La Metamorfosis de Kafka, una de las obras que más se trabajan en la asignatura de Literatura Universal, tiene cierta similitud con otras historias sobre cambios de forma (eso significa metamorfosis), y al mismo tiempo se diferencia radicalmente de ellas por su sentido e intención.
En el trabajo que sigue, que ocupará varias entradas del blog, Marina Trujillo y Laura Montero hacen un recorrido por algunas de estas historias, atendiendo en cada caso a una serie de parámetros sobre la metamorfosis: ¿es esta voluntaria o involuntaria? ¿Supone una mejora o una degradación? ¿Es reversible o no tiene vuelta de hoja? ¿Se debe a agentes naturales o sobrenaturales? ¿Es gradual o repentina? ¿Significativa o absurda? ¿Premeditada o accidental?
Si tenemos en cuenta la aplicación de esta pequeña encuesta a la obra de Kafka, veremos que en ella la transformación de Gregor Samsa es involuntaria, supone una degradación irreversible, y (hasta donde se nos alcanza) es repentina, absurda y accidental. Sobre los posibles agentes de la misma no sabemos nada: ni el narrador ni los personajes se preguntan en ningún momento por ellos.
Aunque algunos de estos parámetros aparecen también en las historias que siguen, podemos adelantar que en ninguna de ellas encontraremos la misma configuración que en la obra de Kafka: de hecho, la metamorfosis siempre tiene en ellas un sentido y es resultado del algún agente claramente identificado (sobrenatural, casi siempre, salvo en las historias vinculadas a la Ciencia-Ficción, un caso especial que Laura y Marina nos aclararán en su momento).
En esta entrada recogemos la primera parte del trabajo de nuestras alumnas: un análisis de las metamorfosis que aparecen en tres cuentos maravillosos muy conocidos.
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CUENTO POPULAR
En el cuento popular abundan
las transformaciones. Muchas de ellas en forma de encantamiento, que puede ser
entendido como un castigo o como un don.
La Bella y la Bestia
Durante un viaje un
hombre acaba en un castillo mágico habitado por una bestia, que termina
encerrándolo. Para salvarlo, su hija menor se ofrece a quedarse con la bestia
a cambio de la libertad de su padre. En el palacio, la Bestia trata a Bella con
grandes atenciones y comienzan a hacerse amigos, hasta que Bella abandona el
castillo para ir a visitar a su padre enfermo, prometiendo regresar. Al
retrasarse a su vuelta, la Bestia está a punto de morir de tristeza, y cuando
Bella le encuentra así le confiesa su amor, deshaciendo el encantamiento que
encerraba a un príncipe bajo la forma de bestia.
En la película homónima
de Disney, la transformación de la bestia que se narra en el cuento se produce
al principio de la narración: una hechicera disfrazada de mendiga llama a las
puertas del castillo del príncipe pidiéndole a este una limosna. El príncipe se
la niega y en consecuencia, la hechicera revela su identidad y le echa un
encantamiento: su apariencia sería la de una bestia y no podría recuperar su
identidad humana hasta que una muchacha se enamorase de él. Además, tenía como
plazo máximo hasta que cayera el último pétalo de una rosa mágica que la
hechicera le entregó.
Clasificamos esta
transformación como involuntaria pues, a pesar de que el castigo fue una
consecuencia de la acción del príncipe, este no sabía lo que en realidad estaba
pasando; de regresión, ya que el hecho de convertirse en bestia supone para el
príncipe una gran carga, se le degrada (los animales se consideran criaturas
inferiores al hombre); reversible, pues la maldición desaparecerá cuando una
chica se enamore de la bestia sin importarle su aspecto; sobrenatural, ya que
se produce por medios mágicos; repentina, pues en ningún momento se nos
especifica que el príncipe sufriera cambios graduales hasta convertirse en una
bestia; significativa, porque es el hecho sobre el que gira la trama; y
premeditada por parte de la hechicera, quien ya conocía las normas del juego.
La princesa y el sapo
Un rey tenía tres hijas muy bellas, en especial la pequeña. Esta última
estaba jugando con su pelota de oro cerca del estanque, cuando cayó en
este. La niña comenzó a llorar y
entonces apareció un sapo brindándole su ayuda. Este le pidió a cambio que si
se lo recuperaba, la niña tendría que llevarle a su casa y tratarle como un
humano (comer de su platito, beber de su vasito, dormir en su camita). Sin
embargo, la pequeña faltó a su promesa y se fue corriendo una vez que recuperó
su juguete. Al día siguiente, el sapo apareció en su casa reclamando que se
cumpliese lo que se le había prometido. El rey, un hombre de palabra, obliga a
su hija a que cumpla lo que dijo. La niña entonces lo cumple, pero para ello
antes de meterlo en su cama, lo estampa contra la pared y es entonces cuando
aparece el príncipe. Tras ello se fueron al reino del mismo y
vivieron felices.
