lunes, 12 de mayo de 2025

Concurso de leyendas: El Hombre del Saco

En un rincón al sur de España existía un pueblo llamado Villariego, rodeado por montañas altas y caminos polvorientos. En ese pueblo los inviernos eran fríos y las noches muy silenciosas. Las abuelas contaban que cuando la niebla del monte bajaba, cubría las calles y eso era una señal de que el Hombre del Saco estaba cerca.
En el siglo XX, una familia humilde y buena vivía en aquel pueblo. Había una mujer que se llamaba Sofía y su hijo Mateo. Sofía era una mujer viuda. Mateo era un niño curioso y muy travieso. Sofía, muy cansada y agotada, siempre le amenazaba con la misma advertencia que le dieron sus padres:
—Si no te portas bien, el Hombre del Saco vendrá a por ti y te llevará a su guarida secreta y nunca saldrás de ahí por el resto de tu vida.
Mateo, burlándose y riéndose, dijo que era mentira y que esa historia solo sirve para contársela a los niños para asustarlos y que era una historia de viejos.
El 20 de abril de 1920, Mateo decidió salir con sus amigos a jugar al fútbol. Quedaron todos a las cinco en punto de la tarde en la plaza. Cuando llegaron, se fueron todos juntos al parque, donde se encontraron con los abusones del pueblo.
—¿Podéis dejarnos jugar un momento aquí? —preguntó Mateo.
—Y si no os dejamos, ¿qué me vas a hacer, eh, niño? —dijo un abusón.
—Pues pegarte un puñetazo —respondió Mateo.
—¿Tú a mí, enano? ¡Ja, ja, ja! Ten cuidado, que como te sigas portando mal, el Hombre del Saco va a venir a por ti y te va a llevar —dijo el abusón con tono serio.
—Eso no lo creo, nuestros padres nos dicen eso para que nos portemos bien. Además, si viene el Hombre del Saco te llevaría a ti —dijo Mateo muy seguro.
—¿Ah, sí? ¿Y si lo comprobamos? —dijo el abusón.
—¿Cómo? —dijo Mateo, nervioso.
—¿Ves esa montaña? Pues ahí está la guarida del Hombre del Saco —dijo el abusón.
—¡Que no me lo creo! ¡Además, el Hombre del Saco es un tonto y no existe! —gritó Mateo.
De repente, se hizo de noche y bajó toda la niebla. Todos sus amigos y los abusones desaparecieron y todo el mundo también, solo quedaba Mateo. Mateo, asustado, empezó a llorar y a gritar. De repente, se empezaron a escuchar unos pasos que iban hacia Mateo. Mateo empezó a correr, pero se tropezó y un hombre con cuerpo de saco y un saco atrapó a Mateo. Mateo empezó a gritar pidiendo ayuda y en ese mismo instante recordó la pelea que tuvo con su madre aquella mañana y todas las cosas malas que había hecho. Entre lágrimas, Mateo dijo:
—Perdón, mamá.

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