Tenía solo nueve años cuando me mudé con mi madre a mi nuevo apartamento. Fue difícil: nueva ciudad, nuevo país, nueva gente… Pero me alegró mucho que, en mi mismo bloque, una niña muy agradable llamada Lucy siempre jugaba conmigo en el sótano; allí fue donde nos conocimos. Decía que sus padres la enviaban allí regularmente a hacer tareas y, como en nuestro bloque existía un sótano universal, naturalmente nos hicimos amigos. Tras un tiempo, dejamos de vernos tan a menudo y aún recuerdo esa última vez que la vi.
Tenía trece años y fui a recoger los adornos del sótano que mi
madre me había pedido, ya que esa época
se acercaba. Allí me encontré con ella; extrañamente, llevaba la misma ropa y poseía la misma apariencia de la
última vez que nos vimos. No había cambiado
nada, excepto en algunos pequeños detalles como la expresión seria que
ahora tenía o una piel pálida, casi
translúcida.
Caminé hacia ella, quería preguntarle un millón de cosas, me
gustaría saber cómo estaba, por qué
tenía esa expresión tan seria y, más importante, ¿por qué no nos habíamos visto en tanto tiempo? Pero al
final, ella actuó como si no estuviera, por lo
que no tardé mucho en rendirme e irme.
—¿En serio? —pensé—. De tanto pensar y hablar con Lucy se me han olvidado las decoraciones.
Tendré que
volver.
Bajé otra vez hacia el sótano, resoplando gracias a lo despistado que podía llegar a ser.
—Qué raro —dije en voz alta esta vez—. No recuerdo cerrar la puerta.
Empujé y tiré, luego volví a empujar, pero la puerta no me
dejaba pasar. Se me vino a la mente que
posiblemente Lucy la hubiera cerrado con llave tras salir, por lo que me apresuré a sacar la llave y abrir la puerta
del sótano.
Varios minutos pasaron y finalmente la puerta se abrió. ¿Por qué
estaba todo tan polvoriento? ¿Qué estaba
pasando? Lo intenté ignorar, me dirigí hacia las cajas donde estaban las decoraciones. Genial, solo
faltaba subirlas. Pero justo en la entrada se
encontraba algo… alguien. Justo ahí vi…
A Lucy, más bien, su cuerpo sin vida.
Aún tenía esa piel translúcida con la que me encontré hace varios
minutos. Me asusté mucho, llamé a mi
madre, a alguien, grité, incluso corrí hacia la puerta de los vecinos para que llamaran a la policía. Era aquella
pareja joven que siempre estaba atenta a todo
lo que sucedía en el edificio.
La policía no tardó mucho en llegar; estimaron un tiempo no muy
amplio desde la muerte. Ahora me
encuentro en la comisaría con mi madre, me están interrogando, pero mi mente está en otros lugares. ¿Por qué
tiene la misma apariencia de cuando era
pequeña? ¿De qué tipo de muerte fue víctima mi querida amiga? No creo
que nunca pueda responder estas preguntas…
¿Qué te pasó, Lucy?
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