jueves, 20 de octubre de 2011

Edipo soviético


Uno de los libros más notables de nuestra Biblioteca es el Edipo Rey de Sófocles, una obra a la que intentamos hacer justicia en la asignatura de Literatura Universal, que podéis cursar en 2º de Bachillerato. Su protagonista, Edipo, es un héroe que lucha por establecer la justicia y averiguar cuál es la verdadera naturaleza de las cosas. En esa investigación le aguarda, sin embargo, una pesada sorpresa: los dioses han decidido que Edipo cometa, sin saberlo, dos de las acciones más horrendas que puede llevar a cabo un ser humano...

La historia de Edipo se ha analizado desde muchos puntos de vista y ha inspirado muchísimas obras de arte, tanto literarias como musicales y pictóricas. Hoy vamos a recordar cómo la enfocó Vladimir Propp, un gran folklorista soviético, del que también puedes encontrar en la Biblioteca su gran obra Las raíces históricas del cuento popular.

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Uno de los folkloristas más influyentes del siglo XX es el soviético Vladimir Propp (1895-1970). En su obra Morfología del cuento popular (1928) demostró que los narradores de cuentos maravillosos (cuentos de hadas, fairy tales) siguen siempre, inconscientemente, una pauta o patrón, el mismo para todos los cuentos. Por tanto, estos no son creaciones autónomas, sino variaciones de un único esquema: la historia comienza siempre con una pérdida o catástrofe (la princesa es raptada, llega una peste, el sol desaparece del cielo), que da pie a la intervención del héroe protagonista. Éste emprende su misión, en el curso de la cual entra en contacto con el Donante: un personaje (un animal, una bruja, un difunto…) que le somete a una prueba (lucha con él, le hace preguntas, le encarga una misión complicada) y que, una vez superada ésta, le da ayuda y/o un objeto mágico. Logra así llegar hasta el antagonista (un mago malvado, un dragón, el diablo), que es el culpable de la desgracia que ha caído sobre el reino. A veces, el Donante es un personaje femenino relacionado con el villano (su hermana, su hija…) que, aunque al principio se enfrenta al héroe, acaba enamorándose de él y le revela algún punto débil del villano. Durante el combate, hay un momento en que el héroe parece derrotado, pero finalmente se repone, de forma sorprendente, y logra derrotar a su enemigo. Después, se dirige al reino con el bien precioso que el villano había secuestrado (una princesa, un objeto mágico, un tesoro), pero en el camino tiene que afrontar nuevos problemas: alguien (el villano, sus servidores) le persigue; un traidor se lo roba y se presenta en la corte como si fuera el verdadero héroe. Cuando el protagonista llega lo hace de incógnito, sin revelar su verdadera identidad. Se encuentra al usurpador ocupando el lugar que le correspondería, y debe desenmascararlo. Para ello, pasa una prueba que demuestra sin lugar a dudas que es él quien ha vencido al villano (por ejemplo, saca de un zurrón su cabeza). Finalmente, es reconocido, se casa con la princesa y sube al trono.

Muchos de estos elementos (Propp los llama funciones) pueden faltar, hay secuencias que pueden repetirse dos o más veces, y algunas funciones pueden ser sustituidas por otras —pero el esquema esencial problema-héroe-solución siempre es el mismo, y también el orden de los factores. Propp resumió su análisis en una larga expresión algebraica, que podemos comparar con un programa informático, lleno de expresiones del tipo (if…., goto…). Inventarse un cuento de hadas nuevo es como jugar una nueva partida en un juego milenario. El narrador tiene que dar nombres a los personajes y elegir en cada encrucijada la opción que mejor le venga (por ejemplo: ¿con qué pérdida iniciar el cuento? ¿Un mago maligno llega a la corte, hechiza la princesa y se la lleva consigo? ¿Un dragón llega al reino y destruye con su aliento flamígero los campos, exigiendo víctimas humanas para no destrozarlo todo? ¿Una extraña maldición hace que la magia deje de funcionar en el reino?).

