sábado, 9 de febrero de 2013

Concurso de sueños: Mi viaje al Reino de los Unicornios (Sara Castaño)


Mi viaje al Reino de los Unicornios 

Un día soñé que estaba en un mundo nuevo y mágico. Me encontraba en el Reino de los unicornios, un país totalmente desconocido por el ser humano.

De pronto me encontré pisando el sueño más blando y esponjoso que se puede pisar, claro, estaba en una nube. De repente, la camiseta azul , los pantalones blancos y los zapatos rojos que llevaba puestos, desaparecieron de mi cuerpo. Ahora tenía un vestido rosado brillante y unos zapatos de tacón rosa. Y en vez de llevar en el pelo mi prendedor de flores, llevaba un corona de oro con perlas y diamantes de colores. La chocolatina que estaba comiendo desapareció de mi mano, y se dibujó una varita con una estrella dorada. Me había convertido en una princesa. Me acerqué a un charco con agua clara y fresca y con muchos pétalos de rosa. Un sapo que nadaba feliz, salió para explicarme que pasaba:

—Estás en el Reino de los unicornios, pronto vendrá uno para conocerte y llevarte por todo el Reino. No te preocupes y si algo te da miedo, no grites, pronto te despertarás, estás soñando —dijo—.

Y yo le contesté:

—Pero, ¿cómo puedo salir de aquí? Yo quiero estar en mi casa, aunque por otro lado, esto me gusta. Es donde siempre he querido estar.

—Entonces, si te gusta este lugar, no te vayas ahora, disfrútalo un poco más -dijo el sapo-.

El sapo se metió en la charca sin decir nada más. Así que me lo pensé. Pero poco tuve que pensar, porque un rato después vino un unicornio blanco, con un pelo suave y perfumado, un cuerno largo y una perla debajo de éste. El unicornio me convenció totalmente de quedarme. Me dijo que podía ir a cualquier parte del reino desplazándome en la nube algodonosa en la que estaba. Luego iríamos a merendar al jardín del reino, veríamos una película en el cine del extrarradio del reino y, por último, iríamos al castillo donde se encontraba el unicornio jefe, el que gobernaba el reino, para ponerme un sello para poder volver a entrar en el próximo sueño.

Pensé que era un buen plan, así que hice todo lo que el unicornio me propuso. Incluso comí en el “Burger-Cornio”, el restaurante de hamburguesas del reino. Finalmente, cuando se hizo de noche, el unicornio vino para decirme que había sido un placer haber estado en el reino de los unicornios durante mi sueño, y me regaló un anillo con un diamante rojo, el mejor recuerdo del reino, porque si pulsabas un botoncito que tenía, se veían las fotos que me había hecho en los lugares del reino en los que había estado.

El sapo salió de la charca y me dijo que le diese un beso. Al hacerlo, se convirtió en un príncipe, y nos fuimos los dos juntos del maravilloso y mágico reino de los unicornios, de nuevo a la realidad, porque todo esto había sido un hermoso sueño.

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