En este cuento, la transformación que ocurre es la del príncipe en sapo,
por culpa del encantamiento de la bruja, y luego a la inversa, cuando el
príncipe recobra su forma humana tras ser golpeado por la joven.
La transformación del príncipe en sapo es involuntaria, puesto que esta
ocurre después de una bruja le echase un encantamiento. Supone una regresión
del personaje, pues pasa de ser un humano a un sapo. Además, es reversible,
pues puede romperse si una joven lo adopta. Ocurre de forma repentina, pero es
significativa, pues es la que lleva a que la historia se desarrolle. No es una
acción premeditada, sino accidental. Es una transformación sobrenatural, pues
un hombre no se puede transformar en sapo (sucede por medios mágicos).
Blancaflor
Un matrimonio, desesperado
por tener descendencia, le pide a Dios un hijo y llegan a decir que no les
importa que se lo lleve el diablo cuando cumpla la edad de veinte años. Por fin
Dios les manda un hijo tan hermoso que no hay otro como él, pero se hace
jugador y llega a perder hasta su alma, tras apostársela con el mismo diablo.
El diablo entonces le dice que, si quiere recuperarla, ha de ir a su castillo y
realizar tres trabajos que le impondrá. Ni que decir tiene que el príncipe acaba
de cumplir los veinte años cuando emprende el camino hacia el castillo de Irás
y no Volverás. En tan largo y dificultoso viaje es ayudado por una anciana,
a la que el príncipe ha dado muestras de generosidad, y que le informa de lo
siguiente: poco antes de llegar a ese castillo hay un río, donde todos los días
van a bañarse tres palomas, que son las tres hijas del diablo. Deberá
esconderle la ropa a la más pequeña, cuyo nombre es Blancaflor, y no debe
devolvérsela hasta que por tres veces ella le prometa ayudarle en todo. Tras
numerosas peripecias, el príncipe halla a Blancaflor y obtiene de ella la
promesa de ayuda y de matrimonio. Cuando llegan al castillo, el diablo somete
al príncipe a las tres pruebas, que son: allanar una ladera, sembrar el trigo y
traerle pan, todo en un día; lo mismo con las cepas, uvas y vino; por último,
traer un anillo que la tatarabuela del diablo perdió en el Estrecho de
Gibraltar. De todas las pruebas sale victorioso el príncipe, gracias a la ayuda
de Blancaflor. Sabe ella, no obstante, que el diablo, su padre, intentará
matarlo, y emprenden la fuga, auxiliada igualmente con otros recursos mágicos
que ella posee. De vuelta a la patria del príncipe, este se olvida de
Blancaflor y prepara la boda con otra princesa de su reino. Blancaflor está a
punto de suicidarse con una piedra de dolor y un cuchillo de amor, cuando el
príncipe, que asiste al coloquio de Blancaflor con estos objetos, escondido
tras unas cortinas, empieza a recordar todo lo ocurrido y detiene la mano
suicida en el último instante. Se casa con Blancaflor.
Las transformaciones a
las que asistimos en este cuento son las de las hijas del Diablo, especialmente
la de Blancaflor, quien para no ser reconocida, puede transformarse en paloma.
Además, encontramos algunas otras que suceden en el momento de la huida del
muchacho y Blancaflor del Diablo: Blancaflor tira una serie de objetos que se
transforman en otras cosas, un peine se convierte en un espeso matorral de
peines, una navaja en un matorral de navajas, un puñado de sal en un monte de
sal y finalmente, el caballo se volvió una ermita, ella una imagen y el
príncipe el ermitaño.
Clasificamos estas
transformaciones como voluntarias, Blancaflor y sus hermanas pueden
transformarse en palomas cuando quieran y los objetos se transforman en otras
cosas por deseo de Blancaflor; de avance, ya que se trata de una forma de
camuflaje (paloma) y por otro lado se usan para tomar ventaja (objetos); es
reversible si nos referimos a que las hijas del diablo no se mantienen siempre
en forma de paloma sino que pueden cambiar a forma humana, y definitiva si
tenemos en cuenta que este don no tiene "fecha de caducidad"; el caso
de los objetos, no queda muy claro, pero suponemos que es definitiva; es
sobrenatural el hecho de que las hijas del diablo se transformen en palomas, al
igual que el de que Blancaflor tire objetos que se convierten en otras cosas ; es un cambio repentino, pues las hijas del Diablo se
transforman en palomas cuando quieren, sin un proceso, al igual que los
objetos; no es tan significativo como en otros cuentos en los que el hilo
argumental en sí mismo depende de esta transformación; y es premeditado, ya que
es un don que las muchachas ya conocen y usan cuando quieren.
¡Qué gratificante interpretación, muy erudita y emocional y casi-casi, feminista, de estos bellos cuentos!¡MUCHAS GRACIAS POR EXPONERLA! ¡Me gusta! mmmm... ¡Es
ResponderEliminarGracias a ti por apreciarla. Enseguida subimos la segunda parte.
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