilación Cuentos de la mamá ganso (1697). Y a nuestras lectoras les ha encantado, porque aunque conocían el relato en su múltiples versiones (incluida la edulcorada de Disney), les ha llamado la atención el estilo con que modula el escritor francés esta historia que en realidad pertenecía al folklore. Así lo atestigua el hecho de que los hermanos Grimm (ellos sí, folkloristas, cazadores de historias orales) lo recogieran bajo la denominación Dornröschen casi dos siglos después. 
El incipit o principio del relato es el que se espera: "Habia una vez un rey y una reina que no tenían hijos". Pero enseguida Perrault se sirve de un recurso que la retórica clásica denomina praeteritio (o lo que es lo mismo, referir que no puedes decir algo y sin embargo decirlo, con lo que llamas la atención sobre lo contado) para marcar el tono en que va a materializar la historia: "estaban tan tristes, tan tristes, que no hay palabras para pintar su pena. Fueron a todos los balnearios habidos y por haber; hicieron rogativas, peregrinaciones, novenas, todo se intentó, pero en vano". Pero, ¿cómo que no hay palabras para pintar su pena? Los escritores tienen a su disposición todo un armamento lingüístico, la enorme riqueza verbal de las lenguas, para construir su relato. No lo hace porque quiere distanciarse, tomar perspectiva, y que nosotros, lectores, seamos conscientes que detrás de esta materia narrativa hay "palabras" y que él, como narrador, va a "pintar" su relato.
Y a continuación tenemos la primera muestra de su manipulación estilística: este rey y esta reina no están flotando en el tiempo indeterminado de los cuentos populares, sino que asisten a los lugares a los que comúnmente irían los cortesanos de su época a pedir un hijo: balnearios, peregrinaciones, rogativas. De la misma manera, un poco más adelante, cuando la Bella Durmiente se desvanece al atravesarle la mano la aguja del huso, el procedimiento de primeros auxilios es el que se haría a las mujeres de la época: "le echaron a la princesa agua en el rostro, le aflojaron las ropas, le pegaron golpecitos en las manos, le frotaron las sienes con agua de la reina de Hungría". El agua de la reina de Hungría era un extracto aromático con efectos tonificantes y por lo visto fue muy utilizado en la Corte del rey Luis XIV. Perrault fue funcionario de esta Corte, así que os podéis imaginar qué sensación les provocaría a los lectores (u oyentes) cortesanos de la época saber que intentaron despertar a la Bella Durmiente con un perfume de moda en el momento. Para que lo entendáis, es como si en una versión actualizada del cuento dijéramos que llamaron al 112. Un poco más adelante, cuando el Príncipe halla a su Princesa dormida, se la encuentra con un vestido de hace 100 años, y el joven percibe que su atavío no sigue la moda de entonces, la de la Corte del rey Luis XIV, bastante más indecorosa: "estaba completamente vestida y aderezada con gran magnificiencia, pero él se guardó prudentemente de decirle que el cuello alto que llevaba le recordaba los de los vestidos de su abuela". ¿Y qué decir de la petición de la madre del príncipe, cuando solicita a su cocinero que quiere comerse a su nuera, la Bella Durmiente, y a sus nietos "en salsa verde"? Es como si ahora un ogro pide aderezar a su víctima con ketchup.
Quizá sea este es el rasgo estilístico de Perrault más acertado, su distanciamiento. Él, como narrador, quiere que nosotros lectores, percibamos que sigue contando, que está trabajando la materia narrativa, como un escultor cincela la piedra o un pintor mezcla los pigmentos. Y para ello se vale de lo que el ensayista francés Roland Barthes ha denominado un "codazo al lector", una llamada de atención, una palmadita en la espalda que nos hace cómplices del propio narrador. Y así, Perrault destaca que siete hadas fueron invitadas al bautizo "para que cada una de ellas le otorgase un don, como siempre acostumbraban a hacer las hadas en aquellos tiempos", o que "todo esto ocurrió en unos instantes: las hadas despachan volando su cometido", que "a un príncipe joven y enamorado jamás le abandona el valor", o que "la poca elocuencia y el mucho amor son dos buenos aliados para introducirse en los corazones". Estas generalizaciones, realizadas además casi siempre en presente gnómico o atemporal, nos obligan a aceptar lo dicho por el narrador (no hay posibilidad de fisuras, no podemos no estar de acuerdo), pero nos sitúan a su misma altura, nos hacen su cómplice, pues nos da la mano y nos lleva a su terreno. Perrault quiere que nos sintamos  lectores privilegiados, que contemplan el relato desde su misma altura.



miércoles, 13 de enero de 2016

Club de lectura.15 de enero: comenzamos...

