viernes, 21 de diciembre de 2012

Enero onírico

A petición popular, hemos decidido ampliar el plazo de presentación de originales para el concurso de sueños hasta la última semana de enero. Que Vds. lo sueñen bien.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Encuentro con Elvira Lindo


Aturdidos por los peligros más o menos ciertos de la Red y por su uso masivo como canal publicitario y conformador, corremos siempre el riesgo de minusvalorar, y en consecuencia infrautilizar, sus posibilidades como herramienta de comunicación, que nos permite hablar con la gente e intercambiar dudas, pareceres y sentimientos.

Hoy hemos actualizado una de esas posibilidades: gracias a un programa informático, los chavales de 4º de ESO B y su profesor de Lengua (quien les escribe) hemos podido abrir un ojo en la habitación donde nos esperaba, amabilísima, la escritora Elvira Lindo para dejar caer sobre ella, a riesgo de tupirla, una buena cascada de preguntas.

La experiencia ha sido instructiva en muchos sentidos, además de divertida y, por el lado técnico, un tanto accidentada y azarosa. De las muchas preguntas que estuvimos preparando, nos hemos centrado esta vez en las que se referirían a la profesión de Elvira Lindo, su vida y sus gustos. Habría sido posible filtrar las preguntas, dando prioridad a las muchas que han quedado sin formularse sobre sus personajes y su obra —pero me ha parecido que, para bien y para mal, tenía su interés que los chavales preguntaran sin censura ni demasiada guía lo que prefirieran, lo que más curiosidad despertara en ellos.

Animo a todos los implicados a dejar aquí sus impresiones; yo voy a dar ejemplo (y madrugar, como quien dice) poniendo en letra las mías.

Mis conclusiones son tres. La primera, que Elvira Lindo es un encanto —y que buena parte de ese encanto viene del hecho de que, desde su amabilidad, nunca da respuestas complacientes ni banales, de las que engordan al público o dejan intactas las suposiciones que hay detrás de las preguntas. Acostumbrada a estar a un lado y otro del micro, formulando preguntas o respondiéndolas, Elvira Lindo escucha con atención y trata de captar cuál es la verdadera inquietud de quien habla y en qué situación y contexto se dice lo que se dice.  Alguien que pregunta por la técnica del escritor o su 'fórmula' quizá es en realidad un escritor en potencia que se pregunta si las ropas del autor consagrado le caen demasiado grandes o si podrá optar en un futuro a probárselas; alguien que pregunta por Cádiz, Madrid o Extremadura probablemente tenga alguna relación con estos lugares, y se complazca en traer 'a su terreno' a la otra persona.  Por tanto, más que ir sacando sin más opiniones o vivencias de su almario, la escritora trata de comunicarse con el alumno que pregunta (aunque, ay, la webcam, situada por imperativo técnico en lugar muy mejorable, ni siquiera le permita distinguir su rostro) y decirle algo que tenga sentido para él, específicamente.  Empeño que casi siempre se salda con éxito.

Mi segunda conclusión es que los alumnos preguntan, en efecto, desde lo que los antropólogos llaman su 'ecuación personal', sin lograr (habrá que trabajar en ello) despegarse mucho de su situación inmediata. Candorosos y maliciosos (a veces alternativamente; y otras en combinación variable), piensan desde su posición de alumnos aventajados a los que exigimos quizá más que a otros y que se sienten constantemente evaluados y juzgados. El éxito y el fracaso son, pues, los astros de su día: y ven a la escritora profesional, al menos en una primera mirada, sobre todo como un caso particular de la persona que ha triunfado y ha visto reconocidos sus méritos. Perciben sin duda que no es lo mismo una escritora, una artista y trabajadora efectiva, que una famosa al uso de las que pululan por los programas de charcutería emotiva o los espectáculos de realidad inducida vendiendo humo —pero les intriga saber, y lo preguntan reiteradamente, cuál es la distancia entre lo uno y lo otro, cómo se triunfa, qué valor tienen los premios, qué factor de planificación o de azar hay en la 'carrera' pública de una persona, cómo se elige con acierto la profesión o actividad que te permitirá destacar, qué pelos hay que dejarse en la gatera.

El interés por estos asuntos puede resultar un tanto irritante a los que no participamos mucho de la mística del éxito, pero le permite a Elvira Lindo dibujarse de forma eficaz contra estos estereotipos. El éxito que merece la pena buscar, consiste, según nos ha contado hoy, en vivir de lo que te gusta y ejercer tu oficio con dignidad: ni más ni menos. Es un éxito que nunca es definitivo (quien se debe a un público nunca lo puede dar por conquistado, dando por hecha su fidelidad), que implica una gran dosis de incertidumbre (hasta que el público responde, uno no sabe si la comunicación con él ha sido efectiva o no), que supone una gran responsabilidad (porque estar en disposición de hablar y ser oído por muchos obliga, moralmente, a no decir sandeces ni emitir mensajes irresponsables, facilones y contraproducentes) —y que a pesar de todo, como se transparenta oyéndola hablar, es sobre todo placentero, apasionante.

Por tanto, nuestro ensayo de hoy es valioso, tanto en lo que tiene de encuentro (con alguien interesado de verdad en comunicarse) como en lo que tiene de desencuentro entre las ideas preconcebidas o inculcadas por los medios de formación de masas y el discurso y la actitud de quien se zafa sabiamente de esas camisas de fuerza, sin perder en el ejercicio la sonrisa.

Mi tercera conclusión es que a pesar del triunfo de la ciencia que supone la videoconferencia, se ha cumplido, más o menos benignamente, la maldición de la tecnología escolar: comunicaciones que se cierran a traición o tardan demasiado en abrirse, competencia de redes inalámbricas que despistan al más pintado, micros que se acoplan, cables demasiado cortos que no nos dejan disponer a nuestro gusto el escenario. 

Todo conspira, en fin, para hacer casi necesaria, de puro deseable, la invitación con la que cierra Elvira Lindo el diálogo: continuar este en otro rato del mes de enero y hablar de lo mucho que nos ha quedado en el tintero. Desde aquí quiero agradecerle a EL su gentileza, a mis alumnos su apasionamiento y a Daniel, nuestro técnico informático, su disposición incansable a batallar con las limitaciones técnicas y estructurales.

Gracias a todos y pronto, más —siempre más.

Cuento inédito de Andersen

Con estas líneas, los miembros del grupo de biblioteca del IES Navalmoral os deseamos felices fiestas, llenas de buenas lecturas -esperamos que algún regalo sea un libro o más...
          También os voy a comentar la extraordinaria noticia del descubrimiento, ya autentificado, de un cuento de Hans Christian Andersen, autor de la navideña La Niña de los fósforos. Este cuento de su primera etapa se titula La vela de sebo. Reproduzco la noticia aparecida en 20minutos.com
"Se ha encontrado un manuscrito de 700 palabras bajo el título La vela de sebo sobre la historia de una vela que tiene muchos problemas para encontrar su sitio en el mundo[...]."Es el primer cuento del autor y demuestra que estaba interesado en los cuentos desde su juventud" [...],

Feliz Navidad.

