lunes, 25 de febrero de 2013

Entrega de premios este viernes en la Biblioteca


Este viernes 1 de marzo en el recreo procederemos (por fin) a la entrega de los premios del concurso de sueños y del concurso de declaraciones de amor en la Biblioteca. Recordad que en el caso del concurso de sueños, todos los que habéis valorado los sueños podéis traer el regalo que queráis y dejarlo sobre la mesa, con un papel que indique 'Para el autor de...' (el relato o dibujo que os haya gustado). No obstante, habrá tres ganadores oficiales, que se elegirán teniendo en cuenta las votaciones que los lectores de este blog habéis hecho, y que aún podéis hacer, hasta el jueves a mediodía en que haremos el cómputo de los votos emitidos.

martes, 19 de febrero de 2013

Novedades

En nuestra biblioteca, ya estamos puntuando los relatos de sueños y los dibujos. Pronto tendremos nueva decoración.
Continuad visitando esta sala y hojeando las novedades que van colocándose en la estantería más cercana.


lunes, 18 de febrero de 2013

Robinson Crusoe


Algunas obras literarias llegan a ser tan populares a través de sus versiones cinematográficas o de otros medios, que uno tiene una idea aproximada sobre su contenido aunque no las haya leído. Tal es el caso, por ejemplo, de El Quijote, Drácula (de Bram Stoker) o Romeo y Julieta.
Sucede lo mismo con Robinson Crusoe, la obra más conocida de Daniel Defoe (1659-1731), publicada en 1719 y considerada a veces la primera novela inglesa (entiéndase: la primera novela moderna; recordemos que La muerte de Arturo de Thomas Malory, novela de caballerías, es de 1485). Del mismo modo que Drácula es el espejo de todos los vampiros, o Sherlock Holmes de los detectives, Robinson ha quedado en el imaginario colectivo como el náufrago por excelencia: un hombre mañoso  que sobrevive en un entorno hostil y reflexiona en su soledad sobre el sentido de la vida, la naturaleza y Dios.
Si echamos un vistazo a la trama de la obra, veremos que esta vez la idea popular sobre la misma coincide bastante con la realidad, aunque hay detalles interesantes que conviene rescatar y valorar.

Robinson Crusoe es un joven rebelde que a los 19 años se hace a la mar para escapar al futuro que sus padres le han diseñado: abogado. Una y otra vez, los barcos en que navega naufragan, pero el joven Robinson ama tanto el mar que no se lo tiene en cuenta. En una de sus singladuras, unos piratas marroquíes asaltan su nave y lo capturan: Robinson acaba en tierra, convertido en esclavo de un moro con el que no hace buenas migas. A la mínima oportunidad, escapa en un bote y consigue que lo recoja un barco portugués que se dirige a Brasil. Allí se convierte en dueño de una plantación, pero enseguida se aburre de su suerte y se hace otra vez a la mar en 1659, esta vez con un empeño políticamente incorrecto: capturar negros africanos para venderlos como esclavos en América.
El plan, que desagrada al lector moderno, tampoco convence a la Providencia: el barco se hunde y sus restos van a parar a una isla cercana a la desembocadura del río Orinoco, en Colombia. Como antaño los de Ulises, todos los compañeros de Robinson mueren. Él mismo no se encuentra muy bien: su primera iniciativa, además de poner a salvo las armas y herramientas que logra salvar del barco, es bautizar su nuevo hogar como la Isla de la Desesperación.
Sin embargo, el que desespera, espera. Crusoe excava una cueva y va montando en torno a ella una vivienda y almacén. Para no perder el sentido del tiempo, inventa un calendario: una cruz de madera en la que va haciendo una muesca cada día. Con paciencia, va desarrollando múltiples talentos y actividades: aprende a criar cabras, crear utensilios con barro, piedra y madera y hasta forma una familia rudimentaria, adoptando a un loro.
Le acompaña, también, un único libro: la Biblia. Con sus necesidades cubiertas por la naturaleza y su ingenio, Crusoe se da a la lectura y se descubre devoto de Dios, agradeciéndole la oportunidad que le ha dado para conocerse a sí mismo con toda la paciencia del mundo.
Su soledad, sin embargo, no es eterna. Un día, sin dejarse ver, sorprende a unos visitantes que acuden a la isla: se trata de unos indios que llevan prisioneros a otros indios, con no muy buenas intenciones: matarlos y comérselos. De primeras, Robinson juzga que los caníbales merecen la muerte, pero después le entran dudas: si no conocen la Revelación, probablemente no sepan que la antropofagia es un pecado grave. Puede que hasta la consideren una práctica sana y virtuosa.
Crusoe decide, eso sí, liberar al menos un prisionero, un indio al que llama Viernes por el día en que lo encontró, y al que formatea a su gusto: lo civiliza enseñándole la lengua inglesa y el cristianismo y disfruta del agradecimiento del salvaje, que es feliz cumpliendo todos sus deseos.
Tiempo después, los caníbales regresan a la isla a celebrar uno de sus banquetes. Robinson y Viernes logran matar a casi todos y liberan a dos prisioneros. Uno de ellos es el padre de Viernes y el otro un español, que les cuenta que hay más marineros españoles en el continente. Pronto tienen un plan: el padre de Viernes y el español volverán con los marineros, construirán un nuevo barco y pasarán por la isla a recoger a Robinson y Viernes.
Sin embargo, antes de que pase este barco aún por construir, llega otro: una nave inglesa cuya tripulación se ha amotinado. La idea de los insurrectos es abandonar al capitán en la isla, una práctica tan habitual que hasta tiene su propio verbo en inglés: maroon. Crusoe ayuda al capitán a recuperar el control de su barco. Al final, son los insurrectos,recalcitrantes los que acaban abandonados en la isla, aunque Robinson les da unas clases sobre cómo apañárselas y les asegura que tendrán visita en breve.
Ya en Inglaterra, a la que llega en el verano de 1687, Crusoe consigue cobrar las rentas de su plantación brasileña y se convierte en un potentado. Decidido a no viajar más por mar, su última aventura tiene lugar en las montañas: él y su fiel Viernes cruzan los Pirineos y logran poner en fuga a una manada de lobos hambrientos.

viernes, 15 de febrero de 2013

Concurso de sueños: El viajero y la maldición de Anubis (Mari Ángeles Alonso)


El viajero y la maldición de Anubis

Un viajero que ama explorar por explorar sube una montaña rocosa llena de cráteres pequeños. Los hay de hielo y de oro fundido y los va esquivando muy rápidamente. En la cima divisa una pirámide con una piedra roja.

Es de noche y el viajero llega a la cima, donde hay un pequeño desierto de arena. En medio hay una tienda y fuera de ella un saco de dormir. Hace frío.

“Qué suerte he tenido, ya estaba cansado de explorar, seguiré mañana” —piensa el viajero.

Se mete en el saco y se duerme.

Ya ha amanecido y el viajero duerme a pierna suelta a pesar del calor. Se abre la tienda y aparece Anubis, el dios de los muertos. Mide más que una persona alta, va vestido de morado y tiene cabeza de chacal. El viajero despierta y se le encuentra enfrente.

—¿Qué haces aquí? Este es mi desierto y nadie puede dormir en mi tienda —dice un poco enfadado.
—Perdóneme, no lo sabía, sólo vengo de paso y ahora me voy —dice el hombre, incorporándose asustado.
—Tú no te vas a marchar. Yo te maldigo; nunca podrás abandonar este lugar.

