Dámaso Alonso, poeta del 27, tuvo una segunda y quizá mejor (aunque no más confortable) vida como poeta desarraigado en los años de la posguerra española. De este período procede este poema que nos traen Inés y Susana, Viento de noche, y que dice así:
El viento es un can sin dueño,
que lame la noche inmensa.
La noche no tiene sueño.
Y el hombre, entre sueños, piensa.
Y el hombre sueña, dormido,
que el viento es un can sin dueño,
que aúlla a sus pies tendido
para lamerle el ensueño.
Y aun no ha sonado la hora.
La noche no tiene sueño:
¡alerta, la veladora!
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