Te iría a buscar si me lo pidieras —y si no, también lo haría


TE IRÍA A BUSCAR SI ME LO PIDIERAS, Y SI NO, TAMBIÉN LO HARÍA

Vuelve, vuelve conmigo, no te alejes, no te gires ni un solo centímetro de mi piel, has llegado a rozar mis límites, has sido la razón de mi insomnio, has infectado mis pensamientos, has empezado a ser mi droga, me has seguido hasta mi mente, eres un yo a la inversa, eres mi todo, eres mi adicción, te has convertido en mi única y absoluta obsesión. Y ahora me ves aquí, sola, desesperada, me has condenado a mirarte de reojo, ya no hay rastro de ti, tus mentiras me han dejado de esta manera. Solo sé que mirarme hacia mí misma es la mejor solución, que buscar excusas ya no vale.  Ya no vuelvo a ser la misma, todo me ha cambiado. La sangre que corre por mis venas se ve fundida en pedacitos de ti, respiro lo que tú respiras, pero ¿ves? , mira cómo me ha dejado tu juego de estrategias. La inocencia me ha ganado y el mayor de los pecados es el haberte conocido. A pesar de todo, no puedo pararme a pensar, ha sido suficiente. Te lo advertí. Fuiste mi debilidad, pero aún tengo esperanzas de volverte a tener entre mis brazos y más aún, en mi boca.

Todo rondaba  una noche de verano, tan discreta como siempre, ya era tarde, regresaba a casa. Las campanas de la iglesia daban las dos de la madrugada, pero  cada ruido me parecía tan intenso que yo misma me llegaba asustar.  Todo estaba oscuro, muy raro y diferente a lo normal. A cada paso que daba, me palpitaba tanto el corazón que llegaba a sentirlo en mi interior. ¿Qué me estaba pasando?  Sentía como si alguien me estuviera analizando, me  estuviera mirando desde algún punto de la calle. Mi sombra era mi mayor enemigo, pero a la vez mi mejor acompañante de noche.  Aterrorizada, despavorida y quizás impresionada al verle.  Estaba allí, delante de mí, me quedé perpleja ante sus ojos, esos ojos que ni siquiera se pueden describir con palabras, tienen que ser vistos para ser sentidos.  Justo  en ese momento, hubo un cruce de miradas que aspiraba a más de lo que se llegaba a sentir. Se podía soportar el calor a distancia, atraídos como imanes, pero no imanes cualquieras. Esa fuerza que me seducía, ese don que tenía para embrujarme, sí, ese don, ese don que nadie hubiese podido imaginar. No sabía cómo entenderle, eran tantas las cosas que pasaban por mi imaginación ¿de veras se puede decir tanto con una mirada?  Ahora comprendía  que sí, ya estaba hechizada, ya estaba completamente enamorada de su mirada, de él. Fue entonces, cuando me envolvió, cuando empezó a vivir en mi mente, pero ni yo misma pensaba que acabaría siendo más de lo que uno mismo puede llegar a ser. 

Los días pasaban y esta locura estaba acabando conmigo. Sentía cada noche su mirada clavada en la mía. En mi mente todo era un cúmulo de dudas, dudas sin resolver. Me sentía afligida y, sobre todo, confusa tras aquella noche.  Me mataba por dentro, pero a la vez era como si hubiese vuelto a vivir, a ver, como quien dice, «lo bonita que es la vida». 

Estaba completamente ciega, solo sabía dejarme llevar por impulsos del corazón, pero no llegué a utilizar el tesoro que tengo, mi mente.  Soñaba cada atardecer con tenerle algún día tan cerca que ni se distinguiera que dos vidas diferentes llegaran a convertirse en una sola. Vivía más en mi mente que en cualquier otro lugar del mundo, pero era imposible evitarlo. 

A la luz de la luna llena, me encontraba cada noche contando cada una de las estrellas, sentada sobre mi ventana, y cada vez que recordaba algo de él, una lágrima caía sobre mis manos, y apretaba el puño, de tal manera que la rabia y la impotencia de querer algo hasta el punto de necesitarlo para vivir y no poder tenerlo me quemaba. 

Ruidos y más ruidos me despertaban de cada una de mis pesadillas y fue cuando apareció de repente, sin más, sin dar explicación alguna,  pensé que me leía la mente en cada instante. Siempre me dijeron que no pusiera nunca mi destino en manos de nadie, pero lo ignoré aquel día que por fin le tenía junto a mí, a mi lado. Fue la mayor de las locuras, pues no tenía ni idea de lo que me implicaba todo aquello. 

Fue la noche más bonita, completada por el beso más profundo e inexplicable. Solo recuerdo «¿Ves mis labios? Te los presto. Bésalos». Se podía apreciar la intensidad  y la pasión de ambos, pero en un instante sentí  cómo un mordisco en el cuello, donde cada colmillo penetraba en mi blanca piel, me llevaría al cambio más aterrador y espantoso de mi vida. Comprendí todo aquel misterio, que era de esos espectros que matan con  la mirada y que acaban entrando en tu mente y matándote por dentro, de tal manera que lo necesites desesperadamente, creando adicción, como una droga de la que era imposible desengancharse. 

Después de todo, desapareció y yo ya había muerto. Me mató de tal forma que me volví esclava de él, me convirtió él mismo en parte de su alma. Nunca quise transformarme en lo que realmente era, una criatura que dependía única y exclusivamente de los humanos. Pues yo ya sabía que él era diferente al resto, que tenía ese gran secreto en el que me involucró. Pero ¿por qué me eligió a mí? Quién sabe, solo él lo tiene en su mente, pero ahora yo puedo viajar dentro de él y de cualquiera que entre dentro de mi locura

 Mírame, tú has sido quien ha querido todo esto y ahora soy la entidad demoníaca más perseverante  y  homicida, pero sé ocultarlo mejor que tú. Este misterio que yace detrás de mi piel, invade mi cuerpo y más aún mi mente, pero tú fuiste el único capaz de enamorarte del olor de mi sangre, ahora me toca a mí

 Como cada noche voy en busca de mi vida, de adueñarme de una vida más, como tú lo hiciste conmigo, pero sigo asomada en mi ventana como cada noche acompañada de mi risa malévola, observándoos a todos vosotros. El mundo es todo y yo soy una, pero ¿sabes lo que te digo? Me volvería a enloquecer y equivocar una y otra vez por ti. Estoy segura de que no solo fue culpa tuya, también mía por dejarme llevar, pero quizás estaba destinada a ser el depredador más ágil y discreto de toda la ciudad.


Estela Martín Verdugo, 4ºB 

lunes, 17 de diciembre de 2012

La Marca: un cuento de vampiros

LA MARCA

Desorientado y sudando despertó Luis de aquella terrible pesadilla en la que alguien le llevaba a un callejón oscuro y allí practicaba con él un extraño ritual. Él no entendía nada.