Aunque Propp limitó su análisis a los cuentos de hadas rusos, el esquema que descubrió está también presente en infinidad de novelas, películas, cómics, etc. No es nada nuevo: desde pequeños sabemos que todas las historias de buenos y malos se parecen mucho entre sí. Por ejemplo: un grupo de terroristas (el villano) secuestra un edificio lleno de personas (pérdida); un policía de incógnito (el héroe) se encuentra por casualidad entre los rehenes; roba un arma y se esconde en los conductos de ventilación del edificio, hasta lograr localizar al jefe de los terroristas; en más de una ocasión parece que va a quedar derrotado (le hieren, le acorralan…), pero finalmente logra desarmar al enemigo y liberar a los rehenes. Sin embargo, a última hora un jefe de policía ambicioso le arrebata la gloria, presentándose en los periódicos y en la televisión como el responsable de la victoria… hasta que el héroe lo desenmascara hábilmente y lo deja en ridículo.

Los creadores de los librojuegos y los juegos de rol han tenido también muy en cuenta la obra de Propp. Unos y otros pueden considerarse variantes en vivo del esquema que él describió. Incluso se han creado páginas web en las que se puede generar automáticamente todos los cuentos que uno quiera, con sólo determinar qué elementos (funciones) de los fijados por Propp se van a combinar (http://www.brown.edu/Courses/FR0133/Fairytale_Generator/home.html; http://www.stonedragonpress.com/wicca_201/vladimir_propp/oral_tradition_00_a.html).

Aunque se le recuerda sobre todo por haber fijado este arquetipo o esquema formal de lo que es un cuento de hadas, Propp también se ocupó del contenido, al que dedicó otro gran libro, Las raíces históricas del cuento popular (1946). Según él, las narraciones populares sólo pueden entenderse aplicando la doctrina marxista según la cual la infraestructura (la manera en que está organizado el trabajo y la vida diaria dentro de una sociedad) determina y produce la superestructura (la cultura, las creencias, el arte). Los cuentos populares (entre ellos, la historia de Edipo) nacen para describir aspectos importantes de la vida del pueblo. Sin embargo, la correspondencia entre las condiciones socioeconómicas y lo que pasa en las historias no es directa y transparente, sino dialéctica. Cuando las condiciones de vida de un pueblo cambian (por ejemplo, cuando pasa de ser nómada a ser sedentario, o de vivir en palafitos a vivir en cabañas, de vivir en las montañas a vivir en la llanura) no descarta sin más los cuentos que tenía, sino que los adapta. Por eso, los cuentos tiene que ver con las condiciones actuales de vida del pueblo, pero también con condiciones que se dieron en el pasado pero ya no son válidas. Este tipo de compromisos entre el presente y el pasado es el que genera, según Propp, muchos de los elementos maravillosos y sorprendentes de los cuentos.

Dentro de las narraciones populares, Propp se interesó especialmente por la leyenda que nos ocupa. En su libro Edipo a la luz del folklore (1944) propuso una interesante interpretación de la misma. Según él, la historia de Edipo surge de la mezcla de dos formas distintas de organizar la sucesión dentro de un sistema monárquico:

1. En la primera, más antigua, el trono va ligado a la hija mayor del rey (sistema matrilineal). Por eso, el trono queda en manos de alguien externo a la familia: el yerno del rey.
2. En la segunda, más reciente, hereda la corona el hijo mayor del rey (sistema patriarcal).

En el cuento de hadas típico, el sistema de sucesión es matrilineal: el héroe llega a un reino donde hay problemas, los soluciona y recibe a cambio la mano de la princesa, convirtiéndose en heredero del trono. A veces, la sucesión aparece suavizada: el rey se queda con la mitad del reino y da la otra al héroe, su yerno. Otras veces, es muy violenta: el rey, celoso, se opone al héroe con todas sus fuerzas, y al final el héroe tiene que matarlo.

El cuento de Edipo surge cuando se superponen en una sola las dos historias: Edipo gana el trono de Tebas porque es el héroe que mata al monstruo (esfinge) y se casa con la princesa (Yocasta) [sistema matrilineal]; pero al mismo tiempo era de todas formas el heredero, porque era el hijo del rey y estaba destinado a sucederlo a su muerte (que él mismo provoca).

4 comentarios:

  1. Por cierto que el planteamiento de Propp tiene un error evidente, que se caza enseguida si uno piensa en Yocasta. Va un ejemplar de la obra de Sófocles para quien lo señale primero.

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  2. Yocasta debería ser la hermana de Edipo.

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  3. Efectivamente. Premio para Vd., Akachan.

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