Hola, me llamo Clara y tengo 13 años. Todo empezó cuando me mudé a la casa nueva. En mi cuarto había mucho espacio, y como no tenía amigos todavía, empecé a inventarme uno: se llamaba Tom.
Al principio era divertido. Hablábamos, jugábamos, y me contaba cosas que “solo él sabía”. Pero un día mi mamá me preguntó:
—Clara, ¿por qué hablas sola?
Y yo respondí:
—No hablo sola, mamá… Tom me está hablando.
Mi mamá me miró raro y no dijo nada. Yo no entendí por qué. Después empecé a darme cuenta de cosas raras: Mi cuaderno aparecía abierto en páginas donde yo no había escrito nada. Los juguetes no estaban en su lugar. A veces escuchaba voces cuando estaba sola.
Una noche, me desperté porque sentí una persona en mi cama. Abrí los ojos y vi a alguien al pie de mi cama… un niño pequeño, con los ojos rojos y ropa vieja. Susurró: Por fin me viste. Yo grité y él desapareció.
Desde ese día, Tom ya no es solo mi amigo. Siempre está cerca, y a veces me susurra cosas que nadie puede oír. Mi mamá dice que estoy inventando todo, pero yo sé que Tom es real.
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