La mañana se le hizo bastante larga, ya que solo pensaba en llegar a su casa, buscar información y poder interpretar aquella cosa tan extraña con que había soñado.

Por fin sonó el timbre a las dos y media, llevaba un paso ligero y en siete minutos llegó a casa. Comió como si no tuviese tiempo y enseguida encendió el ordenador.

Allí no obtuvo respuesta, no encontró la interpretación que esperaba y por un rato se olvidó de ello; pero pasaron los días y una y otra noche siempre soñaba con lo mismo.

Por fin llegó el fin de semana, no tenía muchos deberes que hacer, así que decidió ir el sábado por la mañana a la biblioteca del pueblo, en busca de algún libro relacionado con la interpretación de sueños.

Cuando llegó encontró en un estante un libro, vio el índice y vio que los sueños relacionados con rituales nocturnos estaban en la página 67, cuando se dio cuenta de que esa página estaba arrancada; no le hizo ningún caso, creyó que era una coincidencia y volvió a su casa.

Al llegar, su madre tenía algo en la mano y estaba disgustada esperándole en la puerta.

Le entregó una carta abierta cuyo destinatario era él; la carta decía así: “Al final te van a descubrir”. Su madre le preguntó en qué lío estaba metido y él, enfurecido, le dijo que no sabía qué era eso, y tras un portazo se encerró en la habitación.

Volvía a leer una y otra vez la carta, sin conseguir relacionarla con nada ni nadie, puesto que no tenía remitente.

Pasaron los días, y seguía soñando todas las noches con la misma pesadilla, hasta que un día llegó al colegio y le tocaba la revisión de los 14 años, allí el médico encargado de hacerlo le levantó la camiseta para poder escuchar sus latido y comprobar que todo estaba bien. De repente, le preguntó:

—¿Cómo te has hecho esta marca?

Luis se quedó parado y le dijo que él no tenía ninguna marca, el médico le acercó un espejo y comprobó que era verdad, tenía una pequeña marca con forma de luna y varias notas musicales en su centro.

El médico dijo que la revisión había finalizado y Luis se fue del centro con bastante prisa. No le contó lo ocurrido a nadie. Empezaba a asustarse tras tantas coincidencias: las pesadillas, el libro, la carta y ahora la marca, pero no consiguió llegar a ninguna conclusión.

Cuando se dispuso a ir al colegio la mañana siguiente, vio que alguien había metido una nota por debajo de la puerta en la que ponía: “Para Luis”, la cogió con sigilo, la leyó y se la guardó, en la nota había algo escrito con grandes letras y una tinta roja que le recordaba a la sangre: “Hoy a las 12:00h en el almacén industrial San Rafael”.

El día transcurrió sin incidentes y cuando llegó la hora de acudir al almacén se planteó seriamente si ir o no, pero finalmente decidió asistir. Llegó y estuvo esperando mucho tiempo, hasta que alguien le cogió por la espalda, le tapó los ojos y le dejó inconsciente. Se despertó maniatado y con un gran dolor en la cabeza, frente a él había dos hombres de gran estatura y corpulencia que comenzaron a interrogarle:

—¿Dónde te han hecho esa marca?

—¿Por qué fuiste a la biblioteca a leer cosas sobre vampiros?

Él consiguió reconocer a uno de los hombres, era el médico de la revisión, y les contestó:

—No sé por qué tengo esa marca y yo no fui el otro día a ver nada de vampiros a la biblioteca.

Los hombres, con mucha paciencia, se sentaron delante suya y le dijeron que tenían que abandonar ese pueblo e irse los tres juntos a otro lugar, ya que si no los podrían descubrir.

—¿Descubrir el qué? –preguntó Luis.

—Descubrir que somos vampiros, aunque aún seas muy joven es hora de que sepas toda la verdad –le contestó uno de ellos —Cuando naciste, Federico, el médico que te revisó el otro día, se dio cuenta de que eras especial, de que eras… eras… eras un vampiro —respondió el otro con recelo.

Luis les dijo que no podía ser, que se debían estar confundiendo de persona, pero ellos le dijeron que no, que le habían conocido por la marca. Ambos se levantaron la camiseta y le enseñaron la misma marca que tenía él y en el mismo sitio, en el costado izquierdo.

Luis estaba anonadado, le habían dado mucha información en muy poco rato. Pero ellos le dijeron que tenía que ir rápidamente a casa a por sus maletas, ya que tenían que partir de inmediato. Luis obedeció y tras recoger todas sus cosas, les dejó una carta a sus padres, que se habían ido a cenar con unos amigos y aún no habían regresado. La carta decía así: “Queridos mamá y papá, me tengo que ir del pueblo, no me busquéis ni se lo contéis a la policía, estaré bien. Besos. Luis”.

Esa misma noche partieron, en el camino se enteró que iban a Sidney, pero no podía quejarse, ya que sabía que tenía que ser así si no quería morir.

En Sidney comenzó una nueva vida, los dos hombres le trataban muy bien y le enseñaron a desarrollar sus poderes de vampiro. En cuanto a sus padres, no preguntaron nada ni le intentaron buscar, porque esa misma noche mientras regresaban de la cena fueron asesinados por otra persona perteneciente a este grupo vampírico, ya que pensaron que era la mejor forma de que nadie preguntase por Luis, dado que en el entierro se enterraron tres ataúdes y todos pensaron que la familia entera había muerto en un accidente de coche.

El tiempo pasó y Luis vivió tranquilo y feliz, sin saber nada de la muerte de sus padres, viendo el tiempo pasar y desarrollando cada vez más sus capacidades, ya que eran inmortales.

Esther Villar Paniagua 4º B

sábado, 15 de diciembre de 2012

Concurso de sueños

En la peña, sobre la peña,
duerme la niña y sueña.
(Tradicional)

I had a dream… Concurso de sueños 

1. Podrán presentarse a este concurso de sueños cuantos soñadores así lo deseen, preferiblemente despiertos y residentes en el Campo Arañuelo. Habrá dos categorías: A. Soñadores de hasta 14 años. B. Soñadores de hasta 1.000 años.

2. Los sueños podrán presentarse en cualquier formato que resulte apropiado para trasmitir al lector, espectador u oyente la sensación de extrañeza y maravilla propia del género. Esto incluye, por ejemplo, sueños relatados en prosa o en verso (acompañados o no de ilustraciones), fotografías coloreadas o tratadas de algún otro modo, collages, composiciones musicales (con o sin letra), vídeos y eso otro que tú, noble lector, estás pensando, pero que a nosotros aún no se nos ha ocurrido.

3. Los sueños se depositarán, con o sin testigos, en el Cofre de los Sueños que se habilitará en la Biblioteca del IES Augustóbriga, sin indicación alguna de autoría, hasta el día 15 de diciembre (incluido). Podrán también enviarse a la cuenta de correo aleyendasurbanas@gmail.com con el ‘asunto’ Concurso de sueños.

