Hace ya varios siglos, en una aldea inglesa, un sabio, del que la gente decía que tenía habilidades sobrenaturales, predijo que habría una gran tempestad que arrasaría con los campos. La gente no le creyó, pero al poco tiempo acabó ocurriendo. Estos le repudiaron y le persiguieron, apedreándole, hasta la salida del lugar. El sabio huyó, y consiguió llegar a la entrada del bosque, pero quedó cegado de una pedrada. Lleno de ira, anunció a los aldeanos su desafortunado augurio:
—Seréis atacados por unos salvajes, que tomarán vuestros bienes y quemarán vuestras casas, mas no acabarán con ninguno de vosotros, sino que os veréis obligados a huir en esta dirección, donde os estaré esperando, para daros el mismo trato que yo recibí, y sepultaros en piedra.
De las trece familias de la aldea, solo una logró sobrevivir, pues eran marineros y se habían trasladado a una zona más propicia para sus labores. Se dice que el viejo, conocido ahora como El Apedreador, vive errante por ese bosque, condenado a vagar a ciegas por la
eternidad, pero sin poder salir de él hasta cumplir con el destino que tiempo antes profetizó, calmando su sed de venganza con quien pase por allí.
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