Levanta un enorme báculo con una piedra azul y descarga un torrente de energía. El viajero se convierte en un fénix rojo, pero no está envuelto en llamas y es muy feo (o se siente así). Está agarrado a una columna con las patas y no puede moverse.

Tras permanecer varios años prisionero, cierto día otro viajero llega a la tienda. El dios le da la bienvenida y se mete dentro de la tienda, dejándole solo con el fénix, un ser que al otro viajero le parece muy curioso. Lo toca y el fénix empieza a arder y a desprender luz hasta que se transforma en hombre.

—Vámonos —dice el segundo viajero.

El viajero, liberado del hechizo, lo sigue. Nunca olvidará quién le ha devuelto la vida y la felicidad.

Concurso de sueños: Sueño (Marcos Carrasco)


Sueño

Todo es extraño. Allá en el horizonte se vislumbran dos soles, uno cayendo y otro elevándose. El paisaje, desértico, árido, llega hasta donde mi vista alcanza. Solo hay dos o tres árboles visibles en el vasto terreno. Pero lo más inexplicable es que el fin de este mundo está cercano a mí. Comienzo a caminar y al pisar parece que la arena son planchas de metal. Tras un minuto aproximado de un lento paseo me topo con algo que me impide pasar. Tras caer al suelo con un intenso dolor de cara, producido por el fuerte impacto contra aquel obstáculo, comienzo a seguir esa pared, que parece cristal, hasta el mismo punto donde comencé la trayectoria. Extrañado y angustiado al ver que me encuentro encerrado, pierdo los nervios y comienzo a golpear esa fortaleza que me produce ansiedad. Mis esfuerzos no sirven de nada pero tras una fuerte patada todo cambia. Un fuerte estruendo me ensordece y la imagen del desierto desaparece. Ahora todo es blanco. Es entonces cuando en el centro de esa jaula de unos cuantos metros cuadrados veo cómo un fragmento de esa pared de cristal irrompible comienza a abrirse. De la más profunda oscuridad, un ser aparece y se dirige hacia mí. El terror se apodera de mi ser. A paso lento avanza hacia mí un hombre vestido de blanco cubierto de sangre y babas. Pero lo que más me aterroriza es que esa persona ha sido decapitada. No se ve en él cabeza, y en el cuello se distinguen las marcas que al parecer han producido cuchillas desafiladas oxidadas. Ya está cerca de mí. No puedo escapar. Sus viejas y sucias manos hacen contacto con mi piel y con la fuerza propia de un gigante de acero me lleva hacia la puerta que se había abierto y por la que me llevaba al final de mi vida. Un grito de espanto, largo y potente, sale de mi garganta y la caja de cristal comienza a quebrarse. A unos centímetros de salir de ese lugar, pero adentrándome en la oscuridad, todo cae. Y a al vez que caen esos cristales afilados el sueño se derrumba y aparece la realidad.

lunes, 11 de febrero de 2013

Concurso de sueños: Cifras y letras (Anónimo)


Estimado lector,

en una ocasión tuve un sueño, las letras eran números, los números eran letras, todo distorsionado... unos, ceros, cincos, todo era un caos, no entendía a nadie, parecía más una pesadilla, todo el mundo gritándome, humillándome, en ese momento desperté, de ese sueño te he dejado constancia hoy, mas de una historia de la mente saqué una conclusión: «idiomas diferentes, todos iguales, hables con números o con letras, respétalos de la misma manera que te respetas».

Concurso de sueños: Un sueño extraño (Miguel Bermejo)


Un sueño extraño

Era una noche fría de invierno, y estaba dormido en mi cama y aparecí en un bosque. Buscaba rastros de vida y no encontré nada ni a nadie. Y de pronto vi a un lobo corriendo hacia una cueva, le intenté seguir pero el miedo tenía paralizadas mis piernas. Pasado un rato, me dirigí hacia la cueva, a la entrada vi un cartelito en el que ponía RSUN DAMR, y pensé ¿pero qué pone aquí? Intenté averiguarlo, pero nada, parecían letras puestas al tun-tún.

Me adentré en la cueva hasta tal punto de no ver nada, y me encontré con dos túneles. Sin saber por cuál tirar, decidí seguir mi instinto y elegí el túnel de la izquierda. Llegué al final y no había escapatoria. Frustrado, me apoyé en la pared y de repente, sin saber cómo ni por qué, me encontré en una sala diferente repleta de signos, que pensé que eran mágicos.

Cogí una antorcha, fui por el pasillo hacia delante y me encontré con un pueblo lleno de magos, hadas y gnomos. Intenté comunicarme con alguien, pero nadie me entendía. Entonces unos guardas reales me avistaron y empezaron a perseguirme, yo intentaba correr, pero noté que no avanzaba, y me di cuenta de que me habían atrapado en una burbuja.

Me llevaron a una celda mágica, para quemarme en la hoguera. Intenté escabullirme, pero nada, no podía salir. El día que me llevaron a la hoguera, en el momento en el que me iban a quemar, estalló un ruido, apareció un 'flash' en el cielo y se paró el tiempo.

Una maga llamada Firis me salvó de entre las llamas. Me llevó a su casa y yo le estuve dando gracias todo el tiempo. De repente, empecé a escuchar una voz a lo lejos, que decía Hijo mío, ¿qué te pasa? Pasado un rato escuchando esa voz me di cuenta de que era mi madre, me empecé a marear y aparecí de pronto en mi habitación.

Mi madre me abrazó y me dijo que había estado toda la noche con mucha fiebre y que había estado delirando. No volví a soñar con ese mundo ni con Firis. Y aquí acaba este sueño.

Concurso de sueños: La casita del terror (Naiara Toscana)


La casita del terror

Para algunas personas, los sueños son "solo" pensamientos reproducidos en tu mente cuando duermes. Por una parte tienen razón, pero la palabra "solo" sobra. Porque un sueño es más que eso. Un sueño es tu mundo de pensamientos hechos como una película o, mejor dicho, protagonizados como una película. Los sueños pueden ser buenos o malos, cuando son malos adoptan el nombre de pesadilla. Es lo más horroroso que puedes tener en tu mente o que piensas al dormir, y un sueño que tuve lo puede demostrar.

Me dormí sobre las nueve y media. Esa noche soñé que me encontraba en un pasillo oscuro. En él había distintas puertas con nombres que yo era incapaz de descifrar. Empecé a abrir todas las puertas, hasta que me detenía en una. Era una puerta color lila con el signo "NO PASAR". Pero fui ignorante y entré, no hice caso y entré.

Creía que me iba a encontrar con un cuarto, pero no, me encontraba en mitad de un gran bosque. De repente, escuché a lo lejos unas voces muy peculiares, hasta que las vi. Eran cuatro chicas, amigas mías, que venían a hacerme compañía. No sé cómo se enteraron de que estaba ahí sola, pero eso son cosas de los sueños. Además, me sentía más cómoda con ellas a mi lado debido a que estaba más segura.

Empezamos a caminar y caminar hasta que nos topamos con una casita vieja y abandonada. Y ahí estaban unos ojos de color rojo observándome curiosamente. Avisé al grupo de lo que había visto, pero al observar la ventana de la casita, los ojos rojos habían desaparecido. El grupo me tomó por loca.