4. Durante los días que van del 16 de diciembre al 6 de enero, los trabajos permanecerán expuestos en la Biblioteca y en la página web de la Biblioteca (http://biblio-augustobriga.blogspot.com.es). Todas las personas que lo deseen podrán calificar de 1 a 10 cuantos sueños deseen, utilizando para ello el formulario que se pondrá a su disposición: constituirán así la asamblea anónima de soñadores que servirá de juzgado a este certamen.

5. Los trabajos que, al obtener la mayor puntuación, resulten ganadores (y quizá también los que no) se harán inevitablemente famosos y harán felices a las buenas gentes, lo que constituye el mejor premio al que cualquier autor pueda aspirar. Pero, por si eso fuera poco, en la semana de vuelta de las vacaciones de Navidad los participantes encontrarán sobre la mesa central de la Biblioteca los regalos que los Grandes Transparentes tengan a bien preparar para ellos, con la fórmula Para el autor de… Cualquier persona que se haya sentido conmovida por algún sueño y desee dejarle a su autor un regalo a modo de réplica está invitada a hacerlo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Un tango

Sí, el tema de la nueva novela de Pérez Reverte, una obra difícil para él por ser la primera "romántica" -aunque ha incluido otros items.

Ya está a la venta y será uno de los grandes superventas de las Navidades

Teatro sobre un diccionario

¿Se puede escribir y sobre todo representar una obra de teatro sobre un Diccionario?

Parece increíble, pero sí. Se estrena esta semana en Madrid una obra sobre la vida de María Moliner, autora del Diccionario de Uso del Español.

Trata sobre varias etapas de esta señora, especialmente sus últimos años, donde por culpa de una enfermedad fue perdiendo la memoria y sus palabras, ella que había estado tan unida a ellas "una situación tan irónica y dramática que pedía una obra de teatro", en palabras de su director.

Recomendaciones breves

Como estos días antes de la 1 evaluación, estamos cortos de tiempo para leer -y desconectar con la imaginación de las materias-, os proponemos los libros de leyendas (donados generosamente por el AMPA) con muy variados temas y relatos breves.
Son, como las leyendas urbanas que comentamos el curso pasado, cuentos de diferentes lugares del mundo y acompañadas de muy buenas ilustraciones.
Espero que os gusten y sigáis cogiendo libros de esta colección.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Concurso de sueños: Sueño noveno

Con este sueño instrumental se inaugura en el blog de la Biblioteca el I Primer (y quizá único) Concurso de Sueños de la Biblioteca del IES Augustóbriga. El Concurso seguirá en fase onírica hasta el 15 de diciembre. Después, se abrirá un plazo para que los usuarios del blog y de la Biblioteca puedan evaluar los trabajos de 1 a 10, estableciendo así qué sueños merecen ganar el certamen. Bon appetit!

jueves, 22 de noviembre de 2012

A veces sueño muertos (I): Joe Hill


 Porque el que murió peleando
vive en cada compañero. 
(Quintín Cabrera, Milonga

Desde tiempo inmemorial, el mundo de los sueños se confunde con el de los muertos, como uno solo y el mismo. Hypnos y Thanatos, don Muerte y don Sueño, eran para los griegos dos hermanos gemelos, y aún entre nosotros la muerte es the big sleep, el sueño del que nunca se despierta. Como escribió el poeta Catulo, al ponérsenos esta breve luz que es la vida, nos queda por dormir la noche eterna (nobis cum semel occidit brevis lux / nox est perpetua una dormienda).

Apoya esta semejanza el hecho de que todos, o al menos incontables muchos, hemos tenido alguna vez la experiencia de soñar con una persona querida a la que ya no podremos volver a ver en el mundo de la vigilia: un difunto querido, que en nuestros sueños, resulta estar tan vivo como nosotros mismos. A veces somos conscientes en el sueño de lo incongruente de este hecho (pensábamos que Fulano estaba muerto, pero ahora que lo tenemos ante nosotros es evidente que nos habían informado mal); pero otras muchas veces asumimos con naturalidad que siga con nosotros alguien que nos sigue importando y en quien pensamos a menudo. Contra lo que podría creerse, rara vez tienen estos sueños nada de inquietante: al contrario, vienen a calmar nuestra angustia, a hacer realidad ese deseo cantado por Bécquer y Miguel Hernández de retomar una conversación que nunca dimos por terminada.

Una variante de estos sueños con difuntos es la que podríamos llamar Encuentros con Gente Importante. Importante no en el sentido en que lo son para cada uno nuestros seres queridos (aunque este sea el sentido que más importa), sino importantes para la colectividad: se trata de sueños en los que topamos con algún héroe, santo o similar que, fiel a su vocación de servicio público, viene generalmente a contarnos algo y a pedirnos (o al menos sugerirnos) que una vez despiertos lo comportamos con el resto del mundo.

Los antiguos creían que hay dos tipos de sueños: los banales o falsos y aquellos en los que nos hablan los dioses. Con independencia de que esa sea la causa o no, la distinción sigue vigente: hay sueños anodinos (los más) que olvidamos con presteza, y otros (unos pocos) que se nos quedan grabados en la mente. Los sueños con gente ilustre caen a menudo dentro de este segundo tipo,  y no es raro que el soñador, una vez despierto, los transforme en relatos, poemas o canciones.

Como muestra de este género, veamos una canción singular. Se trata de un poema compuesto por Alfred Hayes, un escritor inglés, en la década de 1930, cuando tenía algo menos de veinte años. Hayes conocía la historia de un sindicalista norteamericano de origen sueco, Joe Hill, que había muerto en noviembre de 1915 tras ser condenado a muerte por el asesinato de un policía. Aunque el caso sigue abierto en la memoria colectiva, todo parece indicar que Hill era inocente, pero pagó de este modo sus auténticas culpas: haber contribuido de forma decisiva al desarrollo del movimiento sindical estadounidense.

Hayes soñó con Joe Hill, y lo contó de este modo:

I dreamed I saw Joe Hill last night,
Alive as you or me
Says I, "But Joe, you're ten years dead,"
"I never died," says he
"I never died," says he

"In Salt Lake, Joe," says I to him,
Him standing by my bed,
"They framed you on a murder charge,"
Says Joe, "But I ain't dead,"
Says Joe, "But I ain't dead."

"The copper bosses killed you, Joe,
They shot you, Joe," says I.
"Takes more than guns to kill a man,"
Says Joe, "I didn't die,"
Says Joe, "I didn't die."

And standing there as big as life
And smiling with his eyes
Joe says, "What they forgot to kill
Went on to organize,
Went on to organize."

"Joe Hill ain't dead," he says to me,
"Joe Hill ain't never died.
Where working men are out on strike
Joe Hill is at their side,
Joe Hill is at their side."

"From San Diego up to Maine,
In every mine and mill,
Where workers strike and organize,"
Says he, "You'll find Joe Hill,"
Says he, "You'll find Joe Hill."