Club de lectura.15 de enero: comenzamos...

¿Habrá alguien en nuestro mundo occidental que no haya oído hablar de La bella durmiente del bosque? En este segundo trimestre, en el club de lectura os proponemos adentrarnos, disfrutar, aprender y, sobre todo, volver a mirar con ojos nuevos este cuento considerado "infantil". Aunque, ya avisamos desde aquí,  después del primer trimestre a todos nuestros seguidores les quedó claro que los cuentos infantiles tradicionales a menudo tienen poco de infantil, y tras una primera y sutil capa de pintura hay un sustrato de lo más interesante...
Así que, a lo largo de las próximas semanas, leeremos en nuestro club las distintas versiones del relato y trataremos de dilucidar qué pertenece a cada autor (Giambattista Basile, Charles Perrault, Jacob y Wilhelm Grimm), veremos cuáles son los orígenes grecolatinos, hebreos e hindúes de algunos de los motivos del cuento, analizaremos su organización ayudándonos de la crítica literaria (volveremos a Propp seguro), lo diseccionaremos desde el psicoanálisis y la crítica feminista (pues ahí hay mucho que decir), y revisaremos las distintas versiones (pictóricas, musicales y fílmicas) que nos ha dejado el cuento a lo largo del siglo XX.
Y seguro que, desde esta durmiente, visitaremos a otros durmientes y soñadores del universo literario.
Ya sabéis que para nosotros (Alejandro y Carolina) esto es un juego. Se trata de acercarnos a los textos literarios desde otra perspectiva, sin pensar en exámenes, clases, currículos. Queremos compartir con vosotros, los alumnos, ese maravilloso hecho que es el acto de leer. Por eso tampoco olvidamos que sois vosotros quienes hacéis posible esta curiosa aventura, y tenéis mucho que decir. Os invitamos a todos a acomparñarnos en el viaje.
El viernes 15, durante el recreo, en el Departamento de Lengua. Os esperamos. 

lunes, 11 de enero de 2016

Cuarto concurso de sueños

Cuarto concurso de sueños

He soñado que soñaba;
¿acaso sin despertarme?
(Antonio Machado)


A Dream Within A Dream. Cuarto concurso de sueños

1. Podrán presentarse a este concurso de sueños cuantos soñadores así lo deseen, preferiblemente despiertos y residentes en el Campo Arañuelo. Habrá dos categorías: A. Soñadores que se presenten al concurso. B. Soñadores que no se presenten al concurso. Estos últimos parten, obviamente, con cierta desventaja.

2. Los sueños podrán presentarse en cualquier formato que resulte apropiado para trasmitir al lector, espectador u oyente la sensación de extrañeza y maravilla propia del género. Esto incluye, por ejemplo, sueños relatados en prosa o en verso (acompañados o no de ilustraciones), fotografías coloreadas o tratadas de algún otro modo, collages, composiciones musicales (con o sin letra), vídeos y eso otro que tú, noble lector, estás pensando, pero que a nosotros aún no se nos ha ocurrido.

3. Los sueños se depositarán, con o sin testigos, en el Cofre de los Sueños que se habilitará en la Biblioteca del IES Augustóbriga, sin indicación alguna de autoría, hasta el día 1 de febrero (incluido). Podrán también enviarse a la cuenta de correo augustobriteca@gmail.com con el ‘asunto’ Concurso de sueños.

4. Durante los días que van del 1 de febrero al 15 de febrero, los trabajos permanecerán expuestos en la página web de la Biblioteca (http://biblio-augustobriga.blogspot.com.es). Todas las personas que lo deseen podrán calificar de 1 a 10 cuantos sueños deseen, utilizando para ello el formulario que se pondrá a su disposición: constituirán así la asamblea anónima de soñadores que servirá de juzgado a este certamen.