Los días transcurrían, yo viendo esos ojos rojos mientras las otras me gastaban bromas pesadas acerca del tema, hasta que un día se me ocurrió entrar por curiosidad. Me encontré algo que ojalá no recordase, pero esos sueños... esos sueños no se olvidan. Allí, como salidos de la nada, estaban todos los monstruos que me solían atacar por las noches. Ellos me decían que iba a morir, que este era mi final y que después matarían a mi familia. Yo, llorando de puro terror, entré en una habitación oscura y solitaria. Me acurruqué en un rincón mientras me decía a mí misma que esto era solo un sueño. Pero parecía tan real... que ni yo misma creía lo que decía.

De repente, vi una luz que iluminaba la habitación y delante de mis ojos vi un hada que me miraba con pesar diciendo que me iba a ayudar y que me sacaría de esta casita del bosque. Pero no fue así. Se trataba de otra de mis pesadillas. Salí como pude de la habitación cerrando la puerta en las narices del hada.

Mientras corría de un lado a otro me decía lo tonta que había sido entrando sola en la casita. Deseaba que mis amigas estuviesen aquí, para ayudarme, y de repente, como se hubiese obrado un milagro, mis amigas se encontraban allí, gritando mi nombre. Yo reaccionaba como un rayo e ina con ellas, pero... no las podía coger. Gritando de puro pánico, empezaba a agarrar el aire, teniendo la esperanza de coger alguna mano. Les pedía que me rescatasen, que me sacasen de aquí.

Cerré los ojos y cuando los abrí me encontraba en el bosque llorando mientras mis amigas me cuidaban, preocupadas por mí. Me levanté con ayuda de ellas y me quedé charlando sobre lo que había pasado. Y una cosa extraña era que la próxima vez que volví a la casita, no veía solo los ojos rojos, sino que también vi una frase en la puerta que decía: «Ya sabes lo que pasará si entras». Apenas vi esa frase, mi madre me estaban despertando, preguntándome si estaba bien, debido a que sudaba. Nadie de mi familia me preguntó sobre mi sueño o, mejor dicho, pesadilla.

Concurso de sueños: Mi sueño (Jaime Crespo)


Mi sueño 

Aquella noche me fui a la cama algo tarde, cerca de las 12 de la noche. Tenía bastante sueño y me dormí muy rápido. Al instante abrí los ojos, observé el paisaje y rápidamente me imaginé que aquello era un sueño.

Me encontraba en la época del salvaje Oeste. Enseguida me eché las manos al cuerpo para inspeccionarme. Iba vestido con pantalones negros rasgados, camiseta blanca, chaqueta azul y un sombrero viejo. Además iba armado con dos pistolas. A mi lado, había un bonito caballo blanco. Me monté en él y comencé a galopar.

En 15 minutos llegué a un pueblo pequeño, tenía un aspecto divertido; aquello se debía a que eran las fiestas. Las calles estaban llenas de gente y había diversos espectáculos. Dejé mi caballo en la cuadra y fui a la taberna más cercana. Nada más sentarme en la barra, escuché disparos fuera. Eché un rápido vistazo afuera. Había 4 bandidos, que intentaban saquear el pueblo.  La gente corría desconcertada y aquello era un caos. Miré hacia abajo, desenfundé y me dispuse a contraatacar. Rápidamente salí de la taberna, vi dos blancos fáciles, a los que disparé, recargué y apunté a un tercero.

Ya solo faltaba uno... Miré delante y a los lados, por lo que solo podía estar detrás. Rápidamente me di la vuelta y me tumbé en el suelo y allí estaba él, desafiándome. Disparé lo más rápido posible y justo en aquel momento desperté y lo único que escuché fue a mi madre llamándome para que fuera a desayunar.

Concurso de sueños: Era un bosque (Lucía Rodrigues)


Era un bosque

Era un bosque. Un poco siniestro, pero me gustaba. No estaba asustada, caminaba serena. No tenía un rumbo fijo, deambulaba entre los árboles observando la combinación de colores. De repente, encontré un tronco tumbado y pensé que era un buen sitio para sentarse. La vista desde ahí era espléndida. Me sentía mejor que nunca, y no me hacía falta nada ni nadie. Seguramente para mucha gente no sería un lugar placentero, pero aquel era mi pequeño paraíso. No llevaba mucho tiempo ahí, pero estaría dispuesta a pasar ahí una temporada.

Pero entonces me encontré sola, en mi cama, en mi habitación; y llegaba tarde a clase. Ya en el aula, pensaba en cómo había pasado de estar en un bosque vacío a estar en una clase con otros 29 alumnos. Había un murmullo incesante que levantaba dolor de cabeza. De pronto, el interminable ruido cesó. Todos estaban congelados. Por los pasillos había el mismo panorama. Salí del centro y empecé a dar vueltas por el pueblo, pero ya me aburría tanto asfalto, y me dirigí al monte. Ahí había un bosque un poco siniestro, pero me gustaba. Hasta que no me senté en un tronco no me di cuenta de que aquel era el bosque de mi sueño. Empecé a reír y a saltar como una loca.

Pasaron los años y yo seguía en el bosque donde siempre era invierno, siempre eran las seis y media, siempre había la misma nube con forma de coche, y siempre había la misma ardilla en el mismo árbol. Me estaba cansando del paraíso, y eso me preocupaba. Volví al pueblo, y me di cuenta de que no había nadie. Al menos, nadie vivo. Me derrumbé, pensé en acabar con todo de la forma más fácil, pero era también la más cobarde. Descansaba sola, en mi cama, en mi habitación; y llegaba tarde a clase.

Desperté.

Concurso de sueños: ¡Felices sueños, María! (Rocío Borrega)


¡Felices sueños, María!

María tan solo era una niña de tres años. Todas las noches, soñaba todo lo que le pasaría al día siguiente en la guardería. Pero esta noche no soñó eso, soñó que iba al médico, porque se ponía enferma y se quedaba en casa, algo que a María no le gustaba nada. También aparecía en su sueño que por portarse bien cuando la pincharon, su madre la compró un muñeco rosita, que decía varios frases.

Cuando María llegó a casa, lo primero que hizo fue sacarlo de la caja y dárselo a su madre para que leyera las instrucciones y le enseñara cómo funcionaba. Se lo explicó. El muñeco lo primero que dijo fue: «¿Cómo te llamas?». María riéndose con una sonrisa de oreja a oreja contestó: «¡María!» y el muñeco soltó una pequeña carcajada y le respondió: «María, abrázame, abrázame». María le abrazó tan fuerte que el muñeco dijo: «Yo también te quiero, María, pero no me hagas tanto daño». María se puso triste y se lo llevó a su madre, pero esta se lo explicó con buenas palabras y María no se enfadó.

Tocaron al timbre y eran las dos y media, lo cual quería decir que llegaban sus tres hermanos. Julio, el mayor, como de costumbre le pegó un capón. Lara, la mediana, le dijo: «Hola, tonta». Y su hermano gemelo Asier le dio un besito y un abrazo.

Llegó la tarde y Asier, al ver a su hermana con Pelocho, el muñeco, quiso uno pero azul. Su madre fue a comprárselo. Su madre se lo compró, y María y Asier se fueron a la habitación a jugar, mientras su madre hacía los deberes con los hermanos. Acabaron y cenaron, vieron Clan en su habitación para dormirse, la madre de María llegó a la habitación y les apagó la tele. María dijo: «Buenas noches, Pelocho» y Pelocho respondió: «Felices sueños, María». Asier ya se había dormido, entonces su muñeco no le dijo nada.

Al día siguiente, María se levantó y fue al médico, lo cual quería decir que detrás vendría todo lo sucedido en el sueño. Y ahora María y Asier son felices con su Pelocho.