I dreamed I saw Joe Hill last night,
Alive as you or me
Says I, "But Joe, you're ten years dead,"
"I never died," says he
"I never died," says he 
El poema tenía la musicalidad de una balada tradicional, así que no pasó mucho tiempo antes de que recibiera la melodía y los acordes que le faltaban para convertirse en una canción propiamente dicha. Se ocupó de ello Earl Robinson en 1936, con tanto acierto que la canción se convirtió enseguida en uno de los himnos de las revueltas por los derechos civiles. Como tal la interpretó de forma memorable Joan Baez en el célebre festival de Woodstock de 1969. Le confiamos a ella el cierre de esta entrada.



 
A

lunes, 19 de noviembre de 2012

Novedad para Navidad

Acaban de salir en las librerías — a buen precio, 20€ o 16€— dos novedades que serán Superventas:

La primera es Maravillas, del autor de La invención de Hugo Cravet; el ilustrador-escritor nos lo explica:

“Después de terminar La invención de Hugo Cabret quería aprovechar todo lo que aprendí haciendo ese libro para hacer uno nuevo. Empecé a pensar en qué otra cosa podía hacer para contar una historia con imágenes, y pensé que podría ser interesante tratar de contar dos historias diferentes: una que tiene lugar en 1977 y está contada con texto, con palabras, como un libro normal; y otra que tiene lugar cincuenta años antes, en 1927, y que está narrada íntegramente con imágenes”. 

 Brian Selznick, quien emplea un lenguaje cinematográfico en sus libros, comenta lo siguiente sobre Maravillas“cuando el lector lea este libro, cuando lo abra y vea las ilustraciones y lea la historia, y compruebe que se unen, pueda sentir el amor que yo sentí por todos esos elementos y por los personajes”.

Según cuenta, un amigo que trabajaba en el Museo de Historia Natural de Nueva York le llevó a conocer la trastienda del museo, rincón que sirve de punto de encuentro para las historias de los dos protagonistas de la novela...



Y Mejor Manolo de Elvira Lindo (Manolito Gafotas) ¿Qué aventuras habrán pasado tras diez años? Seguiremos informando...

Luto en las canciones infantiles

Hola: Much@s sabréis cantar letras de canciones infantiles, pero no son de series de dibujos actuales -Bob Esponja, Pocoyó, Doraemon y demás-, pues son de una familia latinoamericana muy conocida, los Aragón.

Igual os suenan más sus nombres artísticos: Gaby, Fofó, Miliki y Fofito (Milikito al final también se añadió), de los Payasos de la Tele.

El sábado 17 de noviembre falleció Miliki, que hasta el final y con más de 80 años seguía componiendo y adaptando canciones infantiles para que los niños aprendieran cantando -con tablas de multiplicar y conceptos de las materias del cole, letras de películas, etc.


Desde este blog nos unimos al pesar de su familia y amigos cercanos. El "¿Cómo están ustedes?" se contesta solo por toda España y Latinoamérica. Era un tipo "fantasticular", que decía una de sus letras.

Enhorabuena a Laura

Nos referimos a la joven autora Laura Gallego, que ha recibido a finales de octubre el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Tenemos pocos autores españoles que se dediquen todo el año a la narración juvenil -ahora que ya no hay J.K. Rowling y otros extranjeros que terminaron su saga Potter o Crepúsculo...

Desde aquí, nos añadimos a las celebraciones y felicitaciones para esta autora, recordando que sus obras se encuentran en nuestra biblioteca para vuestro disfrute -no solo tiene "El valle de los Lobos"-

miércoles, 14 de noviembre de 2012

PREMIO PLANETA 2012

Te presentamos una curiosidad sobre los premios literarios-—donde el ganador recibe un importante premio en metálico—. En estos premios debes presentar tu obra inédita y firmada con un pseudónimo.

Este año, el Premio Planeta —que suele entregarse a un autor muy conocido y consagrado; el/la finalista es menos conocido pero suele haber ganado algún premio o merecimiento público. Si eres desconocido o es tu primera novela, tienes menos posibilidades— ha recaído en Lorenzo Silva, con su obra La marca del meridiano, una novela polícíaca con sus personajes Bellacqua y Chamorro, protagonistas de ya ¡¡¡6 novelas de la saga!!!

Es muy probable que al leer la novela se adivine claramente el autor, a pesar del pseudónimo. ¿¿¿Hubo lo que se llama tongo??? Esperamos comentarios.


Asignatura de Ciencias

Han llegado dos ejemplares a la zona de novedades, sobre Ciencias. Su título es Los científicos y sus locos experimentos  de la colección Terriblemente famosos.

En sus páginas podemos encontrar biografías de insignes científicos como Newton -por si me lo piden en algún tema del libro de texto- y ejemplos de experimentos. Incluye dibujos para hacer más amena la lectura.
 Espero que os guste y que os animéis a descubrir novedades, como hicieron ellos.

martes, 13 de noviembre de 2012

PÉREZ REVERTE

En la biblioteca, en nuestra estantería de novedades, según se entra, se encuentra la colección de libros del autor españo Pérez-Reverte, creador del personaje del Capitán Alatristre -del que se ha hecho película-, por lo que podemos acercarnos o seguir disfrutando de sus novelas.

Sin embargo, en esta colección se encuentran 3 tomos -algo grandes, por la cantidad de opiniones volcadas a lo largo de los años- con las páginas de opinión publicadas en los periódicos durante la última década.

Puede servir para conocer algo de historia de esos años, críticas contra injusticias o simplemente disfrutar de una o más páginas de buena literatura -del género ENSAYO, como recordarás.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Azares del cazador (IV): La Cierva Blanca



Guiguemar [protagonista de uno de los lais, poemas narrativos, escritos por María de Francia en el siglo XII] es un joven que ha decidido no amar. Hasta que un día se adentra por el bosque para cazar y dispara una flecha a una cierva blanca que de pronto ve salir entre los matorrales. La flecha hiere mortalmente a la cierva, pero vuelve atrás y hiere a su vez a Guiguemar en un muslo. Este cae herido junto a la cierva, que entonces le habla y le dice su destino, de una manera que recuerda a una maldición y que se asemeja al geis céltico. Su herida nunca sanará, a menos que ame a una mujer. Aunque sea en una relación inversa, se da aquí una coincidencia entre la interioridad del sujeto (no amar) y el curso de los acontecimientos, y es en esa coincidencia donde reside lo maravilloso de la aventura, y por lo que el acontecimiento se convierte en signo repleto de significado para quien lo vive. 


(Victoria Cirlot, Figuras del destino. Mitos y símbolos de la Europa Medieval, Siruela, pág. 48)

Azares del cazador (III): Melusina


De cómo Remondín encontró a Melusina
(Jean d’Arras, Melusina o la noble historia de Lusignan,
escrita entre 1387 y 1392; traducción de Carlos Alvar,
Madrid: Siruela, 1992, pp. 11-18)

Al día siguiente, el conde Aimeric salió de Poitiers con gran acompañamiento de caballeros y de nobles; a su lado se mantenía siempre [su sobrino] Remondín, que montaba un rápido corcel, ceñía espada y levaba la pica al hombro.
Llegaron al bosque y empezó la cacería. El jabalí era fiero y bravo, acabó con varios lebreles y alanos, y huyó por el bosque que era muy abrupto; entonces empezó el acoso con los voceadores, pero el animal no temía nada y respondía de tal forma que no había perro tan atrevido que osara acercarse, ni cazador tan valiente que le atacara; llegaron los caballeros y escuderos, pero ninguno se atrevió a descabalgar para enfrentarse con él. Entonces el conde dijo en voz alta:
—¿Cómo? ¿Este hijo de cerda nos va a asustar a todos?
Cuando Remondín oyó a su tío, se avergonzó, saltó del corcel con la pica empuñada y atacó al jabalí rápidamente, golpeándole en el pecho con toda su fuerza. El animal se revuelve y lo tira de rodillas, pero él se pone en pie con valor y decisión y se prepara para clavarle la pica otra vez; pero el jabalí se gira y emprende la huida, de forma que no hubo perro, caballero, ni nadie que no perdiera el rastro y la vista del animal, a excepción del conde y de su sobrino, que había vuelto a montar y lo perseguía por delante de todos a tanta distancia que su tío temía que el jabalí le atacara y por eso grita:
—¡Buen sobrino, deja estar la pieza! Maldito sea quien nos la anunció, pues si este hijo de cerda os ataca, nunca más tendré alegría.
Remondín, que estaba excitado y que no se preocupaba por su vida, ni por la suerte o desgracia que le pudiera sobrevenir, persigue al jabalí con su rápido caballo, y el conde sigue sus huellas o lo ve de lejos.
¿Para qué serviría continuar hablando? Los caballos empezaron a cansarse y a quedarse rezagados, menos los de Remondín y Aimeric. que siguieron en el acoso hasta que se hizo noche cerrada.
Entonces se detuvieron bajo un gran árbol, y le dice el conde a Remondín:
—Buen sobrino, nos quedaremos aquí hasta que salga la luna.
—Como digáis, señor.
Descabalgó, tomó su pedernal y encendió fuego. Un poco más tarde salió la luna hermosa y clara, y brillaron las estrellas. El conde, que sabía mucho de astros, contempla el cielo y ve las claras estrellas, el aire puro y la hermosa luna, sin manchas ni oscuridades, Remondín, mientras tanto se esforzaba en encender el fuego para que su señor estuviera a gusto, y Aimeric contemplaba el cielo: entonces el conde empezó a suspirar profundamente, a la vez que decía:
—Dios verdadero, qué extrañas y admirables resultarían las maravillas que has confiado a la Naturaleza para que las administre si Tú no las cubrieras con tu gracia divina; es especialmente digna de admiración la señal que veo en el curso de las estrellas, que has establecido en el firmamento desde que el cielo existe y que puedo conocer gracias a la alta ciencia de los astros; por eso te alabo de todo corazón, a Ti y a toda tu Alta Majestad, con la que nada es comparable. ¿Cómo podría resultar inteligible a la sabiduría humana si tu oculto designio no lo hubiera decidido, el hecho de que se pueda sacar honor y provecho obrando mal? Gracias a la noble ciencia que me has concedido, veo que es así; y me admiro profundamente.
Entonces empezó a suspirar más que antes. Remondín, que había encendido una hoguera y que había oído parte de las palabras del conde Aimeric, le dijo:
—Señor, el fuego ya arde; venid a calentaros. Creo que llegarán pronto quienes nos den buenas noticias, pues pienso que la pieza ha sido cazada, porque he oído tocar cuernos para reunir los perros, segun me ha parecido.
—Eso me preocupa poco. Más me inquieta lo que estoy viendo.
Entonces mira al cielo y comienza a suspirar más profundamente que antes. Remondín, que lo quería mucho, le dice:
—Señor, por Dios, dejad estar esas cosas, pues un príncipe tan alto como vos no debe preocuparse de tales artes, ni de tales asuntos; sea como sea, Dios os ha concedido una elevada y noble situación y grandes posesiones en la tierra, por lo que podéis dejar las preocupaciones —si así lo deseáis— y las tristezas que os dan asuntos que no os pueden ayudar, pero tampoco perjudicaros.
—¡Ay, loco! Si supieras la grande, rica y maravillosa aventura que estoy contemplando, te quedarías sorprendido.
Remondín, que no pensaba en nada malo, le respondió:
—Mi muy querido señor, dignaos en decírmelo, si es posible, y si es asunto que yo deba conocer.
—Por Dios, lo vas a saber; ten por cierto que yo no desearía que Dios, ni el mundo te pidiesen cuentas con respecto a esta aventura, que nos afecta a ti y a mí, pues yo ya soy viejo y tengo bastantes herederos para que me sucedan en todas mis posesiones; te quiero tanto que me gustaría que recayera sobre ti un honor tan alto como el que veo en el curso de las estrellas: si un súbdito mata en este momento a su señor, llegará a ser el más rico, el más poderoso, el más honrado de su linaje, y de él saldrá una descendencia tan noble como para que se mencione hasta el fin del mundo, tenlo por cierto
Entonces respondió Remondín que jamás podría creer que una cosa así fuera verdad, pues iba en contra de la razón el que alguien consiguiera bienes y honra cometiendo una traición mortal.
—Sin embargo, Remondín, yo creo que es verdad, tan verdad como te lo he dicho.
—No me lo creo, pues es increíble.
Entonces se pusieron los dos a pensar en el asunto, y de pronto oyeron por todo el bosque un gran ruido de ramas y de arbustos que se rompían. Remondín tornó la pica, que estaba en el suelo, y el conde desenvainó la espada y esperaron así mucho rato para saber qué pasaba, colocándose delante del fuego, en el lado por donde habían oído el quebrar de las ramas. Al cabo de algún tiempo, vieron llegar un gran jabalí, digno de admiración, que iba contra ellos espumeando y enseñando los dientes.
—Señor —dice Remondín—, subid a este árbol para que el jabalí no os haga daño y dejadme que me enfrente a él.
—No querrá Jesucristo que te deje solo en esta situación.
Cuando Remondín lo oye, ataca al jabalí empuñando la pica, con deseos de matarlo; el animal lo esquiva y se dirige contra el conde. Así comienza el dolor y la gran tristeza de Remondín, y la gran felicidad que le llegó tras esta dolorosa tristeza, según cuenta la verdadera historia.
En esta parte dice la historia que el jabalí se dio cuenta de que Remondín iba contra él y se desvió, yendo velozmente hacia el conde, que al verlo acercarse envainó la espada y cogió una pica que había visto a su lado; sujetando la pica bajo la planta del pie, dirigió la punta hacia el pecho del animal, que venía muy deprisa, pero tenía tan dura la piel que el conde cayó de rodillas por el impulso del jabalí. Remondín acudió corriendo con otra pica, dispuesto a herir al animal en el vientre, pues el golpe del conde lo había tirado de espaldas. La pica del joven sólo rozó las cerdas del lomo, y como iba con fuerza resbaló y alcanzó al conde atravesándolo de parte a parte por el ombligo. Remondín le saca del vientre la pica a su tío e hiere al jabalí, derribándolo muerto; después va al lado del conde e intenta levantarlo, pero era en vano, pues ya había muerto. Cuando Remondín vio la herida y la abundante sangre que manaba de ella, sintió tal dolor que ningún hombre lo ha tenido mayor en su vida, y decía:
—¡Ay! Falsa Fortuna, ¿cómo eres tan perversa que me has hecho matar al que amaba tanto, a quien me había hecho tanto bien? ¡Ay! Dulce Padre todopoderoso, ¿en dónde podrá refugiarse este desdichado pecador? Ciertamente, todos los que oigan contar esta desgracia me condenarán, con motivo, a morir de vergonzosa muerte y mediante duro tormento, pues peor traición no fue cometida nunca por un pecador. Tierra, ¿por qué no te abres? Trágame y ponme junto al más oscuro y odioso de los ángeles, el que antaño fue el más hermoso de todos, pues le he servido bien.
Durante mucho rato hizo estas lamentaciones y, después, se dirigió a sí mismo:
—Mi señor, que aquí yace muerto, me dijo, si ocurría tal cosa, que yo sería el más honrado de mi linaje, pero veo lo contrario, pues seré el más desdichado y el más deshonrado, y es justo que así sea. Sin embargo, ya que no puede ser de otra forma, me iré de esta región en busca de la aventura allí donde pueda expiar mi pecado, si Dios quiere.
Entonces se acercó a su señor, lo besó llorando y con el corazón tan entristecido que no diría una palabra por todo el oro del mundo; toma el cuerno de caza y se lo coloca sobre el pecho; después monta y se aleja a través del bosque, sin saber a dónde ir. Llevaba tal dolor que sería imposible contar la décima parte.
