viernes, 21 de noviembre de 2025

Concurso gótico. Relato 16. La chica del sótano


 Tenía solo nueve años cuando me mudé con mi madre a mi nuevo apartamento. Fue  difícil: nueva ciudad, nuevo país, nueva gente… Pero me alegró mucho que, en mi  mismo bloque, una niña muy agradable llamada Lucy siempre jugaba conmigo en el  sótano; allí fue donde nos conocimos. Decía que sus padres la enviaban allí  regularmente a hacer tareas y, como en nuestro bloque existía un sótano universal,  naturalmente nos hicimos amigos. Tras un tiempo, dejamos de vernos tan a menudo y  aún recuerdo esa última vez que la vi.

Tenía trece años y fui a recoger los adornos del sótano que mi madre me había pedido,  ya que esa época se acercaba. Allí me encontré con ella; extrañamente, llevaba la misma  ropa y poseía la misma apariencia de la última vez que nos vimos. No había cambiado  nada, excepto en algunos pequeños detalles como la expresión seria que ahora tenía o  una piel pálida, casi translúcida.


Caminé hacia ella, quería preguntarle un millón de cosas, me gustaría saber cómo  estaba, por qué tenía esa expresión tan seria y, más importante, ¿por qué no nos  habíamos visto en tanto tiempo? Pero al final, ella actuó como si no estuviera, por lo  que no tardé mucho en rendirme e irme.


—¿En serio? —pensé—. De tanto pensar y hablar con Lucy se me han olvidado las  decoraciones. 

Tendré que volver.


Bajé otra vez hacia el sótano, resoplando gracias a lo despistado que podía llegar a ser. 


—Qué raro —dije en voz alta esta vez—. No recuerdo cerrar la puerta. 


Empujé y tiré, luego volví a empujar, pero la puerta no me dejaba pasar. Se me vino a la  mente que posiblemente Lucy la hubiera cerrado con llave tras salir, por lo que me  apresuré a sacar la llave y abrir la puerta del sótano.

Varios minutos pasaron y finalmente la puerta se abrió. ¿Por qué estaba todo tan  polvoriento? ¿Qué estaba pasando? Lo intenté ignorar, me dirigí hacia las cajas donde  estaban las decoraciones. Genial, solo faltaba subirlas. Pero justo en la entrada se  encontraba algo… alguien. Justo ahí vi…

A Lucy, más bien, su cuerpo sin vida.


Aún tenía esa piel translúcida con la que me encontré hace varios minutos. Me asusté  mucho, llamé a mi madre, a alguien, grité, incluso corrí hacia la puerta de los vecinos  para que llamaran a la policía. Era aquella pareja joven que siempre estaba atenta a todo  lo que sucedía en el edificio.

La policía no tardó mucho en llegar; estimaron un tiempo no muy amplio desde la  muerte. Ahora me encuentro en la comisaría con mi madre, me están interrogando, pero  mi mente está en otros lugares. ¿Por qué tiene la misma apariencia de cuando era  pequeña? ¿De qué tipo de muerte fue víctima mi querida amiga? No creo que nunca pueda responder estas preguntas…

¿Qué te pasó, Lucy?

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