Concurso de sueños: El sueño de Willy (Pablo Fernández)


El sueño de Willy

Había una vez un niño llamado Willy que vivía en Inglaterra. Willy nació el 18 de diciembre de 1984. Tocaba la guitarra eléctrica, y aunque no tenía madre, su padre le apoyaba un montón. Su ídolo era un grupo de rock llamado The Rolling Stones. Su preferido era Mick Jagger, que tocaba la guitarra eléctrica, cantaba, era bajista y también tocaba la armónica. Incluso tenía una igual que la de Willy.

Willy iba a clase de guitarra todos los días, una hora.  Es decir, tocaba siete horas a la semana. Un día que iba a clase, encontró una pitonisa y esta le leyó el futuro. Le dijo que le iba a ir mal con lo que más le gustaba. Willy pensó y vio la guitarra que llevaba a la espalda. Entonces se deprimió un montón. Ese día tocó muy mal, según su profesor. Este se lo contó al padre de Willy y su padre le preguntó qué le pasaba. Willy respondió:

—¡Queréis que sea perfecto! ¡Pues no, nadie lo es, y a veces fallo!

Willy se fue llorando a su habitación y su padre le consoló.

—Y ahora cuéntame —dijo.
—Cuando iba a clases de guitarra me encontré con una pitonisa y me dijo que me iba a ir mal con lo que más me gustaba, y eso es la música. ¡Eso es!
—Pero no te puedes deprimir por eso, es una farsa.

Al día siguiente era el cumpleaños de Willy y tenía clases por la mañana. Antes de irse, su padre le dijo:

—Willy, de mayor vas a ser muy grande.

Cuando llegó a las clases su profesor le dijo:

—Willy, de mayor vas a ser muy grande. Tu padre me lo ha contado todo —dijo—, y como es tu cumpleaños tocaremos la de Smoke on the Water de Deep Purple. Primero empezaremos con los acordes.
—Vale —dijo Willy.

Cuando salió de clase estaba muy feliz. Por su cumpleaños su padre le regaló una guitarra nueva, un pedal, un atril y un afinador.

—¡Es lo que quería! —dijo Willy muy contento.

Esa noche Willy soñó que le admitían para tocar con los Rolling Stones. Tenían que practicar cinco horas cada día de la semana, y se fueron de gira por todo el mundo. Pero Willy se aburrió de practicar siempre las mismas canciones y dejó de practicar. Los compañeros le echaron del grupo, y formó uno con sus amigos: Charlie, el cantante y guitarrista; Jimmy, el batería; Johnny, el bajista; y Willy, el guitarrista. Se fueron de gira por América, Europa y Asia. Pero por África no, porque no había muchos fans suyos. Y tuvieron muchos fans en Alemania, se quedaron allí. Pero consiguieron más fans en Italia, y allí se quedaron.

Fueron más famosos que los Rolling Stones. Y justo en ese momento se despertó. Willy le buscó una moraleja al sueño. Y la encontró: «si no te esfuerzas, no consigues nada».

En 2012, Willy tenía 28 años. Formó un grupo llamado Poings de Fer y se instalaron en Francia, aunque no eran tan famosos como en el sueño de Willy.

Concurso de sueños: El Acuario (Víctor Gómez)


El Acuario

En mi sueño estábamos mi hermana, mi padre, mi madre y yo en el acuario más grande del mundo, que se encuentra en Alemania. También había una parte dedicada a los reptiles.

Hubo una fractura en el cristal del acuario, pero decían que no pasaba nada, cuando de pronto un niño haciendo el tonto se dio un cabezazo y lo rompió. Nosotros salimos corriendo y nos metimos en los tubos de ventilación. Se escuchaban muchos gritos y la gente corría asustada.

Llegaba el agua por la mitad de la sala y también por la presión del agua se rompió el cristal de los reptiles, y nosotros seguimos por el túnel. Pasó un día y decidimos bajar. Al descender, nos encontramos con un cocodrilo, pero nos subimos a una mesa y por suerte en el cajón había un machete muy largo y mi padre lo cogió y le rajó al cocodrilo, pero este le dio con la cola afilada a mi hermana y le hizo mucho daño. Mi madre se quedó curándola, mientras mi padre y yo buscábamos una salida.

Mientras intentábamos salir, llegamos a la cafetería y cogimos algo de comer. Encontramos la puerta principal, pero de pronto un tiburón blanco nos atacó, pero se me ocurrió una idea, cogimos un extintor y echamos espuma en la otra punta de la sala para que el tiburón se marchara. Funcionó, pero la puerta estaba atascada, por eso con el extintor rompimos el cristal y abrimos la puerta, aunque había un problema y era que el tiburón venía hacia nosotros, pero se murió en el camino porque el agua empezó a descender de nivel.

Por fin todos pudimos salir. Fuimos los únicos supervivientes.

domingo, 10 de febrero de 2013

Diez poetisas americanas y el amor


Aquí va la última entrega (al menos por ahora) de esta serie de poemas eróticos: diez poetisas hispanoamericanas hablan de (y con) amor.

1. Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.

Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.

Ahora, que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.

Ahora, que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera.

2. Amor, la noche estaba trágica y sollozante
Cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
Luego, la puerta abierta sobre la sombra helante
Tu forma fue una mancha de luz y de blancura.

Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;
Bebieron en mi copa tus labios de frescura,
Y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
Me encantó tu descaro y adoré tu locura.

¡Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
Y si tú duermes, duermo como un perro a tus plantas!
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;
Y tiemblo si tu mano toca la cerradura;
Y bendigo la noche sollozante y oscura
Que floreció en mi vida tu boca tempranera!

3.  Te espero sin plazo y sin tiempo.
No temas noche, neblina ni aguacero.
Ven igual con sendero o sin sendero.
Llámame adonde tú eres, alma mía,
y marcha recto hacia mí, compañero.

4. Seré en tus manos una copa fina.
Habrás en ella una bebida suave,
nunca más dulce, pues piedad le dona;
licor que no hace mal y el mal perdona,
dulce licor que de las cosas sabe...

Habrás en ella una bebida suave.
Un día oscuro, entre tus dedos largos
será oprimido su cristal fulgente
y caerá en pedazos buenamente
la fina copa que te dio letargos;
¡un día oscuro, entre tus dedos largos!

5. Yo quiero un vencedor de toda cosa,
domador de serpientes, encendedor de astros,
transponedor de abismos...

Y que rompa una cósmica fonía
como el derrumbe de una inmensa torre
con sus cien mil almenas de cristales
quebrados en la bóveda infinita,
cuando el gran vencedor doble y deponga
cabe mi planta sus rodillas ínclitas.

6. Es este aquel que amabas.
A este rostro falaz que burla su modelo en la leyenda,
a estos ojos innobles que miden la ventaja de haber volcado a ciegas tu destino,
a estas manos mezquinas que apuestan a pura tierra su ganancia,
consagraste los años del pesar y de la espera.
Ésta es la imagen real que provocó los bellos espejismos de la ausencia:
corredores sedosos encandilados por la repetición del eco,
por las sucesivas efigies del error;
desvanes hasta el cielo, subsuelos hacia el recuperado paraíso,
cuartos a la deriva, cuartos como de plumas y diamante
en los que te probabas cada noche los soles y las lluvias de tu siempre jamás,
mientras él sonreía, extrañamente inmóvil, absorto en el abrazo de la perduración.
Él estaba en lo alto de cualquier escalera,
él salía por todas las ventanas para el vuelo nupcial,
él te llamaba por tu verdadero nombre.

7. Recostado en tu silla
apoyado en la mesa del café
de tu cuarto
tirado en una cama
la tuya o la de alguien
que quisiera borrar
-estoy pensando en ti no en quienes buscan
a tu lado lo mismo que yo quiero-.
Estoy pensando en ti ya hace una hora
tal vez media
no sé.
Cuando la luz se acabe
sabré que son las nueve
estiraré la colcha
me pondré el traje negro
y me pasaré el peine.

Iré a cenar
es claro.

Pero en algún momento
me volveré a este cuarto
me tiraré en la cama
y entonces tu recuerdo
qué digo
mi deseo de verte
que me mires
tu presencia de hombre que me falta en la vida
se pondrán
como ahora te pones en la tarde
que ya es la noche
a ser
la sola única cosa
que me importa en el mundo.

8. Ella no sabe bien lo que ha pasado.
Él era su amigo, y ahora
le ha dicho adiós.
¡Ella que lo veía
como el padre, el esposo
que iba a ser!
Ahora pasea con otra,
van riendo.
Ella no entiende
pero se ha quedado
quieta, como quien espera
una orden, o como el agua
antes de recoger la imagen
del rostro amado.
No se ha entregado al llanto.
No tiene una alborotada
imaginación. Sigue
yendo a sus clases. Cuida
cosas pequeñas: las libretas,
la raya en el orden, igual
que el pelo al levantarse.
Hace lo mismo que antes,
sólo un poco más triste.
La luz que la abandona
la dibuja un momento.
No sabe que está sola.
Ese ignorar la guarda.

9. Déjame que esparza
manzanas en tu sexo
néctares de mango
carne de fresas;

Tu cuerpo son todas las frutas.

Te abrazo y corren las mandarinas;
te beso y todas las uvas sueltan
el vino oculto de su corazón
sobre mi boca.
Mi lengua siente en tus brazos
el zumo dulce de las naranjas
y en tus piernas el promegranate
esconde sus semillas incitantes.
Déjame que coseche los frutos de agua
que sudan en tus poros:

Mi hombre de limones y duraznos,
dame a beber fuentes de melocotones y bananos
racimos de cerezas.

Tu cuerpo es el paraíso perdido
del que nunca jamás ningún Dios
podrá expulsarme.

10. en la otra orilla de la noche
el amor es posible

—llévame—

llévame entre las dulces sustancias
que mueren cada día en tu memoria

Concurso de sueños: Las amigas (Mari Eddeb)


Las amigas

Érase una vez una niña llamada Lidia. Lidia es una niña guapa, simpática y amable, sus padres son ricos. Faltaban tres días para empezar el colegio, ella va a 6º de Primaria, después de los tres días empezaron las clases. El primer día para Lidia era perfecto, ella conoció a una niña de su clase llamada Lucía que se sentaba a su lado. A Lucía se le había caído el bolígrafo:

—¿Me podrías dar el boli, por favor? —dijo Lucía a Lidia.
—Sí, toma —respondió Lidia.
—Gracias —Lucía.

Lidia y Lucía se empezaron a mandar notitas preguntándose una a la otra ¿cómo te llamas?, ¿cuántos años tienes?, etc. A la hora del recreo Lidia se fue con sus amigas, pero Lucía no tenía amigas, se quedó sola. Pasó un rato y Lidia se encontró con Lucía y le dijo:

—¡Hola, Lucía! ¿Estás sola? ¿No tienes amigas aquí?

Lucía respondió con una voz muy triste:

—No, no tengo amigas....

Lidia le dijo que se podía ir con ella en los recreos. Lucía le dijo que sí. Llegaron las dos y Lidia se fue a casa, les contó a sus padres todo lo que había pasado:

—Mamá, papá, ¿sabéis que hoy ha pasado perfecto?

Sus padres se pusieron contentos. A la hora de la cena, Lidia dijo a sus padres:

—He conocido a una niña que va a mi clase llamada Lucía.

Lo primero que preguntaron sus padres fue si era rica o pobre. Lidia dijo que se le notaba que era una persona necesitada. Su padre le dijo que no la ajuntase, que se hiciera amiga solo de las ricas como ella. Lidia intentó convencer a su padre de que no importaba si era rica o pobre. Pero su padre seguía diciendo que no.

Igualmente, ella no le hizo caso, porque Lucía le caía muy bien.  Llegó el día del cumpleaños de Lidia e invitó a Lucía. Pero el problema para Lucía es cómo le va a poder comprar un regalo a Lidia. Lidia le dijo:

—A mí no me importa si me traes regalo o no, lo que me importa es que vengas.

En el cumpleaños, Lucía se sentía sola porque las demás se reían de ella por no haber traído regalo. Llegó el padre de Lidia, la riñó por haber invitado a Lucía aunque él le había dicho que no la invitase. Lidia le dijo a su padre:

—Papá, no creía que fueras así. Lucía es una niña como cualquiera, lo único que ella no puede tener todo lo que quiere.

El padre de Lidia dijo que tenía razón. Se sentía contento de tener una hija como Lidia. Y por fin Lidia pudo invitar a Lucía a que fuera a su casa a jugar, a hacer los deberes, a estudiar y muchas otras cosas.

Lidia por fin pudo quitarle esa idea a su padre de que se tenía que ajuntar con las ricas y no con las pobres. 

Y Lidia y Lucía fueron las mejores amigas.

Concurso de sueños: Manos arriba. Esto es un sueño


Concurso de sueños: En el espacio


Concurso de sueños: The House of Dream


Concurso de sueños: Sunny Hands


Concurso de sueños: Pesadilla de una responsabilidad (Alba Fernández)


Pesadilla de una responsabilidad

Ayer por la tarde se fueron mis padres a comprar, y me quedé sola en casa con mis dos hermanos pequeños. Antes de irse me hicieron una y mil advertencias para que no les pasara nada a los peques: no abrir la puerta a nadie, no encender el brasero... Yo tuve en cuenta las advertencias de mis padres y cuando regresaron, mis hermanos y yo estábamos sanos y salvos, por lo que mis padres se quedaron muy aliviados. Estaba muy cansada (¡toda la tarde con esos enredas!) y decidí irme pronto a acostar, para quedarme tranquila de una vez. Al menos esa fue mi idea, pero...

Esa noche soñé que mi hermano Carlos se había perdido. Alguien había llamado a la puerta y él salió corriendo. Yo corrí tras él, pero cuando llegué ya no estaba. Inmediatamente cogí el teléfono para avisar a mis padres, pero el teléfono no funcionaba. Desesperada, cogí de la mano a mi hermana Natalia y salimos a buscarlo por todos los alrededores. Cansadas de buscarle, volvimos a casa para ver si había regresado. En ese momento, apareció un coche de la policía y con gran ímpetu quería contarle que no encontraba a mi hermano, pero por más que me esforzaba no me salía la voz.

Tal era el agobio que sentía que de pronto me desperté. Eran las dos de la mañana. ¡Qué alivio sentí al descubrir que todo había sido un sueño! No obstante, me levanté sigilosamente y fui al dormitorio de mi hermano, que dormía plácidamente. Yo volví a mi cama y tardé en volver a conciliar el sueño.

En ese tiempo en el que me recuperaba del sobresalto e intentaba volver a dormir, pensé que esos sueños tienen mucho que ver con nuestras experiencias y temores, y que cuando algo nos preocupa, no podemos olvidarlo ni en sueños.