Dice la historia que cuando Remondín dejó a su señor muerto en el bosque, junto al fuego y al lado del jabalí, cabalgó por el tupido bosque con un dolor digno de admiración; cabalgó hasta que le envolvió la noche, y era medianoche. Llegó a una fuente conocida corno Fuente de la Sed, llamada por algunos Fuente Hechizada, pues antaño ocurrieron muchas aventuras en ella, y aún ocurrían de vez en cuando. Estaba la fuente en un lugar escarpado y admirable, con grandes rocas por encima y un hermoso prado a lo largo del valle, más allá del bosque. La luna brillaba clara y el caballo de Remondín lo llevaba a su gusto, por donde quería, pues al joven le faltaba la voluntad por la tristeza que tenía, como si estuviera adormecido. Cabalgó hasta llegar muy cerca de la fuente, junto a la que se solazaban tres damas; una de ellas era la señora de las otras. De ésta vamos a hablar, de acuerdo con lo que nos dice la historia.
Ahora cuenta la historia que el caballo llevaba a Remondín, que estaba pensativo, triste y cabizbajo por lo ocurrido, por donde quería, sin que él le tirara del freno hacia la derecha o hacia la izquierda; y el joven ni oía, ni veía, ni entendía. En tal estado pasó por delante de la fuente en la que estaban las tres damas, sin verlas, y el caballo se lo llevó rápidamente; entonces, la de más dignidad dijo a las otras:
Ese que pasa por ahí parece hombre gentil, pero no lo demuestra, sino que se comporta como tosco al pasar de tal forma ante damas o doncellas sin saludarlas.
Decía esto por disimular, para que las otras no se dieran cuenta de lo que estaba pensando, pues sabía que era un joven valeroso, tal como oiréis más adelante. Les dijo a las otras:
—Quiero ir a hablar con él.
Las deja y va hacia Remondín; sujetando el freno del caballo, lo detiene a la vez que dice:
—Vasallo, gran orgullo o gran necedad os hacen pasar así por delante de doncellas sin saludarlas, aunque orgullo y necedad pueden estar juntos en vos.
Y a continuación se calla. El joven, que ni la oye, ni la escucha, no le contesta una sola palabra. Ella, como enfurecida, vuelve a dirigírsele diciendo:
—¿Cómo, estúpido señor, sois tan engreído que no os dignáis responderme?
Él no le contesta una palabra.
—A fe mía —exclama la dama—, creo que este joven está dormido encima de su caballo, o que es sordo y mudo; pero creo que voy a conseguir que hable, si es que ha hablado alguna vez.
Entonces lo coge por la mano y tira fuerte y firme diciendo:
—Señor vasallo, ¿estáis dormido?
Remondín vuelve en sí, como quien se despierta sobresaltado, empuña la espada, pensando que le atacaban las gentes del conde. Cuando la dama lo ve, se da cuenta de que hasta entonces no se había percatado de su presencia, y le dice riendo:
—Señor vasallo, ¿con quién queréis entablar batalla? Vuestros enemigos no están presentes aquí. Buen señor, yo soy de los vuestros.
Cuando Remondín oye esto, la mira y observa su gran belleza; se queda admirado y le parece que nunca vio a nadie semejante. Descabalga rápidamente y hace una reverencia con cortesía, mientras dice:
—Queridísima señora, perdonadme la injuria y la villanía que he cometido para con vos, pues me he portado muy mal: os juro por mi fe que ni os había visto, ni oído hasta que me tirasteis de la mano. Pensaba en un asunto que me ha llegado al corazón y le ruego a Dios que me ayude a salir de él.
—Señor, bien habéis hablado, pues siempre se ha de invocar a Dios para que nos ayude. Os creo en lo que habéis dicho de que no me habíais oído ni escuchado, pero, ¿a dónde vais a esta hora?, si es que me lo podéis revelar; si no conocéis el camino, os ayudaré a encontrarlo, pues no hay vereda ni sendero en este bosque que yo no sepa a dónde se dirigen; confiad en mí.
—Señora, muchas gracias por vuestra cortesía. Llevo perdido mi camino la mayor parte de hoy, hasta ahora.
Cuando la dama ve que mantiene la reserva, le dice:
—Remondín, por Dios, de nada os vale guardar el secreto; sé bien qué os ha pasado.
Al oír que la dama lo llama por su nombre, se quedó tan asombrado que no supo qué responder; ella, que se dio cuenta de que estaba avergonzado de que supiera tanto de él, le dijo:
—Por Dios, Remondín, después de Dios soy yo la que más te puede ayudar y proteger en este mundo, en tus adversidades, y convertir tu desdicha de mal en bien. De nada te vale ocultarlo. Sé cómo has matado a tu señor por mala suerte, como si lo hubieras querido, aunque en ese momento no deseabas hacerlo y sé todas las palabras que te dijo gracias a sus muchos conocimientos de los astros.
Al oír esto, Remondín se quedó más asombrado que antes, y le contestó:
—Querida señora, me decís la pura verdad, pero me pregunto admirado cómo lo sabéis o quién os ha informado tan pronto.
—Remondín, no te asombres, pues lo sé y sé que piensas que soy fantasma o que mi figura y mis palabras son obras del diablo, pero te aseguro que estoy del lado de Dios y que creo en todo cuanto debe creer una católica; ten por seguro que sin mí y sin mi consejo no podrás llevar a buen término lo que emprendas. Si me crees, todas las palabras que te dijo tu señor se cumplirán en ti, con la ayuda de Dios, y muchas más que no te dijo, pues serás el más poderoso y el mayor de tu linaje.
Cuando Remondín oyó las promesas de la dama, recordó las palabras que le había dicho su señor, y no se olvida del peligro que le acecha de ser desterrado o muerto, o expulsado de todas las tierras donde sea conocido; decidió entonces confiar en la dama, pues sólo tenía que pasar una vez el cruel paso de la muerte. Respondió con humildad:
—Querida señora, os agradezco la promesa que me hacéis. Sabed que ni por dificultad, ni por duro que sea, dejaré de hacer, en lo posible, lo que queráis, si es cosa que pueda emprender un cristiano sin faltar al honor.
—Habéis hablado bien. Os aconsejaré algo de lo que sólo recibiréis bienes y honra, pero es necesario que antes me prometáis que os casaréis conmigo. No temáis, pues estoy del lado de Dios.
Remondín juró que así lo haría.
—Ahora, Remondín —añadió ella—, es necesario que juréis otra cosa.
—¿Qué es, señora? Estoy dispuesto, si es algo que yo pueda hacer.
—Sí, no os perjudicará. Me juraréis, por todo lo que se pueda jurar, que los sábados no intentaréis verme, ni preguntaréis dónde estoy. Os juro por mi alma que ese día yo no hago nada que os pueda deshonrar y no hago sino pensar en cómo aumentar vuestra valía y vuestro estado.
Remondín se lo jura así, y entonces la dama vuelve a tomar la palabra:
—Amigo, os diré lo que tenéis que hacer. No temáis nada; id directamente a Poitiers; al llegar, os encontraréis con varios que habrán vuelto de la cacería y que os pedirán noticias de vuestro señor el conde. Decid: ¿cómo, no ha regresado? Contestarán que no. Responded que no lo visteis desde que la cacería comenzó a complicarse y que entonces lo perdisteis en el bosque de Colombieres, como les pasó a los otros, y os quedaréis asombrado como los demás. Inmediatamente después llegarán los cazadores y gentes suyas, que llevarán en unas parihuelas al conde muerto; a todos les parecerá que la herida fue causada por los colmillos del jabalí, y todos coincidirán en que el animal lo mató y que el conde mató al jabalí, y considerarán que fue muy valiente. Entonces empezará la aflicción. La condesa, su hijo Beltrán, su hija Blanca, todos, grandes y pequeños, llevarán luto. Expresad tristeza y vestid de negro como los demás. Los funerales serán muy dignos, y cuando llegue el momento, los nobles rendirán vasallaje al nuevo conde. Vendréis a verme la víspera del día en que se deba celebrar el vasallaje, y me encontraréis en este mismo lugar. Tomad, amigo, como principio de nuestro amor estos dos anillos de oro que están juntos; sus piedras tienen una gran virtud: la de uno es que a quien se le dé por amor no morirá por heridas de arma, mientras lo lleve; la del otro, que le hará vencer a sus enemigos, si tiene razón, tanto en pleitos como en pelea. Con los anillos iréis seguro, amigo mío, pues no tendréis que temer nada.
Entonces se despidió Remondín abrazándola con dulzura y besándola con amor, confiado totalmente a ella; y ya estaba tan enamorado que consideraba verdad cuanto le decía y tenía razón al obrar así, según oiréis más adelante, en la historia auténtica.
Nos cuenta la historia que Remondín volvió a montar a caballo y su dama le indicó el camino correcto para ir a Poitiers y lo dejó. Remondín, que estaba muy a gusto en su compañía, se puso triste, pues hubiera querido estar siempre con aquella que le había dado tranquilidad. Cabalga hacia Poitiers y la dama vuelve a la fuente, al lado de las otras dos. Aquí la historia deja de hablar de ellas y vuelve a hablar de Remondín, que iba a Poitiers.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Azares del cazador (II): Romance de la Infantina




Continuamos esta serie con otra historia de cazadores que se pierden en lo inesperado. Esta vez se trata de un romance tradicional, compuesto de manera harto curiosa: se han combinado secuencias de tres historias distintas, formando con ellas una trama coherente. La versión que ofrecemos la recogimos en el año 2003 de boca de Guadalupe Alegre, gran amiga y pozo inagotable de sabiduría popular, y está recogida en el CD Cancionero y romancero del Campo Arañuelo: una obra única en su especie que se publicó en el año 2006 en edición no venal, y de la que no es ya sencillo encontrar copias. Podéis consultarla en nuestra Biblioteca, o sacarla en préstamo.  

 Cazador que vas cazando
(Cancionero y romancero del Campo Arañuelo, CD-ROM, Navalmoral: Arjabor, 2006)

(La Infantina + Caballero burlado + Hermana cautiva: IGR 0164 + 0100 + 0169)    

Informante: Guadalupe Alegre García, de Jaraíz de la Vera.
Fecha de nacimiento: 1 de julio de 1955.
Lugar: Navalmoral de la Mata.
Fecha: 31-3-2003. 
Recopilador: Alejandro González.

         Cazador que vas cazando,
        cazando de noche y día.
        Los perros iban cansados,    
        la caza no parecía.
5      Se ha parado a descansar
        al tronco de una hermosa encina.
        El tronco era de oro,
        las ramas de plata fina
        y en la cogolla más alta
10    y había una hermosa niña
        con una mata de pelo
        que toa la encina cubría.
        —No te asustes, cazador,
        que soy una hermosa niña
15    que en el vientre de mi madre
        me maldijo una tia mía
        que tenía que estar penando
        siete año(h) en esta encina
        y hoy los cumplo, cazador,
20    al punto de mediodía.
        Si me quieres esperar,
        iremos en compañía.
        —¿Dónde montaré a mi bella,
        dónde montaré a mi blanca?
25    —Y en las jancas del caballo
        para mayor honra mía.
        Y a la mitad del camino,
        la niña se sonreía.
        —¿Por qué sonríes, mi bella?
30    ¿Por qué sonríes, mi blanca?
        —Me río de ti, cazador,
        que las espuelas se te olvidan.
        Mi padre fabrica el oro,
        mi madre la plata fina
35    y un hermanito que tengo
        se dedica a cacería.
        Abrir puertas y ventanas,
        balcones y galerías.
        Creí que traía una novia
40    y traigo a una hermana mía.