jueves, 17 de noviembre de 2011

Enjoy the Silence

Esta mañana, durante la guardia de Biblioteca del recreo, me he sentido obligado a invitar a dos alumnos a abandonar el lugar. No es cosa que uno haga a menudo, ni con gusto —y me ha parecido que sería bueno meditar un poco sobre el fenómeno.

Entre las cosas que muchos alumnos han dejado de entender (o nosotros de saber explicar) está por qué las bibliotecas deben ser silenciosas. La gente que va a la biblioteca a charlar o armar jaleo mata la posibilidad de disfrutar del silencio. Un silencio vivo, bullicioso a su manera. Y cada vez más infrecuente. De manera irreflexiva, automática, asociamos el silencio con la muerte o el totalitarismo. Sin razón: el totalitarismo es un disco rayado y estridente, y la muerte una zona inhóspita. Nada que ver con el silencio acogedor de una biblioteca, donde la gente, liberada del ruido, disfruta del espacio ganado y puede aprovecharlo para pensar o imaginar. Obedientes al prejuicio, en cuanto nos juntamos, o nos juntan, nos sentimos obligado a hablar a voz en grito (aunque no, por desgracia, a encontrar algo digno de decirse). Cada vez es más raro topar con gente que nos ahorre (y se ahorre) su charla y su estrépito: una rara cortesía. 'Gente en silencio' es ya casi un oxímoron.

No es solo que se agreda de forma desaprensiva contra el derecho de los demás a concentrarse, sin soportar nuestro ruido y nuestra incapacidad para centrarnos (como, en los últimos tiempos, se nos ha reconocido el derecho a no tragarnos el humo de los fumadores); es que la más mínima llamada a la racionalidad se siente (lo que ya es el colmo) como una agresión, un recorte a las libertades. Tenemos, piensan algunos, derecho a convertir la Biblioteca en una extensión del bar; después de todo, dirán para sí, ya hemos convertido las clases en algo muy parecido...

Uno se resigna, pues, a parecer tan estricto como sea necesario para poner dique a la grosería y la falta de educación. Por mucho que nos enfrentemos a una inercia poderosa, la decisión de no ceder a ella, aunque problemática, siempre es posible. Gracias a los que así lo comprenden —y espero que los que no se han parado a pensarlo tengan la oportunidad (en lo que callan un instante, para leer; quizás pensar) de hacerlo.


1 comentario:

  1. El ser humano necesita comunicarse, aún así, es curioso ver cómo a veces nos apartamos del resto, nos aislamos en cierto modo, para poder disfrutar del silencio, resulta hasta paradójico diría yo. Sin embargo, es cierto, necesitamos silencio al igual que necesitamos comunicarnos, para pensar, para leer... Y es irritante a veces no llegar a poder tener ese silencio.

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