El romanticismo español tiene fama de pobre, casi de segundón, en comparación con las riquezas de los romanticismos inglés y alemán, previos y más amplios en su vuelo. Sin embargo, somos muchos los admiradores de José de Espronceda, un poeta al que tal vez perjudicó su excesiva facilidad para el verso (o su falta de autocrítica), pero que además de sus sabrosas canciones (la gente suele recordar la del pirata, pero nos os perdáis la del mendigo, o la políticamente incorrectísima del cosaco) nos dejó una obra maestra en su poema narrativo (y a ratos, dramático) El estudiante de Salamanca.
Paula García y Marina Moreno, de 4ºB, recitan para nosotros el arranque de este gran poema, un romance logradísimo que a mí siempre me recuerda el ambiente de Thriller, la canción y el vídeo de Michael Jackson (y la intervención del gran Vincent Prince), con su referencia a la hora bruja y a los muertos que vuelven a la vida. It's close to midnight. Era más de medianoche, / antiguas historias cuentan...
Entre los admiradores de Espronceda está Juan de Mairena, el heterónimo de don Antonio Machado, que escribe:
ResponderEliminar«" Entre los románticos españoles –habla Mairena a sus alumnos-, yo elegiría a Espronceda. No porque piense yo que sea Espronceda el más puro de nuestros románticos, sino porque, a mi juicio, fue aquel señorito de Almendralejo quien logró acercar más el romanticismo a la entraña española, hasta pulsar con dedos romáticos, más o menos exangües, nuestra vena cínica, no la estoica, y hasta conmover el fondo demoníaco de este gran pueblo –el español-, donde, como sabemos los folcloristas, tanto y tan bien se blasfema.
Es Espronceda –como nos muestra su obra escrita y las anécdotas de su vida que conocemos- un cínico en toda la extensión de la palabra, un socrático imperfecto, en quien el culto a la virtud y a la verdad del hombre se complica con el deseo irreprimible de ciscarse en lo más barrido, como vulgarmente se dice. El cínico, en clima cristiano, llega siempre a la blasfemia, de la cual se abstiene, por principio y por humor, su compradre el estoico.
Es Espronceda el más fuerte poeta español de inspiración cínica, por quien la poesía española es –todavía- creadora. Leed, yo os lo aconsejo, El estudiante de Salamanca, su obra maestra. Yo lo leí siendo niño –a la edad en que debe leerse casi todo-, y no he necesitado releerlo para evocarlo cuando me place, por la sola virtud de algunos de sus versos; por ejemplo:
Yo me he echado el alma atrás, etc.
Grande, muy grande poeta es Espronceda, y su Don Félix de Montemar, la sínteis, o, mejor, la almendra españolísima de todos los Don Juanes. Después del poema de Espronceda hay una bella página donjuanesca en Baudelaire, que Espronceda hubiera podido adoptar sin escrúpulo –tanto coincide en lo esencial con su Don Félix- como epílogo o como ex libris decorativo de El estudiante de Salamanca.
Quand Don Juan descendit vers l´onde souterraine… "»
('Juan de Mairena', XXVII)