viernes, 21 de noviembre de 2025

Concurso gótico. Relato 9. El susurro del bosque

 


Nadie sabía qué había más allá del sendero que cruzaba el bosque de Liria. Los viejos del pueblo decían que, al caer la niebla, el bosque hablaba. Algunos juraban haber escuchado su nombre entre los árboles. Otros, más valientes o más tontos, nunca regresaron para contarlo.

Clara entró al bosque al anochecer. Llevaba una linterna vieja, una foto de su hermano desaparecido y un miedo que le mordía los talones. Las ramas se entrelazaban como dedos, y cada paso que daba crujía como si algo bajo la tierra se moviese.

—Solo un poco más —susurró, aunque no sabía si para darse valor o para convencer a las sombras de que no la siguieran.

De pronto, escuchó el llanto de un niño. Su corazón se detuvo. Era la voz de su hermano… o algo que la imitaba. La linterna parpadeó, y por un instante, vio figuras: cuerpos de ramas, bocas hechas de hojas secas, ojos vacíos que brillaban con la Luna. El bosque respiraba.

—Devuélvemelo… —susurró una voz detrás de su oído.

Clara corrió. El llanto se convirtió en gritos, los árboles parecían moverse para cerrarle el paso. Tropezó, cayó y la foto voló de sus manos, flotando hasta caer en un pequeño claro. Y allí, entre la bruma, vio una luz. No era la de su linterna. Era suave, cálida, dorada. En el centro, su hermano, con los ojos tranquilos:

—No tengas miedo, Clara. El bosque solo quiere que lo escuches —dijo él.

Las raíces a su alrededor se movieron lentamente, y en lugar de atraparla, la rodearon como si la abrazaran. El frío se disipó. El aire olía a lluvia limpia, a tierra viva. Clara extendió la mano; su hermano sonrió antes de desvanecerse en una lluvia de pétalos luminosos.

Cuando despertó, el sol estaba saliendo. El bosque ya no parecía un monstruo, sino un refugio. Los pájaros cantaban, y en el suelo, junto a ella, había una pequeña flor blanca brotando entre las hojas secas.

Clara sonrió, sabiendo que el bosque no se había llevado a su hermano… lo había transformado en su guardián.

Y desde entonces, cuando la niebla cae sobre Liria, el bosque no susurra para asustar, sino para recordar que incluso en la oscuridad hay voces que solo quieren ser escuchadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario