viernes, 21 de noviembre de 2025

Concurso gótico. Relato 17. La habitación 3

 


Esa noche llovía con furia. Marcos conducía por la carretera vacía cuando el limpiaparabrisas se atascó y la visibilidad se volvió casi nula. Buscó un lugar donde resguardarse, y a un costado del camino vio una casa con un cartel torcido que decía Hospedaje El descanso.

Golpeó la puerta varias veces hasta que una mujer mayor, de rostro gris y sonrisa forzada, le abrió la puerta.

—Puedes pasar —dijo—. No tenemos muchos visitantes últimamente.

El interior olía a madera húmeda y cera derretida. En el vestíbulo había varios retratos antiguos. Todos mostraban a huéspedes sonrientes, pero sus ojos parecían pintados de negro. Marcos firmó el registro. En la hoja, todos los nombres estaban escritos con la misma letra.

—¿Vives sola? —preguntó—.

—Oh, no —respondió ella mirando hacia el pasillo oscuro—, nunca estoy sola.

Esa noche en la habitación 3 Marcos no podía dormir. Escuchaba pasos en el pasillo, aunque la anciana le había dicho que era el único huésped. Al principio pensó que era el viento… hasta que vio la manija de la puerta moverse.

Alguien la empujó lentamente. Marcos encendió la linterna de su móvil y apuntó al pasillo. Estaba vacío. Pero las pisadas no venían de fuera, sino del techo. Un golpe seco resonó arriba, seguido de un arrastre, como si alguien caminara arrastrando los pies. El polvo cayó del techo. Marcos tomó su maleta y decidió irse. Bajó corriendo las escaleras, pero el vestíbulo estaba distinto. Los retratos… ahora lo mostraban a él. La anciana apareció al final del pasillo.

—¿Se va tan pronto? Apenas llegó —le dijo.

Marcos corrió hacia la puerta, pero no cedía.

—Abra —gritó.

—No puedo —dijo ella—. No desde el accidente.

Entonces entendió, miró por la ventana. Afuera, en la carretera, se veía su coche destrozado, envuelto en humo. Cuando volvió la vista, la anciana sonreía.

—Bienvenido, señor Marcos, ya forma parte de la casa.

El reloj del vestíbulo marcó la medianoche. En el libro de registro, la tinta se movió sola y escribió una nueva línea: Marcos Ríos. Habitación 3.

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