Concurso de sueños: Mi oportuno despertador (Aranza Mariscal)


Treinta de diciembre de 2012

Mi amiga Olga y yo nos disponíamos a hacer una ruta por los altos montañas de Sierra Nevada; hacía frío, mucho frío, los dedos se nos endurecían y los pies se nos entumecían, estábamos solas en aquella sierra dispuestas a vivir toda una aventura. Paramos varias veces a descansar y reponer fuerzas. Tras dos horas caminando y subiendo grandes cuestas sin parar, vimos algo gue no habíamos visto nunca, algo gue no aparecía en la previsión del tiempo ni en los barómetros, algo sorprendente y a la vez terrorífico...  Se dirigía hacia nosotras una tormenta de nieve, una gran ola de nieve a gran velocidad. Olga y yo intentamos como pudimos refugiarnos tras una gran roca gue había en medio del camino. Mientras el viento azotaba nuestras caras y volaba nuestros pelos, rezábamos para que esa tormenta no nos despidiera por los aires. Tras quince minutos resistiendo los fuertes golpes de aire frío, aquel infierno helado paró, y todo volvió a la normalidad, o eso pensábamos nosotras. Levantamos la mirada y vimos que todo estaba cubierto de nieve. Antes de la tormenta, al menos se veían casas a lo lejos y algunas montañas, ya no, ahora solo se veía un paisaje blanco.

Seguimos andando sin rumbo, estábamos perdidas, no teníamos ningún lugar de destino, hasta que, de pronto y para sorpresa nuestra, vimos que una pequeña luz se dirigía hacia nosotros. Tras la niebla blanca, se escondía un chico de unos dieciséis años, moreno, alto y con los ojos marrones. El chico se ofreció a llevarnos al pueblo más cercano en su moto de nieve, y nosotros aceptamos encantadas. Tras pasar la noche al calor de la leña, pensamos que era hora de volver a casa, y él se ofreció en llevarnos en su helicóptero privado. Al llegar a casa, el chico se puso muy contento, pues acababa de ver a un amigo suyo de la infancia. Era mucho más guapo que él, más alto y aparentemente más fuerte, y justo cuando nos lo iba o presentar, en ese mismo instante, sonó mi despertador.

Concurso de sueños: Tengo un sueño (Cristina Pino)


En un mundo en el que solo habito yo ocurren sueños y pesadillas; pesadillas como esta.

En el momento en que me quedé dormida aparecí en un pueblo oscuro, tenebroso y lúgubre en el que no se veía a nadie ni a nada por la calle. Todo estaba muy solitario, manejado por unos seres inhumanos y crueles cuyas reglas eran insoportables. Nadie podía salir a la calle, entonces me tuve que refugiar en una casa enorme, pero desgastada por fuera y por dentro. Apenas pasaron quince minutos y aquello se me hizo inaguantable. Me encontraba sola sin nadie con quien hablar, sin nada con lo que entretenerme, excepto acurrucarme en una esquina del salón esperando a que todo esto pasara; pero no ocurría. Decidí salir, a pesar de las consecuencias. Los diez primeros minutos todo parecía tranquilo, hasta que apareció un no sé qué cubierto de pelo, babeando y con una cabeza de oveja, que parecía estar devorándola. Yo me horroricé y sin saber qué hacer me desmayé. De repente desperté. Eran las tres de la madrugada, y me dispuse a dormir tranquilamente, aunque no fue así; aparecí en ese mismo instante ya consciente. Una vez más me asusté, pero esta vez salí corriendo y apareció otro bicho raro; me encontré rodeada de monstruos. Me puse a llorar como una histérica. Un instante después escuché la voz de mi madre y vi a los monstruos alejarse; desperté. Resulta que tenía que ir al colegio. Dando gracias a esto, abracé a mi madre. Ya no tengo miedo de las pesadillas, porque sé que alguien estará para salvarme de todo peligro, tanto en mis sueños como en la vida real.

sábado, 9 de febrero de 2013

Diez poetas americanos hablan de amor


Siguiendo con la serie de poemas de amor, los diez que siguen son de otros tantos poetas hispanoamericanos del siglo XX (ya XXI). ¡Buen provecho y feliz conjetura!

1. Yo tuve, en tierra dentro, una novia muy pobre:
ojos inusitados de sulfato de cobre.
Llamábase María; vivía en un suburbio,
y no hubo entre nosotros ni sombra ni disturbio.
Acabamos de golpe: su domicilio estaba
contiguo a la estación de los ferrocarriles,
y ¿qué noviazgo puede ser duradero entre
campanadas centrífugas y silbatos febriles?

2. Ella se puso muy pálida; yo me quedé taciturno;
fue a suspirar a la luna mi vaguedad metafísica...
Se extenuaba en un sollozo la evocación del Nocturno...
Y ella engarzó su cabeza entre sus manos de tísica.

Un frío de tempestades nevó el recuerdo en su frente:
—¡No llores —le dije—, ven! —¡y yo lloraba también...!
—¿Qué te ha herido? —¡y en la sombra destacose fieramente
la dentadura del monstruo que despedazó a Chopin!

3. ¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía,
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
¡Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la Fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió ...como gota que se vuelve a la mar!

4.  La buena estación los junta
con una lánguida ebriedad de instinto.
Ella tiene la cabeza hecha un laberinto.
Él le ve a cada lápiz un soneto en la punta.
Ella es blonda y un poco cejijunta.
Él es moreno y se llama Jacinto.

5. Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso. 

6. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor y tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el último dolor que ella me causa
y estos sean los últimos versos que yo la escribo.

7. A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: la amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡La quiero tanto!
A veces tengo ganas de ser niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor rompiéndome el pecho,
una flor, y decir: esta flor,
para usted. 

8. Tal vez amar es aprender
a caminar por este mundo.
Aprender a quedarnos quietos
como el tilo y la encina de la fábula.
Aprender a mirar.
Tu mirada es sembradora.
Plantó un árbol. Yo hablo
porque tú meces los follajes. 

9. Yo que tantos hombres he sido, no he sido nunca
aquel en cuyo amor desfallecía Matilde Urbach.

10. Cuando apoyo mi oído
en el caracol de tu oreja,
escucho el mar de tu corazón.




Concurso de sueños: Pesadilla (Anónimo)


La pesadilla

Otra noche sin dormir,en vela, sin cerrar siquiera los ojos. No puedo más, necesito una explicación. ¿Qué es? ¿Qué quiere? ¿Por qué me atormenta? Necesito algo para descansar.

Todos me llaman loco, dicen que la cordura me dejó hace tiempo, será verdad... pero no miento , cierro los ojos y... ¡ahí está! ¡viene a por mí! Lo noto cerca...

Esta vez es diferente... esta vez, le he visto... se ha dejado ver, tal y como es, sin necesidad de ocultarse tras esos ojos rojos... Me lo dijo, al fin, porque está aquí... «Necesito tu ayuda», solo dijo eso...

Estoy acabado, no puedo huir, le he tocado... frío, sin vida, muerto... veo cómo se acerca a por mí, cómo susurra mi nombre: «necesito ayuda, por favor, ven, acércate, solo necesito tu mente».

Estaba en frente de mí... No podía hacer nada... tan solo... Tan solo cerré los ojos, apreté mi cara y al fin ...¡desperté!

¡Todo ha sido una pesadilla! Nunca había pasado eso. Fue solo una pesadilla, una pesadilla de la que al fin desperté...

