viernes, 21 de noviembre de 2025

Concurso gótico. Relato 30. Un día cualquiera


Era un día frío de otoño,en el que decidí llamar a mis amigos para ir a hacer un picnic al campo. A mis amigos les pareció muy buena idea mi propuesta. Alrededor de las cinco de la tarde quedaron en el parque,para ir dando un paseo hasta el convento de Belvís,un lugar tranquilo y acogedor lleno de historias. 

Después de un largo camino,finalmente conseguimos llegar al convento, un sitio en ruinas donde quisimos entrar para disfrutar mejor del picnic. Estuvimos comiéndonos tranquilamente los bocadillos y después estuvimos jugando un gran escondite entre aquellas majestuosas ruinas. 

Después de esta tan ajetreada tarde teníamos mucha sed, pero nos dimos cuenta que no nos quedaba ni una gota de agua. Entonces llamé a mi padre y me explicó que había una fuente un poco más arriba de aquel camino. Al haber ya todos bebido, nos empezamos a ir camino de vuelta al pueblo. Ya llevábamos bastante camino recorrido cuándo una de mis amigas se dio cuenta de que le faltaba el móvil al ir a llamar a su madre. No nos quedó otra opción que retroceder hasta el convento para ojear justo donde nos habíamos comido los bocadillos,a pesar de estar ya atardeciendo. 

Entre que llegamos y no llegamos y el tiempo que estuvimos buscando el móvil, se nos hizo de noche y de repente nos empezó a llover, así que nos tuvimos que refugiar dentro del convento. Mientras tanto, hicimos una pequeña hoguera para intentar secarnos de la gran tormenta, ya que si llegábamos a casa mojados esto podía suponer una buena regañina de nuestros padres. 

De repente, empezamos a escuchar ruidos bastantes extraños, no sabíamos de dónde venía aquello. Entonces empezamos a cruzar nuestras miradas sin saber qué pasaba o por qué de un momento para otro había cosas que estaban cambiadas de lugar. La hoguera tan pronto se encendía como se apagaba o por el contrarío cambiaba de color su llama. A su misma vez, nos parecía estar escuchando alejados gritos en forma de eco. Estas desconocidas voces creíamos que susurraban nuestros nombres. De forma inesperada se cayó del techo una especie de amuleto como si alguien nos quisiera comunicar algo. Tras ocurrir todos estos sucesos en tan poco tiempo, estábamos todos tan atemorizados que lo mejor era irnos lo antes posible de allí. Ahí fue cuando fuimos a coger nuestras cosas y al levantarnos del suelo noté una fuerte presión sobre mi cuerpo que no me dejaba levantarme, aunque no creo que fuese yo la única pudiendo observar la cara del resto. 

Al cabo de unos segundos nos empezó a hablar una voz grave y aterradora, cuyas primeras palabras fueron: Esperad un momento, debo contaros algo muy importante. Finalmente nos dimos cuenta de que quien nos hablaba era el espíritu de una chica llamada Noa que murió con quince años en una trágica historia sucedida allí mismo hace ya mucho tiempo. Nunca más se volvió a hablar de esta aterradora historia que nos dejó marcados hasta el fin de nuestros días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario