viernes, 21 de noviembre de 2025

Concurso gótico. Relato 8. El susurro del bosque


Era una noche fría y silenciosa en un denso bosque. Clara conducía de regreso a casa después del trabajo cuando el coche se detuvo en medio del camino. No había señales ni luces ni ninguna casa cerca. Clara bajó del coche y el viento le trajo un susurro débil, como si alguien la llamara por su nombre. Pensó que era el viento, hasta que lo escuchó otra vez más claro, más cerca. Encendió la linterna del teléfono y vio algo moverse entre los árboles, una figura blanca y delgada. Dio un paso atrás, tropezó con una piedra y cayó. Cuando levantó la vista, la figura estaba enfrente de ella. No tenía rostro, solo una boca abierta, enorme, temblando como si respirara. Clara corrió al coche, cerró la puerta y giró la llave una y otra vez, sin éxito. En el parabrisas, una mano dejó una mancha húmeda, no era agua, era sangre. De repente el teléfono vibró, un mensaje: No te muevas, ya estoy dentro. El coche olía a hierro y a tierra mojada. Sintió algo detrás del asiento, una respiración suave rozándole. Lentamente giró el espejo retrovisor, no vio nada. Pero entonces, desde el asiento trasero, una voz idéntica a la suya susurró: Te dije que no me dejaras sola en el bosque. La linterna se apagó, el teléfono cayó afuera y el motor del coche arrancó solo. Cuando la policía encontró el vehículo al amanecer, estaba vacío, con dos huellas distintas en el interior: una de Clara, y otra más grande, marcada en el techo, como si alguien hubiera estado colgado en el techo del coche toda la noche.

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