sábado, 9 de febrero de 2013

Concurso de sueños: La noche (Pilar Aparicio)


LA NOCHE 

Todo pasó una noche antes de Navidad. Ya lo tenía todo preparado, ya que esa misma noche nos reunimos con la familia para cenar. Llegó la noche, ya estábamos casi toda la familia en la mesa, solo faltaba mi tío, y decidimos ir a buscarle a su casa. Por el camino nos encontramos con un accidente, resultó que era mi tío. Le encontramos sangrando en la carretera, con todos los cristales esparcidos por el suelo. Nos dijeron que le tenían que operar, pero que era difícil que sobreviviera. No perdimos la esperanza y le llevamos al hospital. Una vez allí, cuando le metieron a operar desperté y vi a mi tío a mi lado. Sin pensarlo, me lancé a abrazarle.

2 comentarios:

  1. En este texto se aprecia bien la función, muchas veces destacada por Jung, del sueño como un lápiz que subraya ciertos aspectos de nuestra vida para llamar la atención de la conciencia sobre ellos: no se trata, al modo freudiano, de cumplir un deseo, sino de dar expresión a un temor (podemos perder en cualquier momento a los que amamos, de la manera más tonta e imprevista) y, con él, al afecto que lo motiva. Al abrazar a su tío, el soñador ya despierto no solo toma una decisión espontánea: también está interpretando (correctamente) el contenido del sueño y dándole cumplimiento a su muy probable propósito: asegurarse de que el vínculo afectivo y efectivo con los que queremos (precisamente porque el peligro nos recuerda lo valioso que es esa relación, lo que tiene de regalo inestimable) se mantiene más fuerte que nunca.

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  2. Curiosa casualidad (o azar objetivo, que dirían los surrealistas). Navegando por otro sitio, salen a mi encuentro estas palabras de Maruja Torres: Y es entonces, cuando alguien muere, y te llegan a los sentidos el vaho de su cabello en verano, la frescura de sus pecas en invierno, el mensaje de su ropa... Es entonces cuando te preguntas si os abrazasteis lo bastante. Inevitablemente uno mira a su alrededor para comprobar si está abrazando lo bastante a quienes le rodean e importan. Y comprende que hay mucho abrazo vano y mucho besuqueo en el aire, pero que nos falta acercar el pecho, darse con el torso uno de esos toques profundos, una de esas transmisiones de afecto que el otro metaboliza, que le acompañan.

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