5. Los trabajos que, al obtener la mayor puntuación, resulten ganadores (y quizá también los que no) se harán inevitablemente famosos y harán felices a las buenas gentes, lo que constituye el mejor premio al que cualquier autor pueda aspirar. Pero, por si eso fuera poco, en la tercera semana de febrero los participantes encontrarán sobre la mesa central de la Biblioteca los regalos que los Grandes Transparentes tengan a bien preparar para ellos, con la fórmula Para el autor de… Cualquier persona que se haya sentido conmovida por algún sueño y desee dejarle a su autor un regalo a modo de réplica está invitada a hacerlo.

jueves, 7 de enero de 2016

La princesita (Le Mans)

Una última (y sobrevenida) entrega a nuestra serie de damiselas encerradas en torres. La novedad es que en esta canción del grupo Le Mans (incluida en su disco Aquí vivia yo, de 2004) es la propia prisionera la que cuenta su historia:



 Aquí encerrada estoy,
sola en mi torre.
Bella princesa soy,
el viento corre.
No sé qué día es hoy;
sentada en el balcón,
las tardes largas son.
Me aburro de bordar,
soy una linda flor 
que en primavera
no tiene ya color,
tan lastimera,
pues se muere de amor.
Suspiro en un rincón,
pues ya no sé llorar:
no he visto nunca el mar.

lunes, 4 de enero de 2016

Torres más altas cayeron

La torre es un símbolo ambiguo desde el punto de vista sexual. Resulta evidente su simbolismo viril (que nos hace toser cuando vemos cómo varias ciudades rivalizan a ver quién levanta la torre más alta), que se vuelve más sutil (se sublima, diría Freud) cuando la torre pasa a representar la autoestima del rey, mago o artista que la levanta, como una imagen visible de su aspiración a elevarse al mundo superior de los espíritus y destacarse, como diría Rubén Darío, del vulgo municipal y espeso. El atentado del 11-S contra las Torres Gemelas de Nueva York actualiza de forma trágica este simbolismo: fue como una patada contra el honor de Estados Unidos, cuya grandeza se asimilaba metafóricamente, a través de ese acto terrorista, con la torre de Babel o con la torre herida por el rayo del Tarot.

La revista de humor La Codorniz, que se publicó en España entre 1941 y 1978, tenía constantes problemas con la censura franquista, pero en ocasiones lograba colarles un gol a los encargados de mantener a raya a la publicación. Una de esas veces fue cuando el dibujante Enrique Herreros dibujó a una hermosa mujer en traje de baño frente a la emblemática torre inclinada de Pisa. El dibujo era completamente inocente —hasta que uno caía (los censores no lo hicieron) en que la torre del dibujo no estaba inclinada, sino completamente (e)recta.

Pero la torre es también un símbolo femenino. Dentro de la alegoría que convierte la seducción en un asedio militar, una conquista, el amante decidido a lograr el corazón de una dama ve en el orgullo y el pudor de esta una fortaleza o torre que él debe minar o derribar. La metáfora afecta también al físico de la dama: la torre representa a la vez su altura (eres alta y delgada, morena) y su altanería, y se identifica a menudo con su talle o con su cuello, retomando el simbolismo bíblico de la torre de marfil.

En la poesía española de tradición oral encontramos a menudo este uso de la torre como símbolo de la dama que se resiste al asedio masculino:

Anda, ve y dile a tu madre,
si no me quiere por pobre,
que el mundo da muchas vueltas
y ayer se cayó una torre.
(Tradicional)

Moralita, gentil moralita,
tanto orgullo no de debes tener,
porque al fin eres una de tantas
y torres más altas se han visto caer.
(Tradicional)

Federico García Lorca, siempre atento a la poesía popular, estiliza el símbolo al presentarnos en uno de sus romances, Arbolé, arbolé, a un conquistador (el viento, personificado) que se enamora de una muchacha y la galantea. El narrador nos presenta así a la niña y su pretendiente:

La niña del bello rostro
está cogiendo aceituna.
El viento, galán de torres,
la prende por la cintura.

Pero, como todos los símbolos, también este es reversible. Bécquer le da la vuelta al identificarse con una torre que desafía con su solidez al huracán, imagen de la amada acostumbrada a arrasar con todo y con todos con su belleza:

XLI

Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!...
¡No pudo ser!

Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!...
¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!


También el tema de la prisionera encerrada en la torre puede sufrir un cambio de género. En La vida es sueño es un joven príncipe, Segismundo, quien yace en una torre, encerrado porque las estrellas han anunciado a su padre, el rey Basilio, que si queda libre se convertirá en un tirano. La torre donde Segismundo está embotellado recuerda a las botellas u ollas arrojadas al mar donde Salomón, según la tradición, encerró a los genios malignos para que no pudieran hacer daño a la humanidad.