Concurso de sueños: Mis sueños (Irene Rodríguez)


Mis Sueños

En mis sueños, sueño que estoy tranquilamente en mi casa cuando de pronto veo una luz muy intensa. Entonces, me adentro en ella y salgo a un mundo mágico que está dividido en dos partes, la iluminada y la oscura. Entonces, una especie de bruja me hace una serie de preguntas muy raras, que al despertarme nunca puedo recordar, y me dice a qué parte del mundo mágico debo ir para poder encontrar el camino de vuelta a casa.

Este sueño se repite continuamente cada noche y cuando he tenido un día malo me envía a la parte iluminada y si he tenido un día bueno, me envía a la parte oscura. Siempre sigo el camino que me indica en este caso, hoy la parte oscura, ando un rato y me encuentro una serie de pruebas para poder seguir el camino. No son muy agradables: en la primera he de correr para no ser devorada por unos perros, en la segunda tengo que concentrarme para que un mago no me hipnotice, en la tercera tengo que elegir entre alguien querido o algo material, en la cuarta tengo que luchar contra todos mis miedos (en esta muchas veces me despierto sudando y luego no soy capaz de dormir); en la quinta y normalmente última tengo que hacer unas pruebas físicas y si no lo consigo... no sé qué ocurre, pues cuando sucede, ya oigo a mi madre cómo intenta levantarme y nunca soy capaz de adivinar lo que finalmente ocurrirá. En cambio, cuando algún día me voy a la parte iluminada, nunca recuerdo lo que sucede. Pero duermo muy bien, algún día descubriré todos los misterios de mis sueños.

Concurso de sueños: Sueño (M. Homar)


SUEÑO

Me encontraba yo allí, en mi casa, por la noche. Salí de mi habitación y de repente en el fondo del salón apareció el rostro de una persona y yo, de forma pavorosa, salí corriendo a mi habitación. Al cabo de un rato me dirigí con valentía a la sala de estar (salón). Me encontraba en el sofá, viendo la televisión y sonó ¡clash! Y yo, de forma inconsciente, me levanté y me dirigí al lugar de los hechos e inspeccioné la zona. En el fondo de la esquina hallé un plato roto, lo recogí y volví a continuar mi actividad. Al cabo de un rato empecé a sospechar, debido a que se escuchaba un ruido en la cocina. Me acerqué y allí estaba el fantasma de un antiguo general; lo reconocí debido a su forma de vestir.

Concurso de sueños: Sueños (Alejandra Prieto)



SUEÑOS

Todos hemos intentado descubrir el verdadero significado de los sueños, ¿no? Siento deciros que solo se puede desvelar por procedimientos especiales, pero, si queréis saber algo más de ellos, aquí tenéis algunos curiosos datos.

Según Sigmund Freud “Soñar nos permite desahogarnos y vivir en un mundo alternante, una vida sin represiones sociales” El psicoanalista también afirma que “Soñar no es solo una desintoxicación, un descanso, sino que es la forma natural de fotografiarnos a nosotros mismos en consciente subconsciente, pasado, presente y futuro, de la historia huma”.

Para los psicólogos soñar es una liberación de la mente. Según ellos, todos los conflictos que vamos acumulando y arrinconando durante el día, por resultarnos incómodo pensar en ellos, es casi seguro que aparecen en nuestros sueños por la noche.

Otro dato curioso es que de todo el tiempo que dedicamos a soñar durante la noche, solo recordamos un 10% y, eso se debe a que aunque no nos demos cuenta, en muchos casos, nuestras mente actúa como si fuera un censor de nuestros pensamientos y sueños pasados, y censura los fragmentos de recuerdos que no cree conveniente actualizar.

Como podrás ver, nuestra mente es un completo enigma, pero que con paciencia, se puede resolver.

¿Y tú, cómo sueñas?

El sueño va unido profundamente con la persona que lo ha soñado. Los sueños son una relación directa de los deseos. Los sueños de los niños son más claros que los de los adultos. En la mayoría de los sueños no se descubre imaginación y fantasía. No solo los humanos soñamos, también lo hacen muchos animales.

Concurso de sueños: Mi viaje al Reino de los Unicornios (Sara Castaño)


Mi viaje al Reino de los Unicornios 

Un día soñé que estaba en un mundo nuevo y mágico. Me encontraba en el Reino de los unicornios, un país totalmente desconocido por el ser humano.

De pronto me encontré pisando el sueño más blando y esponjoso que se puede pisar, claro, estaba en una nube. De repente, la camiseta azul , los pantalones blancos y los zapatos rojos que llevaba puestos, desaparecieron de mi cuerpo. Ahora tenía un vestido rosado brillante y unos zapatos de tacón rosa. Y en vez de llevar en el pelo mi prendedor de flores, llevaba un corona de oro con perlas y diamantes de colores. La chocolatina que estaba comiendo desapareció de mi mano, y se dibujó una varita con una estrella dorada. Me había convertido en una princesa. Me acerqué a un charco con agua clara y fresca y con muchos pétalos de rosa. Un sapo que nadaba feliz, salió para explicarme que pasaba:

—Estás en el Reino de los unicornios, pronto vendrá uno para conocerte y llevarte por todo el Reino. No te preocupes y si algo te da miedo, no grites, pronto te despertarás, estás soñando —dijo—.

Y yo le contesté:

—Pero, ¿cómo puedo salir de aquí? Yo quiero estar en mi casa, aunque por otro lado, esto me gusta. Es donde siempre he querido estar.

—Entonces, si te gusta este lugar, no te vayas ahora, disfrútalo un poco más -dijo el sapo-.

El sapo se metió en la charca sin decir nada más. Así que me lo pensé. Pero poco tuve que pensar, porque un rato después vino un unicornio blanco, con un pelo suave y perfumado, un cuerno largo y una perla debajo de éste. El unicornio me convenció totalmente de quedarme. Me dijo que podía ir a cualquier parte del reino desplazándome en la nube algodonosa en la que estaba. Luego iríamos a merendar al jardín del reino, veríamos una película en el cine del extrarradio del reino y, por último, iríamos al castillo donde se encontraba el unicornio jefe, el que gobernaba el reino, para ponerme un sello para poder volver a entrar en el próximo sueño.

Pensé que era un buen plan, así que hice todo lo que el unicornio me propuso. Incluso comí en el “Burger-Cornio”, el restaurante de hamburguesas del reino. Finalmente, cuando se hizo de noche, el unicornio vino para decirme que había sido un placer haber estado en el reino de los unicornios durante mi sueño, y me regaló un anillo con un diamante rojo, el mejor recuerdo del reino, porque si pulsabas un botoncito que tenía, se veían las fotos que me había hecho en los lugares del reino en los que había estado.

El sapo salió de la charca y me dijo que le diese un beso. Al hacerlo, se convirtió en un príncipe, y nos fuimos los dos juntos del maravilloso y mágico reino de los unicornios, de nuevo a la realidad, porque todo esto había sido un hermoso sueño.

Concurso de sueños: Mi sueño (Ibtissam Sanif)


MI SUEÑO 

Un día mientras paseaba en las altas montañas 
vi un pequeño niño pasar, 
cerró los ojos y levantó la cabeza hacia el cielo.
Le dije yo: «¿qué haces?»
Y él me preguntó «¿cómo se sueña?»
Una respuesta le di yo: 
«soñar no se ve, soñar se siente algo dentro de ti,
algo que te hace sentir otra persona, 
algo muy bonito, algo distinto, te sientes en un sitio 
tú solo en un mundo tuyo para ti y nadie más. 
Un mundo lleno de colores, 
te hace olvidar de todos los problemas de tu alrededor, 
te hace sentir como un ángel con alas volando en el espacio, 
como un delfín nadando en el mar solo, 
y como una única estrella en el cielo.

