viernes, 13 de diciembre de 2013

Concurso de sueños: La Casa de la Puerta Oscura


Hace varias noches tuve un sueño, que más que sueño se podría decir que fue una pesadilla. Aparecí en un bosque, era de día y estaba con tres chicas, todas estábamos vestidas con un ancho y largo vestido blanco, descalzas, y llevábamos el pelo suelto. Una de las chicas echó a correr, los demás sin pensarlo la seguimos, la chica se detuvo y apuntó sonriendo a una casa que parecía descuidada, como dando a entender que entráramos todos a jugar allí.

La entrada a la casa era un altísimo escalón y una puerta oscura de madera con una pequeña ventana de cristal, para entrar tuvimos que ayudarnos unas a otras para poder subir aquel escalón tan alto y entamos.

Las paredes no estaban pintadas, solo tenían una capa de cemento, y la habitación daba la sensación de ser el lugar donde se guardaba a los animales. Entonces entró un hombre vestido con una camisa a cuadros, unos vaqueros y unos zapatos que parecían negros. A su lado estaba su mujer, esta llevaba un mandil con una ropa bastante vieja.

De repente, fue como si hubieran pasado algunas semanas, yo permanecía de pie en aquel corral como si para mí no hubiesen pasado semanas sino segundos, entonces vi a la mujer con una de las chicas, el hombre las seguía, y se metieron en el baño haciendo creer a la chica que la iba a peinar la mujer.

Esta llevaba escondido en su espalda un cuchillo y el hombre se quedó fuera como custodiando la puerta para que a ninguna de las chicas se nos ocurriese entrar. Lloré y quise ir a salvar a aquella chica, pero mis piernas se negaban a moverse, como si estuviera pegada al suelo. La mujer salió del baño guardándose el cuchillo y le dijo algo al hombre al oído.

Yo, presa del miedo, eché a correr hacia la puerta con las dos chicas que quedaban con vida. Al fin, mis piernas se dignaron moverse, la puerta de madera ya no estaba, así que era un obstáculo menos. Las dos chicas salieron por el hueco que había dejado la puerta y me tocaba a mí salir, pero no pude. La puerta se había hecho muy estrecha, las chicas tiraban de mi brazo intentando sacarme de esa horrible casa, pero quedé atrapada en el hueco de la puerta, así que les grité que se marcharan, ya que era imposible que pudiera salir de allí. Las chicas se marcharon por el que ya no era un luminoso bosque, sino un túnel negro.

Con una espesa niebla, una fuerza tiró de mí y al girarme quedando libre de la puerta vi cómo el granjero saltaba sobre mí. Me cogió por el cuello y apuntándome con un largo y afilado cuchillo me hizo una pregunta de geografía: si no contestaba o fallaba, moriría. Entonces, me desperté de esa pesadilla horrorosa.

3 comentarios:

  1. Es un sueño bastante interesante, el final, la pregunta de geogafía le da cierto humor, me gusto mucho.

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  2. A mí también me parece muy interesante. Es el más cercano al folklore, con ecos de los cuentos de los hermanos Grimm. Esa figura que aparece al final del 'examinador terrible' remite a la vez a la experiencia inmediata de la soñadora (podemos imaginarnos a su profesor de Geografía, pluriempleado de asustador nocturno) y a los arquetipos de la mitología: es la Esfinge griega («Adivina o te devoro») y otras figuras similares de las tradiciones europeas, como la Mujer de Mediodía, que se caracterizan por interrogar al sujeto, generalmente con una pregunta-trampa. Los duendes, por ejemplo, te preguntan con qué mano quieres que te peguen, con la de metal o con la de estopa —de un modo u otro, piensan zurrarte de lo lindo. En la parodia que hicieron los Monty Python del Rey Arturo y sus caballeros, se le da un vuelco muy divertido al tema.

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  3. Sueños como este le hubieran encantado a uno de los discípulos de Freud, Otto Rank, para quien las angustias que vivimos en sueños, y las pruebas que han de pasar los héroes en la ficción, son ecos de la experiencia traumática del nacimiento. El sueño se deja leer con esta clave (no quiero decir con eso que sea la única posible o la más adecuada, pero el ajuste bastante estrecho con la teoría es intrigante): la casa es el vientre materno y la puerta de madera la vagina por la que salimos al mundo. Por otra parte, también hay resonancias de los rituales iniciáticos que estudiaron Propp y otros, en los que los que van a dejar de ser niños o niñas son recluidos en una cabaña que es, a la vez, el vientre del monstruo totémico de la tribu. Allí se pone a prueba su valor: son heridos, envenenados, etc., y mueren (a su condición infantil) para renacer (ya como adultos) cuando abandonan la cabaña. En el caso de las niñas la menarquia, la primera regla, es una experiencia con resonancias iniciáticas de este tipo: la niña sangra y 'muere' como niña para pasar a ser una adolescente. Hasta en el cuento de Pinocho el muñeco solo alcanza su nueva condición tras ser tragado por la Ballena y lograr más tarde huir de ella (tras rescatar al padre: lo que nos recuerda que también Eneas baja a las fauces del Inframundo para ver al suyo, a Anquises). Conocer sueños como este, tan ricos en resonancias, es para mí el mejor pago posible al trabajo que lleva organizar estas cosas.

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