sábado, 14 de diciembre de 2013

Concurso de sueños: El Perro Amarillo


Una vez cuando era pequeño mi tía me regaló un huevo Kinder. Como ya había cenado, mi madre no me dejó comérmelo. Yo estaba muy impaciente por comérmelo y ver qué regalo había dentro, así que me fui a la cama y lo puse en mi mesilla para comérmelo cuando me despertase la mañana siguiente.

Esa noche soñé que me regalaban un huevo Kinder y cuando lo abrí, dentro había un perro amarillo que andaba dándole cuerda, como a los juguetes antiguos. Me lo guardé en el bolsillo y cuando lo saqué en mi habitación le di cuerda y el perro amarillo empezó a andar y se transformó en un perro de verdad.

No estaba en un lugar concreto, pues algunas veces me encontraba en mi habitación, otras veces en el patio de la guardería a la que iba cuando era pequeño, otras veces bajo un árbol, alrededor del cual el perro corría mientras mi hermana y yo lo perseguíamos.

El perro era un simple juguete de cuerda, pero cuando lo sacaba y le daba cuerda se convertía en un perro de verdad, amarillo con dos manchas negras alrededor de los ojos. Su tamaño variaba, pues algunas veces cuando jugaba con él y le daba cuerda se convertía en un perro gigante, tanto como para poder montarme encima como si fuese un caballo, otras veces era del tamaño de un perro normal y otras era tan pequeño que podía guardármelo en el bolsillo.

Una vez, cuando lo iba a sacar para enseñárselo a mis amigos, me di cuenta de que no estaba en mi bolsillo y fui a casa para buscarlo. Cuando llegué a casa, le pregunté a mi madre si había visto el perro de juguete que me había tocado en el huevo de chocolate y ella me dijo que se lo había regalado al hijo de una amiga suya, que había estado en mi casa.

Yo me puse a llorar y me desperté. Cuando me desperté, pensé que todo aquello había sido real. Vi el huevo Kinder encima de mi mesilla y lo abrí para ver si estaba dentro el perro amarillo, pero no estaba. Me di cuenta de que aquello había sido un sueño.

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