Concurso de sueños: La noche (Pilar Aparicio)


LA NOCHE 

Todo pasó una noche antes de Navidad. Ya lo tenía todo preparado, ya que esa misma noche nos reunimos con la familia para cenar. Llegó la noche, ya estábamos casi toda la familia en la mesa, solo faltaba mi tío, y decidimos ir a buscarle a su casa. Por el camino nos encontramos con un accidente, resultó que era mi tío. Le encontramos sangrando en la carretera, con todos los cristales esparcidos por el suelo. Nos dijeron que le tenían que operar, pero que era difícil que sobreviviera. No perdimos la esperanza y le llevamos al hospital. Una vez allí, cuando le metieron a operar desperté y vi a mi tío a mi lado. Sin pensarlo, me lancé a abrazarle.

Concurso de sueños: El Tsunami veraneador (Hala Bourazza)


EL TSUNAMI VERANEADOR 

Un día por la noche soñé una cosa rara. Mi familia y yo estábamos jugando en la playa. No nos estábamos bañando, no sé por qué. Quizá por instinto, porque cuando vi el mar se me paró el corazón. Lo que vi era terrible. Una ola de diez metros, grande e inmensa. Por un momento pensé que era un espejismo, por el color. Pero allí estaba: ¡un tsunami! Amenazaba a todo aquel veraneador. Mi hermano, jadeando nos dijo:

—Si corremos hacia adelante nos perseguirá el agua y nos ahogaremos, así que vamos a correr a algún lado y la habremos dejado atrás.

Y empezamos a correr... ¡Nos salvamos! Me di la vuelta para ver el tsunami. ¿Qué? ¿qué? Que no estaba. ¿ En realidad había sido todo un espejismo? No, porque luego me di cuenta. El agua había arrasado media playa. Después de aquello, nos largamos. Entramos en un túnel “herbáceo”, es decir, cubierto por hierba, hiedra y flores. Era muy largo. Yo, no sé por qué, llevaba una carretilla, pero como mi hermano seguía jadeando, le dije que se sentara encima y yo correría con él. Pero me dijo que no.

—Pues tú te lo pierdes.

¿Qué más da? Entorné los ojos y seguimos corriendo hacia la rampa. Llegamos a la salida. Había un desierto en el que la arena eran caramelos y lápices. A mis hermanos pequeños se les hizo la boca agua de la sorpresa y en seguida cogieron suma cantidad. Yo recogí los colores más bonitos que veía, sabed que me encanta dibujar. Echamos todo sobre la carretilla. Nos metimos en el centro de la llanura desértica y proseguimos el camino hasta llegar a una vieja casa. La puerta estaba abierta, así que entramos. El interior estaba lleno de telarañas y las ventanas estaban hechas de ámbar o plásticos amarillos y duros. Yo dije que podíamos quedarnos hasta que se arreglase la catástrofe del tsunami y pasando varias semanas lo reformaríamos. Y así quedó:


De todas formas, seguimos viviendo en ella porque nos gusta. Comparada con aquella de antes... todo ha cambiado, ¿no creéis, chicos?

viernes, 8 de febrero de 2013

Concurso de sueños: Mi sueño (Alejandro Barrios)


MI SUEÑO 

Cuando me fui a dormir 
en mi cama naranja y verde 
haría que esa noche 
siempre la recuerde. 

Tardé poco en dormirme 
pues estaba mareado 
porque había sido 
un día muy cansado. 

Lo primero que vi 
fue un inmenso mar 
en el que había: un delfín,
una medusa y un pequeño calamar. 

Tras una hora 
metido en el agua 
divisé a lo lejos 
una hermosa fragua. 

Salí del agua 
y me dirigí a ella, 
pero me cortó el paso 
una joven muy bella. 

Ella me dijo: 
—Sigue a esa bandada,
no vayas a la fragua,
pues está encantada. 

La joven me dio una botella 
para que la bebiera 
y seguí a la bandada,
que de pájaros era. 

Tras unos quince minutos 
llegamos a una pradera 
y como estaba cansado, 
los pájaros me hicieron que bebiera. 

Levanté la cabeza 
y vi unos palos 
pero de repente se convirtieron 
en chucherías y regalos. 

Me lancé a los regalos 
y allí estaba mi obsequio más querido 
que, cómo no, era un coche 
teledirigido. 

Luego fui a comer gominolas. 
Pero de pronto se convirtieron 
en hermosas amapolas. 

De repente, me desperté 
con una gran desilusión 
porque se había acabado el sueño 
y me había gustado un montón.

Diez mujeres y el amor


Lo prometido es deuda. Aquí van las voces de diez mujeres que hablan del amor y del deseo.

1. Te amo… ¿Por qué me odias?
—Te odio… ¿Por qué me amas?
Secreto es este el más triste
y misterioso del alma.

Mas ello es verdad… ¡Verdad
dura y atormentadora!
—Me odias porque te amo;
te amo porque me odias.

2. ¡Todo vino por ti!, porque tus manos lentas
ciñeron brevemente mi carne estremecida,
porque al rozar mi cuerpo
despertaste una flor que trae la primavera.

3.  ¡Ay!, si ya no estuvieras,
con qué hondura y qué fuerza
de marea salobre te querría.

4. La gloria en mi nombre
y el amor en tus manos
encontré sin buscarlos.

5. Si yo me muero,
no te eches toíta la culpa,
que eso no es cierto, 
que también ha influido 
que hizo mal tiempo. 

6. Cuéntamelo otra vez, es tan hermoso
que no me canso nunca de escucharlo.
Repíteme otra vez que la pareja
del cuento fue feliz hasta la muerte,
que ella no le fue infiel, que a él ni siquiera
se le ocurrió engañarla. Y no te olvides
de que, a pesar del tiempo y los problemas,
se seguían besando cada noche.
Cuéntamelo mil veces, por favor:
es la historia más bella que conozco.

7. Comprenderás mi hastío en lo que a ti se refiere.
Tu nombre ya no existe en mi agenda o mi vida.
No sé si habrás cambiado en los últimos años,
aunque algunos amigos de lengua viperina
me cuentan que tu novia acaba de dejarte
y que para olvidarte se ha largado a la India,
que has cambiado de piso, de teléfono y de coche,
de aspecto y de oficina, pero no de aficiones:

frecuentar los burdeles y llorar largamente
por lo mal que te tratan la vida y las mujeres.

8. Cuando una tiene sangre de ramera,
brutal desprecio hacia la mayoría,
tendencia a decir no a todo consejo
e inclinación al mal por el mal mismo,

no podría ser casta aunque quisiera,
integrarse en la masa no podría
y sin conseguir nada se hará viejo
quien intente apartarla del abismo.

9. Si sé
cuándo es tu llave la que abre mi puerta,
abrir el balcón al aire o cerrarlo al ruido,
cuándo callar, si guardar tu silencio
o compartirlo, cuando ya no
y cuando todavía

Y no lo tengo medido

¿Por qué no logra mi voz,
cuando dan fin a un bolero,
desapego de tu amor?

10. A coces de pureza,
comiendo selva y vientre,
así dejaba yo que entraras,
y me dolías
como a los árboles aún verdes
que los toquen.